Luiza Lian, desde el pasado para mirar al futuro

La cantautora brasileña sienta las bases de su trabajo en la música que ha marcado a su país, la Tropicália y la afrobrasileña, para proyectarla a algo tan global como una sonoridad electrónica

Ciudad de México (N22/Ana León).- «Hablar de música ‘moderna’ sin pasar por Caetano, es muy difícil. Son artistas que son muy referenciados, como Elza (Soares) que estaba ayer y está ahora», me explica Luiza Lian en un café de la Ciudad de México mientras platicamos de su tercer y más reciente disco, Azul Moderno, una producción que se toma muy en serio el pasado musical de su país y hace de éste el punto de partida de sus exploraciones y escuchas.

«Cuando lo escucho, no tenía que ver con la musicalidad, sino con el corazón partido, de las despedidas. Para despedirnos, a veces, tiene que haber un rompimiento y este rompimiento de una relación, de una sociedad o de una amistad, va a ser violento de una forma. Pero cuando miramos atrás hay que reverenciar lo que se ha vivido. Pero también cuando elegí estas sonoridades pensé que quería reverenciar este pasado musical y dialogar con él para descubrir nuevas cosas, nueva sonoridad.»

Lian llega a México por primera vez para presentarse el próximo 2 de junio en Pan y Circo, un lugar en la colonia Roma, y también para formar parte del FIMPRO 2019, el festival de música en Guadalajara.

Desde que lanzó su primer disco homónimo, en 2015, esta cantante y compositora paulista no ha detenido sus exploraciones. A éste le siguió Oya Tempo (2017) y luego vino Azul Moderno (2018). Los tres con fuertes bases en la tradición popular y moderna, pero buscando proyectar sonidos más globales y con una atención específica en la creación de imágenes a través de sus letras, pues las artes visuales se cuelan de a poco en cada exploración musical ya que forman parte del pasado personal de esta cantante, al que no ha renunciado del todo.

Este es tu tercer disco, Azul moderno, ¿cuál es el ánimo o la ide a que lo ronda y cómo se genera?

Mi trabajo es una mezcla de distintas influencias que se pasan por la música brasileña, claro, pero también una música brasileña un poco más espiritualizada que se mezcla entre las religiones afrobrasileñas. Azul moderno es una referencia a una canción de una compositora de la amazonia de Brasil de inicios del siglo XX, que estaba relacionada con la ayahuasca de la época y se decía que había visto a la virgen con su manto azul moderno, y azul moderno se representaba ahí, en el lenguaje popular, como un azul pacífico, como un azul del cielo. Y en mi cabeza, con las experiencias con la ayahuasca, para mí sería como un azul muy trascendental, colores que no se ven a simple vista, salvo dentro de esa experiencia.

Ésa es una primera atmósfera que ronda en mi disco, que es una relación muy fuerte y muy antigua que tengo con la ayahuasca y con esos rituales, y una reflexión sobre algunos cierres en mi vida.

Claro que no es un disco sólo de espiritualidad, porque la espiritualidad es algo que está muy presente en mi vida, pero no como algo a buscar sino algo que es. Un conjunto de símbolos que dan forma a la manera en que me relaciono y con mi vida que es muy urbana en Sao Paulo, con los medios que son modernos y locos.

Azul moderno es un disco que está relacionado con una serie de despedidas y una reflexión sobre la transición de la modernidad. Mi generación –Lian nació en 1991– ha vivido en la transición del milenio, donde en el mismo tiempo moderno es una cosa nueva y chida, pero moderno es algo que también es viejo, algo del otro siglo. Y también la música moderna, que son grandes referencias para nosotros como Caetano, Gilberto Gil, Jorge Ben.

Para hacer este disco fuimos a un rancho yo, Charles (Tixier), un ingeniero de sonido y Tim Bernardes, y grabamos low-fi, un disco con una atmósfera de Jorge Ben, con una sonoridad como si fuera un disco de los años setenta de Brasil. Levantamos la sonoridad de un disco para quebrarla después, es decir, inventamos un disco viejo que no existió y abajo de éste hay otro: un disco con una sonoridad de samba rock que después se ha transformado en un disco completamente electrónico.


Justo a eso quería llegar. Hay una constante búsqueda en éste, y tus dos discos anteriores, por sonidos electrónicos, pero con toda esa base de música afrobrasileña. Mencionabas a Caetano y a Gilberto Gil, pero además de ellos ¿quiénes son o cuáles son tus influencias?

Tengo una influencia muy fuerte de  la Tropicália que es inevitable para mí. Creo que es lo que más he escuchado en mi formación musical: Caetano, Gil, Gal Costa, Elza Soares, Maria Bethânia, Jorge Ben es una influencia muy fuerte para este disco, cuando hablamos de Brasil. Y se junta con influencias de la cultura popular, una música de ayahuasca, de tambor de criolla, y una influencia más internacional como Kendrick Lamar, las Ibeyi, y un compositor japonés, Haruomi Hosono.

Entre Elza Soares y Ava Rocha, ¿en dónde te ubicarías? Tomando en cuenta las sonoridades de cada una, en lo que ha hecho y hace Elza y la música en la que trabaja Ava. Una acotación que puede ser bastante básica, pero veo guiños a su trabajo en tu trabajo.

Es difícil porque hay muchas Elzas, para mí este penúltimo disco de Elza que es La mujer del fin del mundo, es un disco que me alegró mucho escuchar porque pensé: éste es el disco de Elza en esta generación. Y Ava Rocha es una artista con la que estoy muy cerca, componemos juntas. Ava empezó un poco antes que yo a lanzar discos, y me ha influenciado. Tenemos un diálogo muy fuerte, creo que estoy muy cerca de Ava, pero con algo que va más hacia lo electrónico, porque mi trabajo es más electrónico, que va más a una música un poco más pop. Es difícil encajar en un género ahí. Pero a lado de Ava.

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