«Fauxtogramas»: juego de realidades (2/5)

En esta entrega de reseñas de películas que nunca existieron, la cinta descrita es una carta de amor a la amistad y una crítica al término «parasaito shinguru o “soltería parásita”, estigma contra las mujeres que deciden no casarse en el Japón, ¿te suena familiar?

La casa que quise ser (2003, Japón)

 Dirigida por Michiko Yasuhara.

La fotografía japonesa estuvo marcada en la década de los noventa por el movimiento onnanoko shashinka (conocido en inglés como ‘Girly Photography’) del cual surgió una generación entera de fotógrafas que capturaban su realidad cotidiana en un estilo que podría describirse como de diario visual y que hoy nos es tan familiar por el fenómeno de Instagram, pero que en aquella década no tenía las mismas connotaciones reduccionistas y más bien ocasionó una sacudida enorme al mostrarle al Japón por primera vez una perspectiva femenina que hasta entonces no había tenido un escaparate propio.

La máxima estrella del movimiento, Mika Ninagawa, se convirtió en una célebre artista pop, hizo proyectos de moda y dirigió videos musicales. Otras como Yurie Nagashima y Hiromix alcanzaron status de estrellas mundiales de la fotografía. Michiko Yasuhara, a su vez, comenzó el 2000 dirigiendo el dorama (un género japonés parecido a la telenovela) que acabaría siendo más exitoso de la década y que le sirvió como cabeza de playa para lanzar su carrera de directora de cine.

La casa que quise ser fue su primera película. El guion, también escrito por ella, presenta la historia de Izumi (interpretada magníficamente por Manami Namioka), una laboratorista que un día recibe los resultados del análisis médico de su mejor amiga, Aya (Shiori Nakamura) que anuncian la presencia de un tumor maligno. Asustada, Izumi decide enseñarle los resultados a un médico antes que a su amiga para confirmar la noticia y el médico (Masatoshi Sato) no solo los confirma, sino que calcula que a Aya le deben quedar aproximadamente once meses de vida. Al verla devastada con la noticia, el médico se atreve a confiarle que existe un tratamiento experimental que ha generado mucha polémica en la comunidad médica porque requiere un trasplante sumamente riesgoso que en ocho de los once casos que se han intentado le costó la vida al donador, aunque en todos los casos le salvó la vida al receptor. 

La laboratorista le dice al médico que ella está dispuesta a ser la donadora aunque eso ponga en riesgo su vida, a lo que el médico se niega rotundamente argumentando que no existe una justificación médica para sacrificar conscientemente a una persona solo para que otra pueda vivir y durante un par de semanas Izumi trata infructuosamente de convencerlo con distintos argumentos, hasta un día en que le dice que Aya es madre de un niño y está felizmente casada, en cambio ella es soltera y probablemente nunca se va a casar ni a tener hijos así que sí existe una razón por la cual sería más importante preservar la vida de ella que la suya. El médico accede con pesar y, conscientes de que Aya jamás aceptaría esta solución, entre los dos deciden falsificar los resultados para llevarla al quirófano por otros motivos y realizarle la intervención sin que ella sepa lo que está pasando en realidad.

El tratamiento funciona, Aya sobrevive y en los meses siguientes una enfermedad fulminante acaba con la vida de Izumi, a quien Aya cuida hasta el final sin sospechar que su amiga murió por salvarle la vida.

La película, a primeras luces una conmovedora historia sobre la amistad, es también una crítica directa y sin concesiones al concepto de パラサイトシングル (parasaito shinguru o “soltería parásita”) que a menudo se usa como estigma contra las mujeres que deciden no casarse en el Japón y según el cual una mujer que no se casa ni se reproduce vale menos que una mujer que sí.


Los fauxtogramas son un proyecto de Alantl Molina y Paulina Camu en el que se usan fotos de escenas reales para crear películas imaginarias. Los diálogos y los títulos de las películas que inventan no tienen ninguna relación con las personas de la escena original y los personajes en los que transforman a esas personas no deben ser interpretados como una representación de ellas. Esas películas y las escenas fotografiadas son dos ficciones completamente independientes entre sí.

USSR (Un Studio Sobre Revolución) estará presentando una proyección virtual de la serie musicalizada en un faux live a través de su cuenta de Instagram: @ussrmx, donde además se estarán publicando materiales de la Colección Discernia, el archivo fílmico que difunde los fauxtogramas.