«Juguetes rotos», una obra de teatro que habla sobre la necesidad de ser en un mundo que aplasta las diferencias y la búsqueda de la felicidad

Después del Festival Cervantino, la obra de teatro española que se enfoca en el ser humano, se presenta en Ciudad de México y Guadalajara

Huemanzin Rodríguez/Guanajuato, Guanajuato

Durante los años 70, en el fin del franquismo, hubo una ley llamada “De vagos y maleantes”, donde toda persona que se “saliera de la norma” era encarcelada. Hubo saña con las personas de la colectiva LGTBIQ+, quienes fueron víctimas de maltratos, vejaciones, tortura y asesinato. En ese telón histórico de fondo, casi desconocido hoy por los españoles, se cuenta la historia de Mario, interpretado por Nacho Guerreros, y de Dorin, interpretado por Kike Guaza. Juguetes rotos se presenta en la Ciudad de México en el Teatro Esperanza Iris, el 20 de octubre, y en el conjunto Santander de Guadalajara el 22 y 23. La obra de la compañía española Producciones Rokanbolescas, está escrita y dirigida por Carolina Román:

«Mario ha nacido en un pueblo, en una zona rural, en una España profundísima, seca, agria, dura, donde no hacía nada más que estar en el palomar, el único sitio donde se sentía a salvo. Es un niño diferente, nació en un cuerpo de hombre, pero siempre se sintió mujer. Decide salir, decide huir después de una noche muy dura, hacia la gran ciudad. Y es todo el viaje de él hacia esa Barcelona luchona, peleona, corajuda en donde los travestis hacían shows nocturnos en donde ellos podían ser, aún con el riesgo de que los apresaran y los torturaran. Si la policía te detenía, te llevaban al pabellón de los “invertidos”. Así decían: “Eres un invertido social”, “invertido emocional”. Los médicos forenses decían: “Femenino en un grado alto de erotismo y dilataciones esfinterianas”.

Hay informes policiales a los que tuve acceso para escribir esta obra. Y yo necesitaba abrir esto y transitarlo porque en teatro no había nada escrito al respecto. Y creo que hemos hecho una función muy completa en el más estricto de la palabra, nos hemos informado muy bien. Y a partir de ahí es una función, contrariamente a lo que se espera, llena de luz.

» Si esta función tiene una definición, es que estas dos criaturas tiernas están llenas de amor y de luz, y no es nada auto compasiva, ni señaladora, ni agresiva con el público. Al contrario, creo que por eso abre las puertas del corazón, hay una empatía muy directa. Ha habido muchos premios para Nacho y para Kike. Y creo que es eso, que encontramos un canal directo de corazón a corazón.

Eso pasó hace 45, 47 años. Y bien sabemos que en países como Argentina, Chile, Colombia, España y México, ha sido la sociedad civil la que ha desarrollado las técnicas para encontrar fosas comunes y la identificación de cuerpos de personas desaparecidas por los gobiernos. Y que sigue siendo una de las tantas deudas pendientes de nuestros gobiernos actuales.

KG

Eso es cierto. Ha sido la gente. Si habremos de salvarnos seremos nosotros, los unos a los otros. Allá arriba, no sabría decírtelo. No lo sé. Yo sí creo en el ser humano. Y sí creo en mí. La obra tiene esa intención.

CR

Esto acaba de pasar esto. Esto está a la vuelta y con riesgo que vuelva a pasar. Por eso creo que es necesario que nuestro grano de arena sirva de espejo y decir: “Cuidado que esto está llamando a la puerta”. Eso ha ocurrido hace nada, por eso casi no está documentado, porque es un tema del que no se habla. Con este resurgimiento muy fuerte a nivel global de las ultraderechas, quieren acabar con lo poco conseguido, nos preocupa. Y si no fuera por estas personas que salieron a la calle a jugarse la vida, todo este terreno ganado que hoy tenemos, no hubiera sido así. Hay que tener en cuenta que nos toca a nosotros defender los derechos y honrar las vidas perdidas en este tipo de causas.

La libertad, los derechos civiles y la democracia, cuestan muchos años construirlas y se pierden en un instante. Y, por otro lado, hay ciertos sectores de la sociedad que romantizan o sienten nostalgia por tiempos no vivido en los que había gobiernos represores.

KG

Estoy de acuerdo con lo dices de la democracia, pero no sé si hoy hay mucha democracia. Efectivamente hay que tener mucho cuidado porque hay pequeños golpes de timón que pueden hacer que pierda todo lo conseguido rápidamente, y se vuelva a lugares muy represivos. Y hay que ponerlo todo, absolutamente todo bajo la lupa.

Y sobre esos grupos con sus nostalgias de tiempos no vividos, ahora en España hay un partido que se llama Vox, para mí personalmente, muchas de sus ideas no merecen respeto. Pero, cada uno puede pensar y decir lo que quiera, esa es mi visión. Desde ahí, ocurrió un hecho muy curioso, una representante de ese partido fue a una de nuestras funciones en España. Dio la casualidad que esa persona vivía por mi barrio, regresamos juntos en el autobús después de la actuación. Ella estaba conmocionada después de la función. Porque como lo ha dicho Carolina, ella tuvo acceso a las sentencias condenatorias de estas personas, eso está en la obra. Hay gente que dice que exageramos, pero no es así, son sentencias reales, no ficticias. La persona de ese partido venía llorando en el autobús y me preguntaba: “¿En verdad les hacían eso?” Para mí eso es un triunfo, porque esa persona ya lo sabe y eso se le quedará en la cabeza. Esa es mi revolución personal: el trabajo en mí mismo y que eso se vea hacia afuera.

Fotografía: Huemanzin Rodríguez.

¿Esa responsabilidad social la comparten todos en el montaje?

NG

Yo creo que los artistas tenemos la responsabilidad social de contar lo que ha pasado en cada país en el mundo. Esto lo hemos situado en los últimos coletazos del franquismo, pero ha pasado en México y todos los países, la represión a las personas que son diferentes por el motivo que sea. Lo diferente molesta a una sociedad que se construido con una educación que lleva a una sociedad a pensar que te tienes que casar a los 25 y tener dos hijos, una niña que vistas de rosa y un niño que vistas de azul. Eso ha pasado en todos los países. Cuando te sales de esa norma vienen los juicios paralelos. En realidad, hay muy poca gente que sabe la historia de su país. Por eso son necesarias las memorias históricas porque nuestra memoria nos dura poco. Creo que nosotros aquí estamos haciendo, no sólo una labor cultural con este intercambio, también estamos mostrando un trocito de España que ya no es, pero que tenemos que luchar para que no vuelva. Nuestros abuelos y padres arreglaron todo para que nuestro camino fuera más fácil, ¿por qué volver atrás? Si alguien quiere reprimirse, que lo haga, pero que no me reprima a mí porque yo me rebelaré con todo el derecho.

En estos últimos años, agrandados por la impunidad que da opinar en redes sociales, los procesos de victimización nos han llevado a extremos grotescos. Desde la degradación social de una víctima exhibida, hasta la victimización como herramienta para ejercer la censura a quienes no piensen como lo exige la superioridad moral de lo “políticamente correcto”. Es un arma de doble filo donde la reivindicación puede ser igual de intolerante. Para ustedes, ¿cómo ha sido encontrar el equilibrio?

KG

Totalmente cierto. Vivimos el tiempo de defender algo hasta el punto en que da la vuelta y se vuelve igual de agresivo. Yo creo que tenemos que estar en una revisión constante de nosotros mismos, ahí empieza la revolución, en uno. Es eso, revisarse a uno mismo. Porque es muy fácil decir ahora: “Yo soy esto…”. “Yo formo parte de esto…”. “Yo pertenezco a este grupo…”. ¿Pero es hemos pensado lo que defendemos o de qué manera nos incluimos en cierto grupo?… Con esta obra nosotros no estamos defendiendo el LGTBIQ, nosotros estamos defendiendo a seres humanos por los que se tiene empatía.

NG

Cuando yo hablé con Carolina para proponerle un monólogo no queríamos hablar de la sexualidad, homosexualidad, transexualidad o los travestis. Eso fue después. Desde el principio queríamos hablar de alguien que había sido excluido socialmente. De alguien excluido es su infancia y en qué adulto se convirtió por eso.

La obra habla de personas, de la búsqueda de la felicidad y sobre todo de que yo soy yo, él es él. Cada uno somos diferentes, no podemos ser borreguitos iguales. Desde niño siempre me rebelé, desde niño siempre quise ser actor y tuve todo en contra. Si no hubiera tirado para adelante, hubiera sido un hombre muy desgraciado. Afortunadamente me apoyó mi familia, pero he sido yo el que tiró del carro con mi vocación. Cada uno tiene que luchar por lo suyo. Y de eso va la obra, de ser, convertirse y buscar la felicidad. Y quien no lo entienda, el problema es de quien no lo entiende.

Ahora que les escucho, recuerdo una frase de Jorge Luis Borges, que más o menos dice que aquellas personas que siguen una religión o se afilian a un partido político, es una manera fácil de pertenecer a algo y no pensar. Si hemos de hablar de ismos, ¿qué no hablamos de humanismo?

CR

El humano es el humano, no tiene género. Desde nuestra humanidad individual nos podemos llamar nosotros, pero partiendo desde uno. Sobre Borges hay una frase que me hace llorar siempre: “Nostalgia es la urgencia de de decir nosotros”. Y con relación a lo que dice Kike, nosotros creemos en nosotros, pero primero hay que revisarse a uno mismo, ser consecuente, quitarse las capas de las ideas introyectadas. Cuando uno se plantea cosas, esas capas empiezan a caer. Y si yo me abro y veo frente a mí a un ser humanos sin sus capas, es muy probable que seamos nosotros.

Yo creo que el teatro tiene esa función, hablo desde mí, ahí está el compromiso. Esta obra está escrita y dirigida por mí. Y es mi grano de arena. Siempre he tendido a escribir sobre realidades, con personas que no tienen esa valentía o sus voces no son escuchadas. Por eso hace bien el teatro, donde tienen cabida cualquier persona y pueden verse reflejadas en ese espejo que está en el escenario. Si pudiese pedirle algo al público es que se dejen leer por la obra. Con consciencia, sentarme a ver qué me pasa con esto.

Imagen de portada, cortesía FIC.