Un podcast chintololo

Azcapo Radio es una producción sonora en la que se narra la historia cultural, culinaria, prehispánica, industrial y actual de la alcaldía Azcapotzalco. Una lente de aumento para valorar nuestros barrios

Ciudad de México (N22/Ana León).- La gestora cultural y locutora Gina Jaramillo es la encargada de narrar Azcapo Radio, un podcast en el que se dan a conocer muchos de los matices de la alcaldía Azcapotzalco y su enorme valor en la historia, la cultura y la industria de nuestro país. En este podcast chintololo también encontramos las voces de su alcalde, Vidal Llerenas; la cantante Julieta Venegas y la escritora Brenda Lozano participan en el capítulo llamado “Brujas, mitos y leyendas”; y están también las voces de Titita Ramírez, fundadora de El Bajío; Gerardo Vázquez, el chef del restaurante Nicos, uno de los mejores del mundo; y gente que está involucrada en el trabajo de la zona industrial de Vallejo, que es también parte de esta alcaldía y una muy importante: ahí se genera el 5% del PIB de México.

«Azcapo Radio surge de la necesidad de seguir teniendo un diálogo tanto con la gente que vive en Azcapotzalco como con otras alcaldías. Hay como todo un muro invisible sobre Azcapotzalco cuando en realidad es una alcaldía sumamente rica, poderosa culturalmente y estratégicamente está muy bien ubicada.  Este proyecto ha sido un viaje increíble. A mí me invitaron a narrar cada uno de los episodios. Son ocho episodios e incluyen gastronomía, cultura, arquitectura, música, festivales, es decir, abarca todo un cúmulo de opciones que se viven en la normalidad en Azcapotzalco.»

Antes de sumergirse en este proyecto, la también locutora en radio Ibero, ya tenía varios referentes de esta alcaldía, «la Feria del libro de Azcapotzalco que es un golazo; tienen un festival de música independiente que también he seguido desde su gestación; y Vallejo, por supuestos. Yo crecí en la zona norte de la ciudad, estaba familiarizada con lo que era esa zona industrial; sin embargo, no sabía, por ejemplo, la cantidad de empleos, de dinero, de recursos que se genera, todo lo que aporta a la cadena de negocio a nivel nacional es impresionante, es algo que a mí me dejó paralizada y te lo digo desde un lugar positivo.»

Aquí se ha detenido el tiempo y la identidad se arraiga

Si ustedes han visitado esta alcaldía o conocen a alguien que haya vivido ahí, seguro han escuchado la palabra chintololo, un adjetivo con el que se identifica a los nacidos en esta demarcación. El origen de esta palabra es náhuatl y su traducción es algo así como “el que tiene las asentaderas redondas”, razón por la cual en muchos momentos se ha utilizado como peyorativo, pero para los nacidos aquí es un adjetivo que los dota de identidad en el mejor de los sentidos. Pocas son las alcaldías que pueden concentrar en una sola palabra tanta historia y cultura acumulada. Aunque en estos días se habla “del barrio”, de “lo local” y hay un sentido de pertenencia respecto al lugar que habitamos —si bien no nacimos ahí—, el ánimo de comunidad que se mantiene en esta alcaldía es poco común y va más allá de una moda. 

«Definitivamente Azcapotzalco, al igual que otras colonias antiguas, tienen esta personalidad de pueblito. Tienen un centro, la casa de cultura, la gente vive ahí por generaciones. Tiene un núcleo social bastante pequeño, lo cual permite que la gente sea familia. Además, te voy a decir una cosa, los chintololos son gente muy alegre, muy entrona, muy amable, se ayudan. Toda la gente con la que pude platicar es muy apasionada de donde vive, por un lado; conocedora, conocen bastante. El chintololo es por excelencia un guerrero, un protector de su legado y te lo transmite con muchísima emoción.»

La serie sonora consta de ocho capítulos. Hasta el momento se han liberado cinco. El primero de ellos aborda la historia de la misma, el pasado tepaneca, este pueblo prehispánico que se asentó en el siglo XIII de nuestra era en la Cuenca de México y cuyo poderío militar les llevó a echar raíces en Azcapotzalco, su principal territorio o altépetl (ciudad-Estado). El segundo se enfoca en las brujas, los mitos y las leyendas. El tercero nos lleva por las delicias gastronómicas del lugar, algunas de ellas reconocidas a nivel mundial; y está también un episodio dedicado a la música, el arte y la cultura del lugar. Para llegar al quinto capítulo, dedicado a su producción industrial en la zona de Vallejo. 

Azcapo Radio se suma a una serie de propuestas sonoras que se han desarrollado en los últimos años en español. Si bien el podcast es una herramienta que no es nueva —en países como EE.UU y Reino Unido es ya de uso común—; en América Latina está gozando de un buen momento no sólo porque su producción es considerablemente más económica, sino más que nada, porque no tiene restricciones de temas, ni de tiempo ni de enfoques. 

«Creo que el podcast se viene a insertar dentro de la industria creativa como algo muy positivo. De toda la constelación de posibilidades, de exploración, de difusión, de crecimiento de disciplinas, el podcast vino a llenar un lugar que no sabíamos que estaba vacío y que era tan necesario. Normalmente cuando pensamos en los medios tradicionales siempre es la elección de información y luego un medio masivo que lo distribuye y entonces se acerca al público. Hoy el podcast nos da la oportunidad de generar contenidos, de consumirlos, moverlos y de posicionarlos. El podcast todavía es una fuente de divulgación, de generación de comunidad, que se puede hacer desde casa. Se requiere recurso económico, pero fácilmente se puede hacer con lo doméstico, con una computadora. Por ejemplo, Radio Nopal, que es un proyecto de podcast que a mí me gusta mucho, no usa computadoras para hacer sus podcast, entonces a mí me parece que es una oportunidad de oro para no tener pretextos y hacer y hablar de lo que quieras.

»También me emociona mucho lo que sucede con el podcast, con los audiolibros, con esta posibilidad de generar nuevos contenidos a través de la voz. Llevo varios años en radio y afortunadamente entré a la curva de los podcast y los audiolibros desde hace varios años y, de verdad, no es lo mismo entrar a la cabina de radio y tener la interacción con la gente, a profundizar con tu voz, dialogar con el proyecto y ejecutar un personaje para que eso alguien más lo escuche y quizá nunca te enteres de qué pasó.»

Frente al culto a la imagen, una revalorización de lo sonoro

Apartar la mirada de la pantalla en estos días pandémicos sobre todo, es difícil. Frente al teletrabajo y el consumo de contenidos bajo demanda, el culto a la imagen se ha desbordado. Ésa es la competencia del podcast, aunque no le declare batalla directa ni haga grandes cruzadas para captar adeptos. El del podcast es un gusto que se adquiere poco a poco y que se saborea con es misma paciencia y lentitud. Desde contenidos noticiosos como los de El Hilo, periodismo narrativo como Radio Ambulante, derecho y cultura pop, como Derecho Remix, hasta filosofía y cultura pop como Estética Unisex, los temas son varios e interesante, pero en este formato también se han creado grandes ficciones sonoras. Hace unos días hablamos de Biotopía, aunque existen otros como Fausto, narrado por Damián Alcázar, que se centra en una historia sobre la violencia en México; y otros como El gran apagón, que en España fue uno de los pioneros en abordar la ficción. Las posibilidades son infinitas como la promesa de hacer volar nuestra imaginación.

«Yo trabajo mucho con comunidad infantil y como se sabe, las infancias pasan mucho tiempo frente a las computadoras, frente a las pantallas, es una prótesis en nuestras vidas y a mí me fascina ver cómo cuando estos niñes escuchan alguna pieza sonora, de inmediato sus ojitos se les salen de la órbita porque empiezan a dimensionar a través de la imaginación el relato. Lo cual nos lleva a la fantasía, que es una palabra completamente olvidada.»

Así que, mientras no podamos salir, escucha este podcast para que cuando llegue el momento el viaje que hagas no necesariamente sea al otro lado del mundo. Puedes tomar tu bicicleta, subirte al metro y caminar por el centro de esta alcaldía, visitar sus restaurantes, comer una petrolera y gozar de la arquitectura de sus viejas casas coloniales.