Gelitin, humor irreverente y anárquico

El colectivo austriaco vuelve a México con una nueva propuesta artística, una serie de cerámicas que son producto de su particular relación con los objetos; un performance y una revisión a su trabajo anterior en el país

Ciudad de México (N22/Ana León).- Gelitin sincronizada gelatin es una exposición e instalación del colectivo austriaco Gelitin, integrado por Wolfgang Ganter, Ali Janka, Florian Reither y Tobías Urban. Ésta no es la primera vez que los austriacos visitan México, hace veinte años pisaron el país como parte de las actividades del espacio de creación de arte contemporáneo, La Panadería, de Yoshua Okón y Miguel Calderón, fundado en 1994. Estos cuatro entusiastas creativos, curiosos de lo que les rodea, son considerados unos pioneros en la activación del espacio y lo que hacen en la Sala de Arte Público Siqueiros es, de alguna manera, cerrar un ciclo, ése que se inició en los años noventa en su primera visita.

La exposición es curada por Michele Fiedler y será inaugurada la noche de este 4 de abril con un performance en el que participarán el DJ Julián Lede (Silverio) y el grupo europeo Young Boy Dancing Group, que utiliza diferentes partes de su cuerpo para sostener accesorios. Gesto que comparte con los Gelitin, que interactúan con los objetos y se relacionan con ellos a través del cuerpo. Todos lo hacemos, sí, pero estos artistas intervienen y dan forma a éstos con partes específicas del cuerpo: ya sea jugando con su propio sexo o las nalgas, o las manos, lo que se considere necesario en el momento.

Lo nuevo, 22 jarrones de cerámica cubiertos con azúcar derretida, ocupan la parte posterior de la planta baja de la SAPS, modelados justo con diferentes partes del cuerpo en la fábrica de cerámica de José Noé Suro, con quien no sólo han trabajado los artistas austriacos sino otras personas involucradas en el mundo del arte nacional e internacional. Desde 1993, Cerámica Suro se ha enfocado en la producción y promoción de objetos de arte contemporáneo.

Instalados sobre pedestales creados con pedazos de muebles artesanales, industriales o de diseño, los jarrones descansan sobre éstos, pocos se han dejado sobre el piso, pero más allá, cerca del fondo donde se asoma el letrero de los sanitarios uno más permanece un poco oculto y con un trapeador adentro. Me hace gracia el gesto [¿descuido?] y pienso si es algo intencional, una ironía de esas que caracterizan al colectivo. Me acerco a Wolfgang, me mira atento con unos ojos color de mar y sonríe cuando le señalo el jarrón con el trapeador.


—¿Es una broma?, le pregunto y sonríe. —Es lindo ver cómo las piedras pueden dialogar de diferentes maneras [refiriéndose a las cerámicas] y ver cómo se establecen diferentes límites con la audiencia. Ahí hay algo que tal vez los demás no están viendo, que tal vez pase desapercibido.

Fue en el espacio de Suro, en Guadalajara, donde ellos encontraron un lugar donde dar forma a estos jarrones de cerámica y un espacio donde hay un equipo que también se relaciona directamente con los materiales.

Sobre el performance de esta noche le pregunto si es una manera de cerrar un ciclo de aquella visita en los años noventa, y me dice que sí, que es una buena manera de cerrarlo, pero al mismo tiempo de introducir a su trabajo a aquellos que no los conocen.

«Nuestro trabajo es acerca de ‘trabajar juntos’, de cómo esta idea de arte nos junta, cómo sobrevivir, cómo podemos caer y encontrar una razón para levantarnos mañana. También hay mucho humor en nuestro trabajo, pero esto sólo pasa cuando los cuatro estamos equilibrados, hallamos un balance, y todo este organismo que somos se vuelve humor y no hay nada malo en ello. Es más como jugar. Claro que hay mucho en qué pensar, qué hacer, pero el humor está ahí y el humor conecta con la audiencia. No podríamos crear algo estando tristes todo el tiempo o que eso nos provocara tristeza, tal vez para algunos funciona, pero no para nosotros. Pero, es una broma en el mejor de los sentidos. No usamos el humor para ser simples, sino para ser más duros, tal vez.»


—¿Buscan que la gente sienta algo o que reflexione sobre algo?

—Claro. Pero no te voy a decir sobre qué [sonríe y abre más los ojos], porque eso cada uno tiene que hacerlo por sí mismo, no somos maestros. La gente suele pensar demasiado y no disfrutar la vida, ya es muy complicado vivir y sobrevivir, y todo el mundo trata de hacer todo bien. Es bueno tener este balance disfrutar y pensar sobre lo que se hace. Nosotros lo encontramos hallando nuestra forma de hacer las cosas.

En la parte de arriba hay un pequeño acervo de acciones anteriores: videos, documentación audiovisual y fotográfica que dan forma a una instalación. En 1999 visitaron México por primera vez, filmaron la road movie Grand Marquis, un viaje de Los Ángeles a la Ciudad de México. Luego volvieron en 2016, cuando levantaron dos columnas monumentales, Hermano mayor y Hermana menor, en la avenida Paseo Punto Sur, en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco.

Ahí arriba está Florian, otro de los Gelitin. Su práxis la han catalogado dentro del marco de la estética relacional donde el público interactúa con la obra o forma parte de ella. Le pregunto a Florian al respecto, me responde que está bien, pero que ellos no hacen este tipo de definiciones para lo que hacen, pero es una forma en que la gente lo ve, esta estética relacional, «nosotros estamos libres de estas definiciones».

Florian.

—¿Y si tuvieras que definir tu trabajo de alguna forma?, —Pues, diría que es arte contemporáneo y de vanguardia. Tratamos de crear cosas que expresen nuestra libertad, nuestra libertad artística. Queremos liberarnos de esas categorías: videoartistas, fotógrafos… Constantemente necesitamos cambiar nuestros medios para las cosas que hacemos. Comercialmente no es muy exitoso, pero es una buena forma de sobrevivir.

—¿Lo comercial es importante para ustedes?

—Pues somos profesionales, trabajamos con galerías, creamos objetos que son vendidos en galerías.

Están juntos desde los años setenta, pero se enfocaron más seriamente en el arte a partir de los noventa. Luego de tantos años, ¿cómo es trabajar juntos, desarrollar una idea? —Básicamente se trata de producir una buena energía juntos, hablar, intentar, seguir trabajando, hay muchas mutaciones, evoluciones, malentendidos, pero entonces hay que mirarnos los unos a otros, escucharnos y aunque algo sugerido parezca muy bueno, hay veces que se necesita tomar otra dirección y reducirse a lo realmente importante.

Algo necesario para mantener ese humor irreverente y anárquico que permea toda su obra, sus acciones y performances.

La exposición permanecerá abierta al público hasta el 23 de junio.

El performance se realizará esta tarde a las 19:30 horas en la SAPS.

Imágenes: © Ana León