Redacción/CDMX
Un gusano plano llamado planaria se puede encontrar en lagos y estanques de todo el mundo.
Su cabeza es del tamaño de un alfiler, cuenta con una estructura microscópica que pasa por un cerebro.
Pero posee la capacidad de la regeneración perfecta, si se le parte por la mitad, a su cabeza le crecerá una nueva cola, mientras que a su cola le crecerá una nueva cabeza.
Si a uno se le parte por la mitad, en una semana dos gusanos se alejarán nadando.
Hacer crecer la cabeza por parte de la cola del gusano es lo que intriga a Michael Levin, biólogo de la Universidad de Tufts, quien estudia cómo se desarrollan los cuerpos a partir de células individuales.
Sus investigaciones le llevaron a sospechar que la inteligencia de los seres vivos se encuentra en un grado sorprendente fuera de su cerebro.
Por ejemplo, las células de la parte trasera de un gusano pueden contener inteligencia colectiva, porque cada sistema cognitivo está formado por algún tipo de partes, dice Levin.
Un animal que puede sobrevivir a la pérdida total de sus cabezas fue el sujeto de pruebas perfecto para el investigador.
Hace una década Levin, hizo un experimento, debido a que las planarias suelen agruparse en zonas lisas y protegidas en la parte baja de un estanque, el investigador utilizó un plato con fondo corrugado para entrenar a planarias dándoles pequeños trozos de puré de hígado colocándolo en el centro del recipiente que estaba corrugado.
Al principio estas se mostraban reacias a cruzar las divisiones para conseguir el alimento, sin embargo, consiguieron perder el miedo y se dirigían hacia el centro sin importar las divisiones en el terreno.
Al mismo tiempo entrenó a otro grupo de planarias pero en un plato liso.
Después, decapitó a todas, esperó dos semanas mientras a las colas les volvían a crecer nuevas cabezas.
Luego colocó a los gusanos regenerados en platos corrugados y vertío el apetitoso hígado en el centro.
Los gusanos que habían vivido en el plato liso temían ir por el alimento, sin embargo los que se regeneraron a partir de colas que habían vivido en el plato corrugado aprendieron a buscar la comida más rápidamente.
Así que las planarias, a pesar de la pérdida total de sus cerebros, habían conservado el recuerdo de la recompensa del hígado.
Y es que las células normales, no solo las cerebrales, altamente especializadas como las neuronas, tienen la capacidad de almacenar información y actuar en consecuencia.
Levin ha demostrado que las células lo hacen utilizando cambios sutiles en los campos eléctricos como un tipo de memoria.
Algo que ahora se le conoce como cognición basal, que busca las características distintivas de la inteligencia, como el aprendizaje, la memoria y la resolución de problemas, tanto fuera como dentro del cerebro.
Levin sospecha que la cognición probablemente evolucionó cuando las células comenzaron a colaborar para llevar a cabo la tarea de construir organismos complejos y luego se transformaron en cerebros para permitir que los animales se movieran y pensaran mas rápido.
(Con información de scientificanamerican.com)