El libro Regreso a la Tierra, publicado por Gris Tormenta, encuentra una consonancia inesperada con su tiempo, una nueva capa de lectura se agrega a las memorias de nueve astronautas a su regreso de la Luna. Nosotros regresaremos de un viaje menos excitante, pero igual de desconcertante
Ciudad de México (N22/Ana León).- «Ahora estábamos de regreso, y me preguntaba cuál sería la siguiente fase de mi vida. Todo era distinto ahora y lo sería por siempre. ¿Cómo concluye la interpretación de su vida un hombre que ha caminado sobre la Luna? Sólo tenía treinta y nueve años y había estado en la cima del mundo. ¿Qué más me quedaba?». Cuando el libro Regreso a la Tierra, que contiene esta declaración de Buzz Aldrin, uno de los dos primeros humanos en pisar la Luna, vio la luz, no había una pandemia. Ahora, su lectura se resignifica de una manera inesperada en el tiempo. Las reflexiones de nueve astronautas sobre el regreso, encuentran consonancia con este viaje tan inesperado, tan tenebroso, pero también tan introspectivo que es este virus y este confinamiento.
Platico con Jacobo Zanella, uno de los dos editores fundadores de la queretana Gris Tormenta —el otro fundador es Mauricio Sánchez— y traductor de los nueve testimonios de los astronautas que dan cuenta de su regreso a la Tierra, y me dice que cuando un astronauta sale de la Tierra, su reencuentro con la Tierra es muy revelador. Hay una melancolía que se despierta en este regreso, porque «están preparados para salir, para viajar, para explorar, para hacer sus experimentos en el espacio, pero no están preparados para regresar, porque nadie se imagina que te deban de preparar para regresar.»
Escribe Scott Kelly (West Orange, 1964), que pasó un año en el espacio (2015-16):
«He estado asignado a un vuelo espacial o entrenándome para uno casi sin descanso desde 1999. Será todo un cambio no volver a planear mi vida de eso modo.»
Y continúa Zanella: «Y ésa es otra como correspondencia con el tiempo actual, ¿cómo nos prepararíamos como personas, pero también como humanidad para “regresar al mundo”? El mundo se va a ver muy igual físicamente, pero el software con el que funcionaba ya no va a funcionar, o va a ser un nuevo software o va a tardar mucho en restaurarse ese viejo software o nosotros mismos no vamos a querer usar ese viejo sistema operativo. Y es lo mismo que les pasa a los astronautas. Regresan a la Tierra y ven otra Tierra, otra casa, ven todo distinto. El libro está lleno con un montón de detalles que hacen eco con el momento actual.»
Es maravilloso y aterrador cuando un libro encuentra esta consonancia con su tiempo. Cuando lo que se lee hace tanto eco con las emociones no sólo de unos cuantos, sino de un mundo que está experimentando exactamente lo mismo.
Escribe Al Worden, que viajó a la Luna en 1971:
«Todavía no sé qué hay allá afuera. Lo que percibí con mucha fuerza es que como especie no hemos experimentado todavía lo suficiente del universo. Todo lo que ahora creemos podría ser inexacto. Hemos desarrollado nuestras ideas apoyándonos sólo en lo que podemos ver, tocar y medir».
Cuánta resonancia tiene esta reflexión cuando nos enfrentamos a algo que no vemos a simple vista, que no podemos tocar y que, a duras penas, podemos medir.
«Pareciera que todos los astronautas se convirtieran en humanistas de un minuto a otro, de manera inesperada» me dice Jacobo, porque empiezan a hacerse preguntas como: ¿quién soy yo?, ¿por qué estamos en el universo?, ¿cuál es el límite del universo?, ¿cuál es mi lugar en ese infinito?
«Ellos ven unas cosas y sienten unas cosas que nadie más ha sentido. Sólo hay 600 astronautas que han salido de la Tierra y regresado y sólo esas 600 personas han podido ver este infinito. Que tu vista cuando se asome por una ventana no se tope con nada. Entonces sí, hay una transformación. El astronauta hace un viaje a espacio exterior, pero en realidad está haciendo un viaje hacia adentro de sí mismo.»
Chris Hadfield, uno de los astronautas que menciona el libro y una de las anécdotas que cuenta es la grabación de este video en la Expedición 34/35 a la Estación Espacial Internacional, en donde se filma cantando «Space Oddity», de David Bowie, que habla sobre este viaje introspectivo que es el estar afuera, contemplar desde la ventana de la nave la Tierra y que lo que miras no tenga fin.
«Ellos vieron la Tierra a través de una ventana en un solo vistazo, eso es muy fuerte y todos quieren regresar. A lo mejor no es el lugar porque también tiene sus incomodidades, pero quieren regresar a ese estado de soledad, de reflexión y de tener la Tierra enfrente. Creo que nosotros vamos a extrañar o el mundo de antes o el mundo del confinamiento o las dos cosas en diferentes proporciones. Pero bueno, me parece un gran golpe y me parece una gran oportunidad de madurez, de entender el tiempo de otra manera, de tomar ese golpe de frente», concluye Jacobo.
La realidad nos ha hablado de diferentes maneras. Algunos lazos se han fortalecido, otros se han roto. ¿Qué de nosotros se ha hecho más fuerte? ¿Qué entendimos? ¿Cómo vivimos después de esto? Cuando lo que menos esperábamos nos cercó por todos lados, ¿cómo sorteamos esta mezcla de miedos, amor, soledad, colectividad digital, que se ha generado? Aún no lo sabemos. Lo importante es no volver a dar nada por sentado. No olvidar. Lo importante, es no olvidarnos.