Antonio Díaz Soto y Gama, la revolución pendiente

  • Fue representante del zapatismo ante la convención de Aguascalentes con la finalidad de hacer realidad el contenido del Plan de Ayala

Por Leslie Varela
Distrito Federal, 04/04/13 (N22). Recuerdan
la vida y obra de Antonio Díaz Soto y Gama dentro del ciclo de conferencias “El zapatismo en la
memoria” que se lleva a cabo en el Museo Nacional de la Revolución con motivo
del 94 aniversario luctuoso de Emiliano Zapata que será el próximo 10 de abril 2013.

La
charla fue dirigida por Benito Cruz Urbina y el historiador Edgar
Damián Rojano García, también contó con la presencia de los cuatro hijos
sobrevivientes de Díaz Soto y Gama: Salvador, Ignacio, Albertina y Magdalena
Díaz Soto Ugalde, quienes al final del encuentro relataron algunas
anécdotas sobre su padre.

Para
Edgar Damián Rojano García, uno de los pendientes del bicentenario de la Revolución es el reconocimiento de la vida y obra de Antonio Díaz Soto y Gama,
uno de los personajes vitales dentro de la familia revolucionaria a quien la
historia de México aún no le hace justicia.
“Cuando
hablamos de intelectuales de la Revolucón generalmente nos atenemos a hablar de
José Vasconcelos o Luis Cabrera y no hablamos sobre Soto y Gama, que me parece, seguimos estando en deuda con él, porque igualmente es uno de los personajes
fundamentales para la construcción del México contemporáneo”.

Por
su parte, Benito Cruz Urbina expresó algunas reflexiones sobre la vida y obra de
Díaz Soto y Gama, de quien dijo fue un precursor revolucionario, luchador
social y agrarista ilustre con escaso reconocimiento por las autoridades y olvidado
por el pueblo.

“Siempre
se caracterizó por su inteligencia, su habilidad en la oratoria, dio muestras
de su gran amor a la provincia y a la Patria, pronto se dio cuenta del gran
drama que vivía el campesino mexicano propiciado por los hacendados, los
poderosos y hasta el propio gobierno, esta situación lo obligó afiliarse al
club liberal Ponciano Arriaga, donde compartió ideales con los hermanos Flores Magón,
Juan Sarabia y otros personajes, y más tarde se sumó a la lucha de Emiliano
Zapata, quien a su juicio, representaba los verdaderos valores sociales de la
lucha armada; el caudillo del sur lo acepta de inmedianto por sus antecedentes
como combatiente revolucionario y de firmes principios, lo nombra su  representante ante la convención de
Aguascalentes con la finalidad de hacer realidad el contenido del Plan de
Ayala; por si fuera poco, dejó un testamento político en donde plasma sus
aspiraciones diciendo que se haga efectivo el sufragio, que exista el municipio
libre y que las cámaras del Congreso de la Unión sean autónomas y que mediante
leyes se regulen  las elecciones, temas
que son muy actuales. Gracias al decidido apoyo de mi padrido Antonio Díaz Soto
y Gama, recibimos una dotación de tierras en el Estado de México”.

Memorias,
los hijos recuerdan
El
principal legado que dejó Antonio Díaz Soto y Gama, para su hijo Salvador
Soto Ugalde, fue su testamento político en numerosos artículos
periodísticos: “siempre vio por los pobres,
los campesinos, indígenas, exponiendo su vida, su familia, porque fuimos 12
hijos, y sin embargo, a veces no podía estar con nosotros, sino que estaba en la
política, una forma de honrar la memoria de mi padre es conociendo su
testamento político y social”.

Ignacio, otro de los hijos de Soto y Gama, señaló que su padre fue un hombre
completamente libre y honrado, que dio gloria a la vida de México. “A mí me tocó
estar en varios mítines en donde él hablaba, y su personalidad era tremenda. Se
paraba en la tribuna con los brazos cruzados y se callaba todo el mundo, y
empezaba su discurso, terminaba y lo llevaban en hombros a su domicilio en la
colonia Guerrero, no una, varias veces. A Vicente Lombardo Toledano le dijo en una
ocasión lagartija perfumada; mi padre hizo mil bondades a todo el pueblo y
sobretodo al zapatismo, por desgracia falta mucho por hacer en el campo, hace
falta otra revolución para acabar con tanto bandidaje”.
Pendientes
del zapatismo: ideales de Díaz Soto y Gama 
De
acuerdo a Benito Cruz Urbina, los cambios en el campo mexicano han sido aún
pocos: “de qué le sirve tener al campesino un terreno si no es apoyado
por el gobierno, éste debe apoyarlo pero no dándole lo de Procampo, no dándole
dinero, sino proporcionándole capacitación, instrumentos de labranza,
apoyándoles científicamente, mandándoles ingenieros agrónomos, esa sería la
mejor forma, porque ahora el campesino no produce ni siquiera para vivir, es más, se habla de que el reparto de las tierras no fue bueno”.

Antonio
Díaz Soto y Gama nació el 23 de enero de 1880 en San Luis Potosí, realizó sus
estudios en el Instituto Científico y Literario del mismo estado donde se
recibió como abogado.

En
1901 participó en el primer Congreso Mexicano donde se manifestó contrario al
régimen porfirista, lo que motivó ser perseguido y encarcelado; se exilió en los Estados Unidos, al regresar al país escribió en los periódicos Regeneración,
El diario del Hogar, La reforma Social y El Universal, donde
denunció  la corrupción y el
acaparamiento de las tierras por latifundistas.

Durante
el gobierno de Francisco I. Madero presentó junto con Juan Sarabia un proyecto
de Ley Agraria. Participó en la Casa del Obrero Mundial, después del golpe de
Victoriano Huerta. Se unió al zapatismo y se convirtió en su
principal teórico. En 1915 fundó el Partido Nacional Agrarista y fue diputado en cinco ocasiones. En su concepción del agrarismo incorporó algunos ideales de
León Tolstoi y evolucionó a una especie de socialismo cristiano. Fue profesor
de la Escuela Nacional Preparatoria en el Colegio de Sal Ildefondo y de la
Universidad Nacional. En 1958 recibió la medalla Belisario Domínguez, siendo
presidente de la República Adolfo López Mateos. Muere en la Ciudad de México a
la edad de 87 años, el 14 de marzo de 1967.
13MAG 

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