Del espacio a la Tierra y de la Tierra a las semillas

Una visión de lo macro a lo micro, la vista de la Tierra desde el espacio y de la tierra hacia las plantas por medio de las cuales garantizamos nuestra supervivencia, de la mano de dos científicas

Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la ciencia, dos mujeres nos invitan a mirarnos a los ojos. Una de ellas baja su mirada desde el espacio, la otra nos invita a mirar las semillas para, de nuevo, mirarnos a nosotros mismos. De lo macro a lo micro, de afuera hacia adentro, ellas encuentran sus respuestas en la humanidad y son optimistas en las posibilidades para el futuro pero, para ello, hay que buscar el conocimiento no sólo en el laboratorio y la academia. 

La primera de ellas es Dava J. Newman, profesora del programa Apollo en el departamento de Aeronáutica y Astronáutica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Su trabajo en la NASA se ha centrado en la exploración del Sistema Solar y llevar gente a la Luna y Marte. Tiene doctorado en ingeniería biomédica aeroespacial, y maestrías en ingeniería aeroespacial y tecnología y política. En los últimos años, a través de la docencia, ha buscado ejercer en la Tierra buena parte del conocimiento adquirido en la exploración espacial. En tiempos del presidente Barack Obama (2009-2017), fue la segunda al mando en la NASA. 

«Fue increíble trabajar en la Administración de Barack Obama, en NASA fui la número dos como Administradora Adjunta y fue fantástico. Básicamente mi trabajo estaba entre la ciencia y la tecnología, con una gran cantidad de asociaciones y relaciones internacionales. La NASA trabaja con ciento veinte naciones diferentes, incluido México. Por tanto, se trataba realmente de una exploración global con fines pacíficos para la humanidad, con el fin de acelerar nuestro conocimiento científico y de exploración.»

¿Cuáles son las cosas que podemos aprender sobre el espacio?, quiero decir, si vemos las estrellas ¿qué podemos aprender de nosotros?  

Lo llamamos “el efecto general”. Todas las personas que han orbitado en el espacio y ven la Tierra, se transforman, porque lo que ven es un planeta hermoso. Marte no es la opción B, a pesar de que mi especialidad es llevar astronautas a la Luna y a Marte. Cuando miras hacia atrás en la Tierra, ése es el planeta número uno. Aquí es donde las humanidades necesitan prosperar. Entonces, sí nos transformamos mirando hacia abajo en la Tierra, tienes una perspectiva diferente. 

La humanidad es una sola, lo que yo hago afecta lo que tú haces, como lo que hace cualquier nación. Es realmente transformador pensar al planeta de una manera holística, que es nuestra nave espacial, todos somos astronautas en la Tierra. Al poner en nuestra mentalidad esta perspectiva, nos damos cuenta que realmente todos estamos juntos en esto. Ese es un aspecto realmente importante en la exploración del espacio, la exploración del Sistema Solar trae de vuelta ese conocimiento a la Tierra, que es un hermoso y magnífico planeta único; pero el cambio climático, con las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera que hacen que las temperaturas estén aumentando, y nuestras peores ofensas van directamente a nuestra diversidad oceánica… soy optimista en que podemos resolver estos retos, pero creo que será a nivel de base, porque todos los estudiantes a los que enseño son increíblemente inteligentes, saben la circunstancia en la que se encuentran y quieren trabajar juntos para que se vea lo que todos podemos hacer juntos por la Tierra. 

Por lo tanto, queremos proporcionar los datos de la Tierra, por así decirlo, el ADN de la Tierra. ¿Qué es lo que podemos hacer con nuestros datos espaciales al dárselos a las personas? Así, a través de la ciencia ciudadana, asegurarnos de tomar las acciones correctas para acelerar un cambio positivo.

¿Qué es lo que pasa con el conocimiento? Ahora sabemos muchas más cosas que antes no sabía la humanidad y cuando vemos las decisiones políticas de los líderes de países con economías desarrolladas, en desarrollo o emergentes, parece que ya no importan las corrientes políticas, todos coinciden en las mismas estructuras económicas que terminan por afectar nuestro entorno,  ¿qué es lo que podemos hacer los ciudadanos con ese conocimiento? 

Ésa es la gran pregunta. Tenemos el conocimiento y los datos, primero necesitamos compartirlos y darles un mayor alcance, pero luego tenemos que cambiar el comportamiento humano. Esa es la parte más difícil de cambiar, el comportamiento humano. ¿Cómo podemos hacer que todos nosotros actuemos de una manera más responsable y con más equilibrio con nuestros océanos, nuestras tierras y todos los seres vivos? Ésa es la tarea, es un desafío que creo será a través de la cooperación espontánea, realmente un movimiento de base. Por lo tanto, los datos científicos son importantes y todo ese conocimiento, pero ¿qué hacemos al respecto?

Esencialmente las cosas sí han cambiado, no sólo el conocimiento, también las mentes y los corazones; y probablemente algunas de las soluciones están en la empatía y la compasión de la mano de las sabidurías antiguas de los pueblos indígenas que han vivido en equilibrio con la naturaleza.  Por lo tanto, todos debemos aprender una lección de nuestros libros de historia. Todos tenemos que aprovechar esa sabiduría antigua del equilibrio y hacer nuestra parte. Si todos nosotros hacemos lo que nos toca, piensa en que miles de millones de personas que cada día hagan algo poco de lo que les toca hacer, entonces podríamos tener un enorme cambio positivo en la dirección contraria a lo que hacemos en este momento. 

Creo que realmente necesitamos escuchar y aprender para crear esa empatía y compasión por todos los seres vivos. Hoy lo que vivimos en nuestro planeta es un llamado de los signos vitales de la Tierra.  ¿Cómo la cuidamos?, ¿cómo escuchamos esos signos vitales?, ¿cómo actuamos?

Lo que tenemos que hacer con los datos y la participación espontánea, es empoderar a las personas para que puedan actuar en este momento de la historia. 

¿No crees que después de años de conocimiento delimitado por la especialización y de propuestas para simplificar todo, el verdadero reto de nuestro tiempo sería actuar con una conciencia del conocimiento sin fronteras entre ciencia, técnica y humanismo? Finalmente, los datos no son nada si no se estudian, usan y se confrontan.

Estoy de acuerdo, incluso yo que soy una ingeniera aeroespacial, una científica de cohetes, he dedicado toda mi carrera a la educación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas; y les hablo a mis alumnos de una manera muy diferente, les digo que todo siempre lo han tenido las artes. Les digo que todas las disciplinas son importantes para la cantidad de desafíos que tenemos. En mi caso, el clima en la Tierra, la exploración, lograr una identidad humana interplanetaria. Pero, ¿cómo podemos lograr eso?, sólo es posible si conocemos nuestra historia, si tenemos artistas, si tenemos a nuestros contadores de historias, a la gente visionaria y, por supuesto, a nuestro personal técnico. Y la forma de lograrlo es interconectando todas las disciplinas. Todos nos necesitamos unos a otros. Por eso creo que realmente es un buen momento para ser educador, un educador multidisciplinario. Seguramente tú puedes enseñarme muchas cosas sobre periodismo, narración y cultura, como yo puedo enseñarte de cohetes y cómo mantener vivas a personas en la Luna y en Marte. 

La gente es inteligente así que hay que empoderarla, donde exista pasión, sea cual sea, podemos lograr un empujón hacia la dirección correcta y generar un cambio del comportamiento humano. Podemos lograr un progreso increíble y sorprendente para la Humanidad.  

¿Cuál sería tu recomendación para las generaciones jóvenes?

Amor. Primero y ante todo, el amor. Después es necesario actuar y recordar siempre que todos somos iguales. Debemos de amar a nuestros vecinos y cuando se explore, pensar en términos globales porque el conocimiento es para todos nosotros. 

Mi misión es asegurarme que cada niña o niño tenga un gran futuro para poder ser los astronautas de la siguiente generación, deben de saber que todo el trabajo que hemos hecho es para ellos.

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Para esa generación en formación van enfocadas muchas preguntas que ponen en tela de juicio a nuestras dinámicas cotidianas. Si hablamos sobre el cambio climático y el medioambiente, eso nos llevará a las formas en que generamos nuestros consumos. La científica Tiziana Ulian, quien se ha comprometido con la preservación de plantas y semillas silvestres del mundo, ha observado que el 80% de las calorías consumidas por los humanos viene de doce plantas producidas en monocultivos, lo que implica no sólo un problema ambiental grave, también la pérdida de la biodiversidad y el conocimiento milenario. 

Desde 2007 trabaja en los Jardines Botánicos Reales de Kew, en Reino Unido y ha desarrollado importantes trabajos en América Latina y África para el Banco de Semillas del Milenio –también en Reino Unido–, que a diferencia del banco de Semillas en Svalbard (Noruega) que está enfocado a las semillas con las que nos alimentamos; el del Milenio está enfocado a las plantas silvestres. El trabajo de Ulian ha sido publicado recientemente en el libro de Wild plants for sustainable future, que comenzó como un proyecto de conservación de plantas útiles en cuatro países de África (Botswana, Kenya, Mali y Sudáfrica) y en México, en el estado de Puebla. 

«El proyecto duró varios años de trabajo con las comunidades de cada uno de estos países. Al principio decidimos con qué especies trabajar, no fue una decisión que tomamos los investigadores, fue en discusión con la comunidad y nuestros colegas de cada país, para saber cuáles eran las especies más importantes que les importaba conservar para sus hijos en el futuro. Ya con los resultados armamos programas de conservación. Como científica del Royal Botanic Gardens en Kew,  Inglaterra, tengo acceso al Millennium Seed Bank, un banco de semilla para la conservación de especies silvestres. Entonces, hicimos un programa para recolectar las semillas y conservarlas en el país de origen, y después duplicarlas en el Banco de Semillas, que es un respaldo para el futuro. Junto con las comunidades y nuestros colaboradores hemos llevado a cabo una investigación para entender cómo propagar las semillas en el futuro ante una posible escasez, para el uso de las especies, para generar estudios fitológicos y fisiológicos de las especies y tener información necesaria de las semillas, información necesaria y útil para el cultivo y la conservación. Junto con las comunidades también analizamos las propiedades y el uso de las plantas, con la idea de desarrollar un programa que permita la generación de ingresos para las localidades. Nosotros no comercializamos los productos, ayudamos a que desde la comunidad se generase esa comercialización. Trabajamos con varios tipos de información: la generada en el campo, la recopilación de conocimientos de la comunidad y la investigación científica. Eso es el libro. El trabajo de diseño de proyecto fue de 2007 a 2008, el trabajo de campo fue hasta 2014, y de 2014 a 2019 se decantó a información de cuarenta autores para lograr el libro que está coeditado por cinco instituciones de los cinco países y nuestro centro en Kew.»

México es famoso en el mundo por el tequila y ahora por el mezcal, que se extraen de algunas especies de agaves, pero hay muchas más de las conocidas. El trabajo de investigación que hicieron en el Valle de Tehuacán – Cuicatlán en Puebla, en colaboración con la UNAM, estuvo enfocado a un agave. ¿Cómo fue la experiencia?

En cada comunidad la gente seleccionó veinte especies, destacando una. En el caso de México, la decisión fue sencilla porque la comunidad ya tenía algunos trabajos enfocados en este agave porque comen sus flores en tortilla, la fibra de sus hojas es usada para tejer. Las especies que privilegiaron las comunidades son multiuso. Conservamos también varias cactáceas, como la pitaya, pues su fruto es muy importante. También trabajamos con el tetecho, otra cactácea, sus flores también se comen y entre las comunidades es algo así como un ingrediente delicatessen, yo le veo a esa planta mucho potencial más allá de la comunidad. 

También trabajamos con árboles bursera, que reconoces por su corteza roja, tienen propiedades medicinales. Y no quiero dejar de mencionar al orégano mexicano que se suele usar en la comida, pero también es una planta medicinal. Todas las especies tienen más de un uso. México es un gran ejemplo de biodiversidad, ocupa el quinto lugar mundial y tiene un alto nivel de plantas endémicas. Casi la mitad de todas las especies que poseen, cerca de 22 mil, sólo pueden ser encontradas en México. Y eso se refleja en la diversidad cultural. ¡Es increíble en México, es el paraíso para los botánicos!

De las plantas con las que trabajaste, ¿hay alguna que te haya cautivado más?

En México me han atraído las cactáceas que las encuentras en muchas variedades, crecen muy lento y en México puedes encontrar variedades en diferentes alturas. Sus formas, sus frutos, las flores, es un grupo que me fascina. En África sería el baobab, que no es solamente una parte del paisaje, es una planta multiusos, es importante como comida, también de ese árbol se sacan medicinas, el tronco es una fuente de agua, da sombra y es un árbol sagrado. Su presencia es fundamental para entender tanto al paisaje como a las comunidades.

Cuando estaban desarrollando este proyecto, la actividad económica de la ganadería a gran escala creció de manera descomunal. En este siglo, como nunca en la historia, se consume más carne. Eso ha deforestado campos, bosques y selvas del mundo justo en lugares donde se está buscando proteger a las especies endémicas.

Es cierto. También la población mundial ha crecido mucho. Eso tiene un impacto muy grande. Pero uno de los problemas que yo veo es que las instituciones, los políticos y los gobiernos son los que más desconocen las especies de plantas y su uso. En realidad, es fácil destruir una especie o un bosque cuando no los conoces. Se han deforestado bosques sin saber que ahí podría estar la respuesta contra el cáncer o la malaria. Por eso, como investigadores debemos sensibilizar, llevar el conocimiento al mundo y trabajar con las comunidades; debemos tener la ambición por acercarnos a los conocimientos tradicionales. Con la ciencia podemos comprobar las propiedades de las plantas. Nuestro objetivo, insisto, es dar a conocer la biodiversidad y al saberlo, es muy natural conservarla. Debemos llevar este conocimiento a la gente, a los políticos y a quienes toman decisiones. Creo que esa es la parte más importante de nuestro trabajo. 

¿Hay una responsabilidad entre los ciudadanos?

La humanidad ha centrado casi la totalidad de su consumo de calorías a solo doce especies de las catorce mil que hay en el mundo, es una visión limitada de la biodiversidad. Tenemos una investigación que, de esas 14 mil, por lo menos 5 mil podemos consumir. Vivimos gracias a las plantas, nos vestimos gracias a ellas, estamos perdiendo nuestra relación con la naturaleza. La vida urbana nos dificulta ver cuánto es lo que dependemos del medioambiente. Es cierto que se necesita divulgar el conocimiento científico, pero también debemos tener eco-consciencia. 
Pienso que el individuo es muy importante y tenemos que tomar nuestra responsabilidad en el mundo, no es sólo una cosa de políticos. Tenemos que aprender de la diversidad vegetal, tenemos que apoyar a los productores locales, tenemos que acercarnos al conocimiento de las comunidades, tenemos que investigar, tenemos que divulgar la información. Esos son nuestros retos.