Muchas propuestas culturales independientes ya sea espacios, librerías, editoriales, entre otros, se han unido para afrontar la pandemia; otras tantas, se mantienen lanzando propuestas en solitario
Ciudad de México (N22/Ana León).- ¿Cómo afrontarán la crisis sanitaria los equipos de propuestas culturales independientes? ¿Cómo resistir a este escenario cuando ya de por sí el de la vida cotidiana no es tan fácil de encarar? ¿Cómo mantenerse a flote? Muchas propuestas culturales independientes en “condiciones normales” sortean el ya de por sí no tan fácil camino de la supervivencia. Editoriales, espacios de reunión para presentaciones de libros, librerías, se enfrentan ahora a la suspensión de actividades “no necesarias” decretada por la Secretaría de Salud.
Como vemos en redes y como seguro lo experimentan en la experiencia personal, ¿cómo pasar estos momentos de encierro —aquellos que tienen la fortuna de poder hacerlo— sin leer un libro o ver una película o escuchar música o ver la ópera, sin el teatro, sin la danza? Más que nunca, se evidencia el valor que tienen las artes y las propuestas culturales para sensibilizarnos, para salvarnos del aislamiento y acercarnos a otras realidades, mantenernos en comunidad ahora que se cuestiona la figura del otro, cuando el miedo al otro, empieza a [re]surgir.
Nos hemos acercado a algunas propuestas culturales para conocer cómo afrontan estos días difíciles. Aquí, la séptima de ellas.
Revista Este País
Nacida en 1991 como revista impresa, Este País, llegó con el eclipse de aquél año. Como se lee en su página, fue la primera en abrirle espacio a encuestas, sondeos y análisis estadísticos. Es parte de la casa editorial independiente Dopsa S. A. de C. V. Dar espacio a la discusión y reflexión que construya democracia, ha sido su objetivo mes con mes, desde hace 29 años. Permanecer casi tres décadas dentro del ámbito de la vida independiente, no es fácil y en estos tiempos pandémicos, menos. Aquí el testimonio de su directora, Julieta García González; su coordinador de Alianzas y Estrategias, Andrés Padilla; y de su editora digital, la escritora Karen Villeda (Agua de Lourdes, 2019).
¿En qué situación estaban antes de la crisis sanitaria?, cómo vislumbraban el panorama respecto al funcionamiento de su propuesta?
Llevamos ya un año y medio financieramente complicado. Cambiaron cosas en el país respecto de los medios en general y eso nos afectó. Siempre hemos sido una empresa pequeña.
Este País acaba de cumplir 29 años. No es poco y nunca ha sido fácil. Ha implicado replantear el proyecto en muchas ocasiones. Sí, hemos tenido que adaptarnos a los cambios de administración en el gobierno, pero también a los intereses de nuestros lectores en cuanto a temas y puntos de vista. Ahora estamos en una etapa en la que creemos importante hablar de género, de medioambiente, de movilidad urbana con todo rigor y sin descuidar la agenda política, el debate público, los datos “duros” y, por supuesto, la cultura en todas sus formas.
Hemos incluido contenido novedoso en nuestra agenda editorial como un blog semanal exclusivamente de ilustración acompañado con crítica social, un panorama auditivo acerca de los sonidos urbanos o textos híbridos, donde se combinan géneros como ensayo y fotografía, poesía y dibujo. Nos interesa incluir voces que representen a diversas generaciones. En Este País puedes encontrar autores que son pesos pesados pero también talentos incipientes. Seguiremos apostando por ser un medio plural. Eso no cambiará.
Luego de la contingencia sanitaria, ¿cómo ha cambiado ese panorama?
Sabemos que vienen tiempos muy difíciles y estamos haciendo todo lo posible por sobrevivir. Como también sabemos que nuestros contenidos son súper buenos, estamos buscando algo que nos ayude a estar balanceados.
Lo que cambia es, quizás, la velocidad con la que debemos hacer esa adaptación. Es algo generalizado, hay actividades que se detuvieron de sopetón: una detención a gran escala que ocurrió en muy pocos días. También es un poco paradójico, porque las actividades de la empresa no pueden detenerse. Dependemos de que se sigan realizando, aun cuando hemos tenido que desplazarlas fuera de la oficina y hacia dentro de nuestras casas. Por nuestra parte vamos a seguir publicando, en la medida en que podamos, textos que consideramos relevantes y sobre los que hay que seguir pensando y sintiendo para lo que viene después de la pandemia.
Un punto clave es que, a pesar de que no somos un medio estrictamente noticioso, siempre buscamos brindar un análisis de temas relevantes a nuestros lectores y, actualmente, la pandemia acapara. En este caso, procuramos abarcar la contingencia desde puntos de vista que son disímiles pero complementarios: en nuestro sitio web (Aquí puedes suscribirte) encuentras ensayos feministas sobre cómo las mujeres sobrellevan este episodio, escritos científicos sobre las cifras de la enfermedad, ilustraciones de la vida actual con la amenaza de COVID-19, entre otros contenidos. Queremos llegar al mayor número posible de lectores.
¿En qué momento empezaron a cambiar su dinámica de trabajo? ¿Cómo se modificó ésta? ¿Qué medidas han tomado para, de alguna forma, seguir operando?
Todos nos fuimos a trabajar a casa a partir del 20 de marzo. Las dinámicas han sido complicadas porque los tiempos son muy complicados: todos tenemos ahora las distracciones de la casa, la limpieza, la pareja, los hijos (cuando los hay), hacer la comida, la compra de víveres (que también ha cambiado), las mascotas, etcétera.
Operamos en línea, tratamos de organizarnos lo mejor posible. Tenemos un horario, pero no siempre se respeta porque, como decíamos, a veces se dificulta con lo que sucede en casa y no siempre logramos sincronizarnos. Pero de que lo intentamos: lo intentamos.
Las herramientas digitales, de las que solíamos hacer uso desde antes, se han convertido en las mejores aliadas. Los correos electrónicos parecen ser las notas editoriales que tomamos a mano, nuestras juntas cara a cara ahora son por Zoom, el chat grupal nos recuerda a cuando hacemos lluvia de ideas en la oficina.
Estar juntos (presencial o digitalmente) es de suma importancia en un medio editorial puesto que hay que estar dialogando constantemente. Y en equipo. Eso no lo hemos dejado de hacer. Los tiempos cambian y los canales de comunicación también.
Se apela a la solidaridad y varios se han unido a esta propuesta llamada #crisiscompartida, ¿ustedes lo han hecho? ¿cómo ha funcionado? Si no, también es pertinente pensar en tejer redes que permitan afrontar la emergencia en conjunto.
Nosotros lo hicimos casi desde el arranque. Le llamamos #cuarentenasolidaria y #cuarentenacompartida. Pensamos que era fundamental participar y dar a conocer a quienes ofrecían bienes y servicios en los barrios, en las colonias. Nos han llegado peticiones y solicitudes de pequeños comercios en distintos estados de la república y compartimos todos los que llegan lo mejor que podemos. Pensamos que hay que hacer eso porque es una red de la que todos dependemos. Nuestro foro puede ser mediano, pero tiene el prestigio de los años, así que de algo debe servir que le demos voz a quienes no la tienen.
Lo seguiremos haciendo todavía un rato más, mientras podamos. Entendemos que esto es también una cuestión de oleadas y que ahora hay una suerte de pasmo por lo que ha pasado, pero pensamos que vale la pena reactivar, cada que se pueda, estas ofertas de bienes y servicios.
Otra de esas pequeñas resistencias ha sido #CrisisCompartida. Desde muy pronto nos invitaron a sumarnos a esa trinchera cultural que reúne a proyectos culturales de distinto tamaño. Es una campaña interesante por el simple hecho de recordarnos que no estamos solos, que, de hecho, estamos juntos en ese espacio virtual y mediado que permite internet y las redes sociales. Y eso a pesar de la distancia física –curiosidad de la web, como que niega la geografía. Para nosotros es muy importante saber que tenemos ese respaldo, y así como lo recibimos, lo damos. Quizás parezca poco, pero es este apoyo el que nos salva de esos pensamientos apocalípticos que pueden ser más o menos recurrentes dependiendo del humor del día.
Además, no solamente compartimos lo que están haciendo nuestros colegas, sino que en nuestras redes sociales hemos dado espacio para hablar de otros negocios que también están resistiendo: la fonda, la tiendita, entre otros.
Mucho empieza a llevarse en digital y en entrega a domicilio, se ha terminado el encuentro físico, la reunión, ¿creen que luego de la crisis sanitaria éste será un modelo que predomine?
Esperamos que no: esperamos que, como el cine con el streaming, se logre una convivencia. Igual que sucede con los libros en papel y los libros digitales: unos no impiden la existencia de los otros.
Nos parece fundamental el contacto cercano, la presencia, para casi cualquier labor humana. Es muy obvio en el trabajo: somos menos eficientes ahora, desde casa, que cuando podíamos resolverlo todo en una junta de pasillo que duraba apenas un minuto. Pero suponemos que sólo se ha de saber con el tiempo, ¿no?
Hacia afuera, ese modelo digital y de entrega a domicilio no es completamente nuevo para nosotros. Para una revista como Este País es fundamental contar con una base de suscriptores. Además ya desde hace tiempo que contamos con suscripciones digitales, pero estamos haciendo un esfuerzo redoblado en esta área. No porque creamos que el papel vaya a desaparecer, sino porque permite otras formas de lectura, otras formas de compartir los textos, y porque es verdad que actualmente la pandemia ha modificado, a diferentes escalas, nuestros hábitos de consumo. El reto quizás consista en combinar lo físico y lo digital, lograr que ambos formatos funcionen juntos, de manera equilibrada; es algo que estamos intentando también con nuestra página web. Queremos que las discusiones que van a papel encuentren más textos y más voces con las que conversar en la página web y lo mismo en sentido contrario.
Este momento justo ¿obliga a replantearse la forma en que se genera cultura, propuestas culturales y la forma en que se llega a la gente?
La cultura parece tener siempre una vida propia, casi ajena a la voluntad de quien la dirige. Pero vamos a aventurar algunas cosas: creemos que la cultura se consumirá más, pero no necesariamente se revalorará, –ojalá nos equivoquemos. También creemos que, pase lo que pase, la cultura puede muy bien ser la salvación a todo esto. La ciencia y la cultura. La cultura como una herramienta para una mejor planeación, para integrar los datos. Incluimos en la cultura a la arquitectura y a la divulgación, por ejemplo.
Una vez más, la respuesta estará en el futuro no tan lejano. Lo que sí podemos decir es que todo lo que hacemos es un producto cultural y, en esta pandemia, ha sido muy bien recibido, quizás porque aporta elementos para la comprensión, la claridad, la evasión y el disfrute.