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A 33 años de su muerte, ocurrida en agosto de 1984 en Los Ángeles, recordamos al escritor y periodista a través de la edición de Los primeros cuentos, publicado por Lumen
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Imagen: Truman Capote posando con cigarro. © Bettmann /Getty Images
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Ciudad de México (N22/Ana León).- En 1966 Truman Capote publicaba la obra que lo consagró como uno de los símbolos del Nuevo Periodismo, A sangre fría. Novela de no ficción, iniciada en 1959, que narra el asesinato de una familia de Kansas ocurrido el mismo año en que el escritor inició la investigación del crimen junto a la escritora Harper Lee. Antes de este trabajo durante el que se sabe Capote enfrentó problemas de alcoholismo y drogadicción, ya había publicado las novelas Otras voces, otros ámbitos (1948) y Desayuno en Tiffany’s (1958). Pero, ¿quién era Capote antes de ser Capote?
En 2014 la cruzada emprendida por el director de la editorial alemana Kein & Aber, Peter Haag, junto a la editora de la obra Truman Capote, Anuschka Roshani, en busca de la obra tardía del escritor y periodista finalizó con el hallazgo de veinte cuentos inéditos y una docena de poemas; contrario a lo que esperaban, los relatos pertenecen a la adolescencia y primera juventud del escritor: fueron redactados entre 1935 y 1943. El hallazgo se dio a conocer en el semanario Die Zeit en octubre de 2014. En ese entonces se anunció que en alemán los cuentos serían publicados por Kein & Aber y en inglés, por Penguin Random House. En 2016, la editorial Anagrama publicó en español Relatos tempranos que a diferencia de Los primeros cuentos, publicado por Lumen, edición que nos ocupa, incluye el relato “Los caminos se separan”.
El propio Capote reveló alguna vez, “empecé a escribir cuando tenía ocho años […] Así como algunos jóvenes practican el piano y el violín cuatro o cinco horas diarias, igual me ejercitaba yo con mis plumas y papeles. […] Mis tareas literarias me tenían enteramente ocupado: el aprendizaje en el altar de la técnica, de la destreza; las diabólicas complejidades de construir los párrafos, la puntuación, el empleo del diálogo. Por no mencionar el plan general de conjunto, el amplio y exigente arco que va del comienzo, al medio y al fin”. Buscando un refugio al aislamiento experimentado en la infancia –tras el divorcio de sus padres su madre lo llevó a vivir con sus tías a la granjas del sur de Estados Unidos, a Alabama–, Truman Streckfus Persons empezó a escribir a los ocho años, a los 17, de acuerdo a sus propias palabras, “ya era un escritor consumado”. Los relatos que comprenden esta edición de sus primeros cuentos en la traducción de Alan Pauls, responden a esa época en la que el escritor se obsesionaba no sólo por escribir bien, sino por llegar al “arte verdadero”. Encadenado a ese “noble pero implacable amo” –para Capote la entrega de un don viene acompañada con la de un látigo– el joven escritor se dedicó a registrar observaciones cotidianas. La vida diaria, las costumbres, los detalles, las formas de hablar, de vestir, escenas del sur profundo dan forma a estos trece relatos reunidos en esta edición que apareció en abril de este año en Argentina y que llega a la mesa de novedades de nuestro país este mes.
Los primeros cuentos revelan a un escritor puntilloso. Relatos que crean escenas, atmósferas y personajes en unas cuantas pinceladas: “Yo estaba sentado en el porche, mirando a una negra que se acercaba y preguntándome cómo podía llevar sobre la cabeza semejante atado de ropa sucia. Se detuvo y respondió a mi saludo con una risa, esa risa oscura y arrastrada de los negros”, escribe en “La señorita Belle Rankin”; “el sol del sur calentaba la tierra”, escribe en “La tienda Mill”; o “no había otra granja a seis kilómetros a la redonda, campos de un lado, pantano y bosque del otro. Sintió que tal vez había nacido para estar sola, igual que cierta gente nacía ciega y sorda”, en “La polilla en la llama”.
Capote sabe observar lo cotidiano y reflejarlo como un delicado juego entre realidad y ficción. Un sutil guiño hacia lo autobiográfico está presente en estas páginas en “De parte de Jamie”, donde un pequeño relata sus días en el parque a lado su nana, una nana poco menos ausente que sus padres, pero ausente al fin. La soledad y una cierta nostalgia de pasado se cuelan por estos primeros relatos en los que también están presentes referencias a la segregación racial, personajes marginales y el amor a la tierra; que si bien no están aún enfocados a lo periodístico sientan las bases de esa línea de pensamientos por la que años después el escritor sentiría atraído. “La credibilidad de los hechos, la inmediatez del cine, la hondura y la libertad de la prosa, y la precisión de la poesía”, características que destaca del periodismo como forma artística, están ya presentes aquí.
La paleta de colores de la que logró hacerse a través de guiones cinematográficos, comedia, reportaje, relato breve, novela corta, novela se fue consumiendo poco a poco junto con el escritor sumido, al final de sus días, “en mi oscura demencia, absolutamente solo con mi baraja de naipes y, desde luego, con el látigo que Dios me dio”.
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Truman Capote, Los primeros cuentos (2017). Lumen.
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