Una narrativa a cinco minutos del crimen o de la cordura

«Escribir es ver, mirar lo suficiente», dice Ariana Harwicz, en la charla que sostuvo junto a Yael Weiss y Mónica Ojeda, donde ahondaron sobre el tema de la escritura, los personajes, el arte y los bordes de lo humano, en el marco de la FILO

Ciudad de México (N22/Ana León).- En 2019, la escritora mexicana y conductora, Yael Weiss publicó Hematoma (Elefanta Editorial); en ese mismo año vieron la luz dos obras más Matate, amor, de Arianna Harwicz, que si bien ya había sido publicada unos años atrás llegó a México ese año bajo el sello Dharma Book; y lo mismo sucedió con Nefando, de Mónica Ojeda, que nos trajo Almadía Editorial. ¿Qué une a estas tres voces narrativas? El primero es un libro de relatos; los dos restantes, novelas. El hilo conductor en ellos es la forma en que cada narradora explora esa parte oscura del ser humano, los límites de aquello que nos han enseñado es bueno o malo, normal o anormal, natura o anti natura, la razón y la locura. Y que está en todos nosotros.

La conversación En la cuerda floja de la literatura, parte de las actividades e la 40 FILO, inicia en ese punto. La importancia del trabajo con los límites, irse directo contra ellos y replantearlos, porque ninguna de ellas se ajusta a ningún corsé. Y es ahí donde radica lo inquietante de su obra. Al leerlas, uno puede sentir la desesperación de sus protagonistas o la ansiedad o la ausencia. La protagonista de Matate, amor, de Harwicz, por ejemplo, vive una maternidad salvaje y descoloca aquella romantización del ser madre. La voz de este personaje que piensa y repiensa la humanidad del ser que acaba de dar a luz y la propia, transita a dentelladas. Baila en la cuerda floja de la lucidez y la demencia. Por otro lado, en Nefando, Mónica Ojeda, confronta al lector con sus propios prejuicios, con sus propios miedos, con el cuerpo y la carne, con la sexualidad y el pudor, con el límite del deseo y el placer, y la posibilidad de que el alcanzarlos permita a nuestro yo más cruel, más salvaje, más primitivo, ver la luz.

En el caso de Yael, ella, como lo menciona al inicio de la charla, disfruta trabajar el borde, y compara la soledad y el aislamiento con la locura, mientras que en lo social, para ella, está la cordura. «Cuando alguien empieza a delirar, a no estar compartiendo el mismo mundo, las mismas cosas; no ve la lámpara que todos estamos viendo […] sino esta persona empieza a pensar que las cosas son diferentes, nos damos cuenta que está en ruptura con la normalidad, con el mundo compartido». Su exploración inicia por un interés personal, el miedo a la locura, no por la locura en sí misma, sino por el sufrimiento que genera en el momento de la transición, cuando aún hay conciencia de que «tu mundo y el mundo de los demás ya no están empalmando.»

Las tres exploran temas como éstos y también el dolor, la violencia y el cuerpo a través de la escritura. «La escritura se convierte en una especie de desvelamiento», una forma de aprender la subjetividad, señala Ariana. Y también una mirada, esa mirada constante con la que se analiza el mundo y con la que se rompe la lógica de una lengua, de una costumbre, de algo heredado, señala. Sus personajes están a cinco minutos de ser criminales, a cinco minutos de ser ciudadanos nobles, a tres de ser una madre que puede matar a su hijo o cuidarlo. De lo que se trata eso de ser escritor es de «ver lo que no ven otros. Y siempre lo que no ven otros es algo que está oculto, que está en el límite.» Por eso, ella trata primero no de escribir, porque eso es lo último, sino de mirar, de ver.

Para Mónica sí, se trata de ver, pero mucho de lo que se mira y que parece velado, no es que no esté ahí, en la superficie, sino que simplemente lo atravesamos, y la escritura lo hace tangible, hace tangible esos fantasmas, esas cosas «que llamamos horribles, incómodas o tabúes.» Algo que ella relaciona con lo siniestro, «esa grita que se abre en lo cotidiano». «Aquello ignoto en los ambientes conocidos.» Y la literatura da la posibilidad de que «desde un lugar «seguro», darte la oportunidad de volver cuerpo ciertas cosas que no estamos volviendo cuerpo.»

Aquí puedes escuchar la charla completa.