La tercera sinfonía de Beethoven pudo haberse llamado “Bonaparte”

Redacción/CDMX

La sinfonía número 3, estrenada ante la audiencia en 1805, marcó un antes y después en el mundo de la música occidental, todo de la mano del talento de Ludwig van Beethoven.

Según su biógrafo, Jan Swafford, Beethoven era un gran admirador del general Napoleón Bonaparte, que en ese momento era visto como el explotador de los ideales de la Revolución Francesa con el lema de “liberta, igualdad y fraternidad”.

Tanto era el respeto que este tenía por el estratega militar que, su tercera sinfonía tenía como título “Bonaparte” pero, el manuscrito original que contenía ese nombre fue tachado con tal fuerza que solo quedaba una rasgadura profunda en el papel.

Pero ¿qué fue lo que impidió que este nombre saliera a la luz?

Para 1793 y 1794 ya se estimaban entre 30 mil y 50 mil muertes en nombre de la revolución, además sus vecinos Austria, Prusia, Rusia y Gran Bretaña veían esta idea de la revolución como una amenaza para sus propios sistemas monárquicos y sus aristocracias.

Entonces, aprovechando este vacío de poder que se había generado en las fuerzas militares francesas, Napoleón empezó a escalar en los rangos de las tropas republicanas.

Durante 1792 y 1797 ocurrieron la primera parte de las guerras napoleónicas, en las cuales, Bonaparte logró hacer retroceder a las poderosas tropas austriacas hasta su propia casa, forzándolas a firmar un frágil acuerdo de paz.

Cuando Napoleón volvió a Francia fue para convertirse en el primer cónsul, figura que compartiría con otras dos personas, Emmanuel-Joseph Sieyès y Pierre-Roger Ducos.

Por su parte, Beethoven a sus 31 años, pasaba por varios problemas de salud que lo aquejaban y por recomendación de su doctor, en 1802 se había retirado a la pequeña población de Heiligenstadt, a las afueras de Viena, para así darle descanso a su oído que había comenzado a fallar.

Su sodera aumentó, lo que lo hizo estar a punto de terminar con su vida. Pero según sus palabras, las cuales se leen en su testamento “Solo el arte me retuvo, ya que se me hizo imposible dejar el mundo hasta que hubiera producido todo lo que he sido llamado a producir, así es que he soportado esta terrible existencia”, es por lo que decidió volver a Viena a recorrer un nuevo camino.

Para 1804, Napoleón Bonaparte empezó sus planes para convertirse en emperador de Francia. Al llegarle la noticia a Beethoven, desencadenó uno de sus famosos episodios de ira.

Su amigo Ferdinand Ries recordaría el incidente diciendo que cuando llegó al estudio, vio la última composición de Beethoven, titulada: “Buonaparte”, en el escritorio.

Beethoven expreso su disgusto por la decisión de Bonaparte, ya que “ahora sería él quien pisotearía los derechos humanos de los hombres y se creería un tirano”. Rompiendo así la parte donde se podía deslumbrar el título de la partitura.

Para diciembre de 1804, ambos dejaron huella a su manera, Napoleón coronándose a sí mismo como emperador, mientras que Beethoven dirigió por primera vez “Eroica” – el nombre con la que se le conoce a la tercera sinfonía – en un evento privado.

Beethoven eliminó todo rastro de la dedicatoria de su oba a Bonaparte, y solamente dejo una referencia algo ambigua: “A la memoria de un gran hombre”.

Aunque en el manuscrito de la Eroica que permanece en la biblioteca Gesellschaft der Musikfreunde de Viena, se puede ver el nombre original de la tercera, Sinfonia Grande Intitulata Bonaparte (Gran Sinfonía titulada Bonaparte), el apellido de Napoleón fue fuertemente tachado.

(Con información de BBC Mundo)