¿Desaparecerán las librerías tal y como las conocemos?

Moderados por Jorge Carrión, libreros de Santiago de Chile, Nueva York y Querétaro, reflexionan sobre la supervivencia de las librerías en la pandemia y frente a mercados como Amazon dentro de la 40 FILO

Ciudad de México (N22/ Ireli Vázquez).- Los libros son la forma de viajar a esos mundos que imaginan los escritores y, aunque todos podemos percibir de manera diferente la escritura, lo cierto es que un libro nos hace sentirnos menos extraños.

Para que un solo ejemplar pueda llegar a nuestras manos, éste tiene que pasar antes por muchas personas, desde el escritor, el editor, hasta quienes los producen en serie; los distribuidores y su llegada a los estantes de nuestra librería favorita y de ahí, a nuestras manos.

Ya no es novedad el hecho de que la pandemia ha sido la principal causa de que muchos comercios cerraran sus establecimientos, y entre ellos se encuentran las librerías. En este contexto, dentro de las actividades de la 40 Feria Internacional del Libro de Oaxaca 2020, se llevó a cabo la primera conversación del encuentro de editores y libreros, el tema que se tocó durante la mesa: ¿Desaparecerán las librerías tal y como las conocemos?

Estuvieron presentes tres ciudades diferentes del mundo, tres librerías que con altas y bajas siguen en pie para llevar los mejores libros a los lectores. Los representantes fueron Eduardo de la Garma y la librería La Comezón (Querétaro, México); Francisco Mouat y la Librería Lolita (Santiago de Chile, Chile); y Javier Molea y McNally Jackson (Nueva York, Estados Unidos), quienes estuvieron moderados por el escritor y crítico literario Jorge Carrión.

Y aunque «la diferencia es enorme entre cada una de ellas», como lo mencionó en entrevista con Noticias 22 Digital, Eduardo de la Garma, sus particularidades hacen de cada una de ellas un espacio querido por la gente.

La conversación inició con una pregunta referente a conocer sobre cómo ha sido el sobrellevar las librerías, la economía y sus propias lecturas durante este tiempo de pandemia.  El primero en dar su opinión fue Molea, «el sentimiento fundamental es de ansiedad. Para mí fue muy difícil leer, es difícil concentrarse […] quizá mi situación fue muy diferente, pero la ansiedad de acá, estar en espera de lo suceda el 3 de noviembre, quién va a determinar el futuro de este país y ahí se va a decidir la economía, si va para un lado o para el otro, su reactivación, […] la economía está estancada y eso afecta a las librerías y no solo las librerías, sino el comercio físico en general.»

En consecuente, Mouat, explicó que la situación para ellos fue un poco difícil pues cerraron las puertas de la librería en el mes de marzo, «somos diez personas las que trabajamos en Lolita, durante un mes estuvimos encerrados en nuestras casas, confinados, y no generamos ni un peso durante ese tiempo, un tema así para una librería pequeña que vive del día a día fue un tragedia. ¿Cómo enfrentamos esta situación?, comenzamos a ejercer toda la creatividad posible y a pensar que teníamos que seguir resistiendo, que teníamos que emplear el trabajo desde casa, emplear el correo electrónico como un vehículo para conectarnos con nuestra gente, y meses después inauguramos la tienda online, que es la que nos permite pensar que algún día volveremos a ser la librería como el espacio qué era.»

En comparación, durante la entrevista, de la Garma hizo referencia a que, al ser una librería pequeña y no tener tantas personas involucradas, la situación para él fue un poco más sencillas, pues La comezón es un proyecto personal. «En esta pandemia la verdad es que no la he pasado mal, pero también en un año como muy bueno para una librería mediana o grande, pues también para mí no es tan bueno. No se trata de algún “privilegio”, más bien es responsabilidad, si no invertiste tanto, si no tienes tanto que perder, si yo no tengo empleados, porque a mí me gusta estar inmerso, […] las librerías grandes podrán tener otras alegrías, pueden tener acceso a otros o mejores catálogos, pueden tener mejores negociaciones con ciertas editoriales o distribuidoras, yo no tengo eso, pero cuando llegan las crisis, a las personas que todo el tiempo estamos en crisis, no nos va tan mal.»

Asimismo, dentro de la charla se abarcaron temas sobre el uso de la tecnología, los pros y los contras que ha tenido dentro la resistencia de las librerías independientes.

«Ahí tengo muchos sentimientos encontrados, porque es raro, ¿qué tanto puedes conocer a alguien a través de sus publicaciones de Instagram? o ¿qué tanto puedes conocer a alguien entre la puerta de la librería y el mostrador donde paga? Y a veces, como el sentido común diría que la realidad pesa más… pero a veces siento que conozco más a mis clientes por su vida virtual que por la vida real, […] eso me ha sorprendido en términos positivos y en términos negativos, he encontrado mucha gente que nos sigue o que está al pendiente de las novedades de la librería, pero luego están en otros lugares y piden libros y preguntan por el precio, y se me hace raro porque muchas veces puede costar menos que el envió. Está muy padre tener una comunidad muy grande virtualmente, pero después no está tan padre que esté tan lejos», comentó en entrevista De la Garma.

Por otro lado, Mouat, de manera muy entusiasta platicó la experiencia y las maneras en cómo afrontaron la situación por la que estaban pasando. «Un amigo nos dijo: «¿Por qué no inventan el Bono Lolita?», teníamos una base de clientes-amigos de la librería y elegimos de esa base a 300 aproximadamente, y de esos 300, hubo más de 200, que compraron un Bono Lolita, no tenía monto, era lo que ellos quieran pagar y ese Bono Lolita, en el fondo, era un dinero pagado directo a la librería por compras futuras.»

Las compras en línea han sido unas de las principales maneras de mantener el flujo comercial dentro del confinamiento. Sin embargo, las grandes concesionarias, de alguna manera, han sido un peligro para la subsistencia y sobrevivencia de los pequeños y medianos emprendedores.

Jorge Carrión, en 2017 lanzó un manifiesto titulado «Contra Amazon», y después se convirtió en un libro, en donde él hace la denuncia: «si escribes en Google “Amazon librería” te aparecen decenas de links a páginas de Amazon donde se venden estanterías. No me cansaré de repetirlo: Amazon no es una librería, sino un hipermercado. En sus almacenes los libros están colocados al lado de las tostadoras, los juguetes o los monopatines. En sus nuevas librerías físicas los libros están colocados de frente, porque solo exhiben los cinco mil más vendidos y valorados por sus clientes, muy lejos de la cantidad y del riesgo que caracterizan a las auténticas librerías». Y en esta conversación dentro de la FILO, no fue de esperarse las opiniones acerca de este tema.

«Entiendo que es imposible pelearle a Amazon un espacio en el marcado on line, nosotros no lo utilizamos con la esperanza de sacar algo a cambio, nosotros lo utilizamos con la esperanza de aquel cliente que no quiere comprar en Amazon, tiene la opción de la tienda en línea de las librerías independientes», mencionó Javier Molea. «Yo creo que una campaña que se puede hacer contra Amazon es seguir fortaleciendo los espacios independientes, es decir, en la medida que nosotros tengamos la capacidad como librería de hacernos indispensables para esa masa crítica que necesitamos para que nuestros espacios sigan vivos, yo creo que esa es la manera de combatir a Amazon porque en el fondo declararle una guerra al capitalismo salvaje no sirve de mucho si no tiene que ver con cambiar ciertos hábitos», continuó Francisco Mouat.

Durante la entrevista, de la Garma comentó acerca de la crisis económica a la que se enfrentan la población y sobre qué es lo que necesitan los lectores en el sentido de poder apoyar a las editoriales independientes. «De repente y he escuchado con otros colegas, por ejemplo, sobre el programa de estímulos a la creación, de arte que en México están muy institucionalizados y poco a poco se han extendido a proyectos, como “si yo tengo dos años, ya puedo acceder a una beca del Fonca para que me dé un dinero mensual, para que pueda desarrollar algunas presentaciones de libros” o algo parecido, y eso está muy bien, pero yo lo que pido es que le den estímulos al lector, no a mí. En realidad, lo que a mí me sirve es que el lector tenga más tiempo libre. Como más me está pegando esta pandemia es que parece que la gente es cada vez más utilitaria o mezquina, piensan dos veces antes de adquirir un libro de doscientos o trescientos pesos, porque tiene que llegar a la renta, tienen que comer, tiene que pagar y hacer un montón de cosas, y eso es lo que a mí me afecta: el bolsillo y el tiempo libre del lector», concluyó.

Aquí puedes ver la charla completa:

Aquí puedes leer la experiencia de dos librerías más, proyectos independientes. Uno en Guadalajara y otro en la Ciudad de México.

Librería La Murciélaga

Casa Impronta

Imagen de portada: Librería La comezón