INAH emprende inventario fonológico de las 64 lenguas indígenas

Distrito Federal, 27/07/12 (N22).- Con
la próxima puesta en marcha del Laboratorio de Documentación y Análisis
Lingüístico, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta)
emprenderá un inventario fonológico de las 64 lenguas indígenas (con 364
variantes) que se hablan en el país, con prioridad en aquellas que están en
riesgo de perderse.

            El nuevo espacio académico, que ha
sido dotado de equipo de primer nivel, también servirá para la realización de
peritajes lingüísticos y antropológicos, en caso de ser requeridos por la
autoridad judicial, “toda vez que el habla es como una huella digital, personal
e intransferible”, destaco Francisco Barriga Puente, coordinador nacional de
Antropología del INAH.
           
            Tras señalar que este laboratorio
colocará a la investigación lingüística que hace el INAH en la ruta del siglo
XXI, porque contará con herramientas necesarias para que los lingüistas rindan
productos con la profesionalización necesaria que actualmente demanda la
disciplina, el especialista destacó que se tendrán al alcance aparatos de
medición y programas computarizados para medir y graficar las variantes del
habla de una misma lengua materna, es decir, las variantes lingüísticas.
            “Se cuenta con instrumentos como el
espectrógrafo, el nasómetro y el glotógrafo, que se ocupan de medir las ondas
sonoras del habla producidas por el aparato fonador del ser humano, es decir,
los pulmones, las cuerdas vocales, la boca y la nariz, así como zonas
específicas que sirven para modular o regular la emisión del sonido como son
los labios, lengua, dientes y paladar”. Todo ello influye en la frecuencia con
que se pronuncian las palabras y da características al modo como se escucha
cada lengua.
           
            Por ejemplo, citó Barriga Puente,
por medio de gráficas podremos distinguir cuáles son las lenguas más orales que
nasales; un caso de ello es el náhuatl, que es una habla más oral, porque tiene
muy pocas vocales nasales; en cambio el otomí es más nasal, porque utiliza más
vocales.
            Puntualizó que la función principal
del laboratorio será hacer el análisis de las distintas lenguas que se hablan
en el país, puesto que la fonética es una rama de la lingüística que estudia la
producción y percepción físicas de una lengua. Esta labor, dijo, dará prioridad
a aquellas que están en riesgo de perderse.
            “Dentro del mapa de las lenguas en
riesgo, la yumana es la que más está en esta situación, por lo que en el INAH
hemos emprendido acciones, entre ellas la disposición del nuevo laboratorio de
análisis lingüístico, donde podremos audivilizarlos, esto es imperativo porque
estamos hablando solo de unos cientos de hablantes”, puntualizó el lingüista.
            Barriga Puente comentó que también
se podrán emprender estudios de los problemas del habla, de esta manera el
laboratorio también funcionará como una herramienta terapéutica. Cabe mencionar
que en el país ocho por ciento de la población presenta algún tipo de
disfunción del lenguaje.
Equipo de punta para las hablas
El
Laboratorio de Documentación y Análisis Lingüístico, ubicado al sur de la Ciudad de México, tendrá
dos áreas: una, parecida a un estudio de grabación, donde se llevarán a cabo
diversos registros sonoros; la segunda consta de un espacio insonorizado y
equipado con distintos aparatos de medición, así como computadoras y programas
especializados para análisis acústico, donde se llevarán a cabo pruebas para
medir aspectos fonéticos del habla.
            Tras referir que para el
equipamiento el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología otorgó el 50 por
ciento de los recursos, Francisco Barriga Puente indicó que en una primera
instancia el laboratorio estará a disposición de los investigadores del INAH,
pero no se descarta la posibilidad de que en un futuro éste se abra a
investigadores de otras instituciones, a través de cursos y talleres
especializados de lingüística instrumental.
            El encargado de la operación del
espacio, Nicandro González Peña, abundó que los instrumentos de medición con
los que ya se cuenta, son equipo de grabación y videograbación para hacer
distintos registros (fase de documentación), así como el PAS (Phonetic
Aerodinamic System), que mide el flujo y presión del aire de la cavidad oral y
nasal, y el CSL (Computer Speech Lab) que registra la modulación y entonación;
además un aparato que capta las diferencias en la vibración de las cuerdas
vocales.
            El lingüista señaló que todos los
resultados que arrojan los instrumentos de medición se pueden graficar, lo que
permite hacer comparaciones entre uno o varios hablantes. Agregó que algunos de
los programas de documentación, además de registrar en audio y video, permiten
hacer transcripciones y diversos análisis como el morfológico, sintáctico y
fonológico del hablante.
            En este sentido, Barriga Puente
explicó que el laboratorio permitirá a los investigadores llevar a la cabina de
grabación a hablantes, y mediante los programas de computadora hacer tanto el
registro documental, como un análisis más sofisticado. Es decir, que de manera
instrumental, podemos descomponer, desmenuzar, toda la parte física y fisiológica
de los sonidos del lenguaje.
            Finalmente, el coordinador nacional
de Antropología agregó que otra de las funciones que facilitará el laboratorio
es la digitalización del acervo de la Dirección de Lingüística del INAH, cuyos
registros fueron hechos hace varias décadas. “Contamos incluso con grabaciones
en rollos de alambre magnetizado (técnica anterior a la cinta magnética),
cintas de carrete abierto, casetes y soportes digitales, como el disco
compacto”.
            “Algunos
de estos registros, realizados en el siglo pasado por antropólogos, lingüistas
y etnomusicólogos del INAH, tienen un gran valor científico, pues podrían
contener registros de variantes lingüísticas o incluso lenguas ya
desaparecidas”, concluyó.
Foto INAH
12MAG 

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