Almadía, Sexto Piso y Era: la edición independiente contra las cuerdas

Un panorama más crítico que el de costumbre ensombrece la vida de estas tres casas editoriales que hacen un llamado a sus lectores para poder seguir con esa labor titánica que es publicar libros, ese salto del sexto piso que es apostar por la edición independiente

Ciudad de México (N22/Ana León).- ¿Sabes por cuántas manos pasan los libros antes de llegar a las tuyas? Por muchas. «Cada editorial tiene sus procesos», me dice Guillermo Quijas, al frente de la editorial independiente Almadía, que este año cumplió quince años de existencia, «pero en términos generales, hay un trabajo con los escritores y las escritoras muy importante de acercamiento para conocer y afinar los textos, y a partir de ahí viene un proceso de lecturas, tres, cuatro, hasta cinco distintas lecturas; de estilo, para corregir errores de dedo, cuestiones tipográficas y para diseñar la caja del libro; ahí hay un equipo de editores que hacen ese trabajo. Y, a la par, quien diseña las portadas se encarga un poco de trabajar en la propuesta específica de los libros en concreto. Pero para que todo eso suceda, también tiene que haber una comunicación desde el principio con el equipo de marketing, con el equipo de promoción, con el equipo de ventas para definir qué tipo de libro queremos. Y para definir ese tipo de libro es desde el número de páginas, el tiraje, hasta el tipo de portada que vas a utilizar. Hay un trabajo de colaboración que sucede escalonado a lo largo del tiempo para poder tomar las decisiones de todos los libros y construir un plan editorial con el que uno se sienta seguro y que, además, sea coherente con la línea editorial. Es mucha gente la que trabaja en ese sentido, haciendo una inversión importante en términos de trabajo y en términos económicos de hasta tres o cuatro meses para hacer un solo libro. Después, empieza el trabajo de distribución y de comercialización que también toma su tiempo y toma sus acuerdos puntuales con libreros, con ferias, con prensa y hasta después de los tres o cuatro meses de ese siguiente momento, es cuando empieza a haber una recuperación económica, esto es importante porque los plazos de recuperación de los libros son muy largos. Y ante una contingencia que, de manera tan dramática y tan drástica paró el flujo de efectivo de una forma tan rápida, pues simple y sencillamente te limita y te para las operaciones de inmediato.»

Este frenón de tajo de la economía, no sólo de un país, sino del mundo, es el que asaltó a las editoriales independientes y toda esa cadena, que detalladamente explica este editor, se vio amenazada también. Este es el escenario que los orilló a implementar una campaña de donación para poder cuidar del trabajo de las casi cien personas que laboran en estas editoriales y para no parar sus operaciones. 

Si bien Guillermo me dijo al final de esta entrevista que una de las ideas de esta campaña está en el entendimiento de «que hoy hay también muchas otras prioridades mucho más importantes que salvar tres editoriales, francamente», pero es a partir de esto que pensaron que el engrosamiento de este vínculo –editoriales y lectores– puede hacerlos parte de un proceso de construcción en donde «los libros también son importantísimos para lograrlo», pero ¿lograr qué?: la construcción de ese presente después de la pandemia. Un presente que se va apuntalando día con día no cuando todo esto termine, sino mientras todo esto sucede. Y lo son, los libros son importantísimos. Más allá del romanticismo de la utopía que es la existencia de una editorial independiente o la de una librería, los libros son una herramienta de comunicación y de memoria que ha sorteado el paso del tiempo sin perder su vigencia. Los libros, las colecciones, las editoriales, son un registro del paso del tiempo, son un comentario de su tiempo. Es un momento de la historia que reverbera. Si uno se asoma a colecciones como la de Adelphi, por ejemplo, legendaria editorial dirigida por Roberto Calasso, encontrará las ideas de pensadores, escritores, de la cultura universal, que han imaginado y analizado otros mundos posibles, y en esos mundos se ha alojado la historia de las ideas de toda una época. Si regresamos más de quinientos años atrás, es la influencia de editores como Aldo Manuzio la que marcó la vida del libro como lo conocemos ahora; fue la industria editorial veneciana la que marcó a generaciones y generaciones. Relatos, textos, escritos que han revelado existencias y derribado muros, ¿no es ésta razón suficiente para proteger su permanencia? 

Bajo la campaña Almadía/Ediciones Era/Sexto Piso dependientes de lectores, estas tres editoriales buscan recaudar en un mes –iniciaron a principios de mayo– un total de dos millones de pesos «que son para salarios, para regalías y para la imprenta de los libros, para que podamos seguir teniendo libros para cuando las cosas vuelvan a la normalidad.» 

La economía del libro independiente no es de acumulación sino de supervivencia, explican estas tres casas editoriales en esta campaña donde también nos dicen que, si bien dependen de lectores, también dependen de los puentes que han construido para llegar justo a ese último eslabón: el lector. Antes, están los escritores, los traductores, las librerías, y todas aquellas manos que mueven el libro de las manos del autor a las tuyas. 

Este es un proyecto de tres editoriales, Almadía, Sexto Piso y Era, pero en específico, ¿cuál era la situación de Almadía antes del Covid? 

-Era una situación, la verdad, compleja. En general los libros que publicamos y el tamaño de la editorial, siempre ha sido lo que hemos cuidado mucho: publicar pocos títulos, escoger muy bien los tirajes e ir creciendo poco a poco para intentar llegar a otros lectores. Creemos que siempre es un escenario precario el de las editoriales independientes; sin embargo, estábamos cumpliendo quince años, habíamos logrado fortalecer medianamente bien México, estábamos bombeando nuestros libros a América Latina, entrando en soportes digitales como audiolibros e ebook de manera paulatina y teníamos programado la presencia de nuestra editorial en España. A partir de ahí se podrían detonar otro tipo de proyectos y otro tipo de dinámicas. El mercado español también estaba en un buen momento. Lograr poner un pie allá no sólo nos iba a dar acceso a otro tipo de libros también, sino a tener relaciones con otro gremio también importante como es el español,y eso iba a permitir que la editorial creciera y que pudiera fortalecer su catálogo; era el proyecto cumbre que habíamos pensado desde hace muchos años. El otro, ya era el de los libros electrónicos, ése era un proyecto muy importante que íbamos poco a poco echando a andar y ahorita decidimos intentar apresurarlo en la medida de las posibilidades; hoy contamos con cincuenta títulos ya en formato electrónico.

Evidentemente esto fue un golpe muy fuerte. 

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En la mirada de Guillermo Quijas no sólo es necesario el apuntalamiento de la economía del libro independiente, sino también el escenario para las librerías, pues si bien «las ferias son el segundo o el tercer canal de distribución de nuestros libros más importantes y de todas las editoriales, creo, y me parece que todavía este segundo semestre del año va a estar complejo, porque seguramente se van a poder hacer pero no va a poder haber eventos muy grandes; no lo sabemos, a ciencia cierta. Y precisamente por eso, las librerías creo que se vuelven el punto neurálgico de la industria del libro, son quienes, en el momento de la reapertura –esta reapertura va a ser escalonada, seguramente van a poder ingresar un número determinado de personas a las librerías, también eso va a acotar la venta–, pero las librerías son las primeras que van a empezar a generar flujo de efectivo.

Creemos que es importante que todas las editoriales impulsemos la reapertura efectiva de las librerías y que agilicemos también los procesos de envío de libros, de cortes, y que hagamos compromisos con las librerías para que también el dinero se mueva rápido, porque si no, ya de por sí está afectado, y si todavía tarda más, las repercusiones serán más drásticas. 

-¿Qué debería de cambiar en el futuro, o desde ahora, para sentar las bases para que el panorama de los libros independientes no estuviera bajo amenaza todo el tiempo?   

Creo que hay dos grandes temas, digo puede haber muchos más, pero creo que el tema de políticas públicas, de legislar el comercio del libro, es el tema central y aquí creo que la ley del libro juega un papel bien importante, que tengamos sobre todo este tema del precio fijo para que las librerías medianas y pequeñas puedan competir contra las grandes, y para que la oferta de libros sea el punto principal para los libreros, lo cual ayuda a las editoriales pequeñas. Ése es el gran tema y creo que estamos muy avanzados en eso; falta un tema de reglamentación en la ley, y creo que ése sería el primer paso. 

El segundo paso tiene que ver a nivel macro, con acuerdos gremiales entre los editores y los libreros, también porque el mercado está, de alguna manera, mal regulado. Por ejemplo, está el libro de texto famoso que muchas editoriales venden directo y no pasan a través de las librerías, y yo creo que es momento de intentar hacer un acuerdo en donde todos los libros pasen por las librerías, por lo menos en su mayor porcentaje. Creo que este mecanismo ayudaría a mantener el mercado a nivel general y, evidentemente, a las editoriales, y a las librerías. 

Yo pondría esos dos escenarios sobre la mesa, por supuesto hay muchos más: el Conaliteg (Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos), las bibliotecas escolares, las coediciones, pero todo eso son publicaciones y si no hay dónde venderlas, tampoco se puede hacer mucho. 

-¿Qué significado tenía para ti antes ser independiente y qué significado tiene ahora?, ¿esa idea ha cambiado de alguna forma?

Siempre es un gran debate el tema de los independientes. Creo que, más o menos todos entendemos que ese concepto de ser independiente es como estas propuestas arriesgadas, hacerlo uno mismo, intentar encontrar cosas que no estén condicionadas sobre todo por el mercado, eso es un poco la esencia de ser independientes. Pero, al final, justo cuando pensábamos un poco en la esencia de esta campaña, hablábamos de la dependencia que tenemos de todos, del equipo de colaboradores, por principio de cuentas y, al final, de los lectores, que son los que soportan toda la cadena del libro con sus compras.