Café Zimmermann llevó lo mejor de Bach al #Cervantino


Por Huemanzin Rodríguez


Ciudad de México, México, 12/10/15, (N22).- A Johann Sebastian Bach se le ha llamado con justa razón el “Padre de la música”, pues lo mismo era un gran instrumentista que un compositor prolífico que incluso sus obras más modestas son depuradas partituras que a siglos de distancia, siguen cautivando a los músicos de otras épocas. En el Templo de la Valenciana, una agrupación relativamente nueva se ha dedicado con entusiasmo a la obra de Bach, se trata de Café Zimmermann, que desde su nombre hace ya un guiño al compositor barroco. El recital comenzó con el Concierto de Brandenburgo núm. 5 y continuó con el Concierto para Oboe de amor en La mayor. Bach fue uno de los primeros músicos en escribir obras para el entonces nuevo instrumento.

«El concierto que hemos tocado de Bach es en realidad una transcripción de un concierto escrito para cemballo, del cual sabemos que Bach escribió una versión para oboe de amor, pero que no tenemos la música precisa, es una transcripción que hemos hecho sabiendo que él estaría de acuerdo en principio», así lo mencionó Pablo Valetti, director del Café Zimmermann.

Café Zimmermann es el nombre de la cafetería que Gottfried Zimmerman fundó en Leipzig, que alojó al Collegium Musicum de George Philipp Teleman, y que dirigió Bach durante diez años. Desde este detalle entendemos que para la agrupación francesa dirigida por Pablo Valetti, el entorno y lo subjetivo son tan importantes como la técnica para entender y ejecutar la obra de Bach.

«Bach estaba sin duda, más que influenciado por Lutero. Y conocer un poco qué es esta religión, que es un poco diferente que la cristiana, son cosas que nos ayudan a conocer un poco el mundo de Bach»

Café Zimmermann se caracteriza por la calidad de sus intérpretes, como de Céline Frisch, codirectora y clavecinista que ha grabado lo mismo las Variaciones de Goldberg, que obras de Ligueti o De Falla. Por su parte Pablo Valetti, ha sido violinista en agrupaciones tan importantes como Hesperion XXI, Les Arts Florissants o Le Concert des Nations.

«En la familia Bach eran todos músicos. Eran una corporación, prácticamente. Se reunían todos los años en gran número, y cantaban y tocaban música hasta tardísimo en la noche. Los vecinos se quejaban porque hacían mucho ruido, se divertían mucho y bebían mucho. Y esto se oye en su música, hay una gran felicidad en la música, seguramente en la religión también había un gran confort. Pero sobre todo creo que hay una profunda felicidad en la música», dijo Valetti.

El recital se completó con el Concierto para violín en La menor y la famosa Suite núm. 2 en Si menor.

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