Investigadora derriba mitos en torno a la Santa Inquisición en Nueva España

Distrito Federal, 26/07/12 (N22).- A
partir de una exhaustiva investigación sobre el papel que tuvo el Tribunal del
Santo Oficio en la Nueva
España, la historiadora Consuelo Maquívar derriba algunos
mitos que han rodeado a dicha institución, entre ellos, el que envió al
patíbulo a cientos de personas, cuando en realidad, según consta en expedientes
del Archivo General de la
Nación, fueron 43 los ajusticiados en los tres siglos que
duró la Colonia.

Al impartir la conferencia La
Inquisición
en la Nueva España, en
el marco de la exposición El pecado y las
tentaciones en la Nueva
España
, que el próximo domingo 29 será el último día de
su exhibición en el Museo Franz Mayer, la investigadora señaló que con base en
el estudio de los procesos del Tribunal del Santo Oficio (que operó en México
entre 1571 y 1820), alrededor de 300 personas fueron juzgadas, de las cuales se
condenó solo a 43 con la pena de “relajación del brazo secular”, que implicaba
la muerte en la hoguera.
Detalló que de dicha cantidad, 17 fueron ajusticiados en el
siglo XVI, 25 en el XVII, y una en el XVIII, en el XIX no hubo ninguna. El
Tribunal no llevaba a cabo la ejecución directamente, “porque la Iglesia católica no podía
matar”, así que ponía a los reos en manos de la autoridad civil, que era la
encargada de ejecutar al prisionero.
La especialista del Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH-Conaculta), señaló que otra de las penas que aplicaba el Santo
Oficio era la “vergüenza pública” o “sambenito”, que consistía en llevar una
túnica burda con una cruz de San Andrés y un gorro llamado “capirote”.
También establecía el destierro (temporal o perpetuo),
multas o incluso la condena a galeras, que se cumplía en los galeones de la
flota española, además de que en todos los procesos se procedía a la incautación
de bienes. Asimismo, existía la posibilidad de la absolución (que rara vez sucedía)
o suspensión del proceso.
En su conferencia, Consuelo Maquívar descartó otro de los
mitos de la Inquisición
en la Nueva España:
“Ningún indígena fue sujeto a proceso inquisitorial, ellos estaban exentos de
estos juicios”, no obstante que prosiguieron con sus prácticas idolátricas durante
la Colonia, y
aun cuando se decían católicos y estaban bautizados.
La investigadora de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del INAH,
explicó que solo se juzgaba a los españoles, criollos, mestizos y castas
(mulatos y negros), y que los procesos de incoación (comienzo de una actuación
legal) se iniciaban por denuncias de “personas honestas”, que generalmente
permanecían en el anonimato.
Asimismo, el Tribunal del Santo Oficio tenía una enorme red
de informantes o denunciantes llamados “familiares”, cuyo nombramiento se
consideraba un gran honor, y provenían tanto de la nobleza como de estratos
populares, no obstante, éstos últimos debían comprobar su “limpieza de sangre”.
La historiadora Consuelo Maquívar citó los principales
delitos que fueron perseguidos por el Tribunal, entre los que estaban la
herejía, que consistía en negar dogmas de fe, como la existencia de Dios o la pureza
de la Virgen María;
la idolatría, la solicitación (pedir favores sexuales durante la confesión),
las prácticas de magia o hechicería, así como delitos menores, como la
blasfemia o proferir públicamente expresiones soeces o marcadamente sexuales.
Muchos de los procesos iniciados por el Tribunal del Santo
Oficio —abundó— tenían la finalidad de combatir otras prácticas de culto, como
el judaísmo, el calvinismo y el protestantismo, por lo que se consideraban
“idólatras” a los practicantes de otra religión, y “herejes” a los que tenían
ideas políticas y religiosas contrarías al dominio papal.
Agregó que muchas de las ideas de la Reforma Protestante
fueron consideradas heréticas por la autoridad católica, por ello el Santo Oficio
se dedicó a publicar índices (index,
en latín) de libros cuya lectura estaba prohibida, “éstos eran quemados en
grandes piras, pero no actuaba contra los lectores; por ello, un investigador (José
Abel Ramos Soriano) ha llamado a estos textos Los delincuentes de papel”.
Algunos índices —continuó— se publicaron en el siglo XVI
(1551, 1559, 1583) y en el XVII (1612, 1632 y 1640). “No obstante, las ideas
siguieron circulando gracias al contrabando de libros que venían de Europa,
escondidos entre las telas y otros productos. El cura Miguel Hidalgo llegó a
tener muchas obras de la
Ilustración que fueron prohibidas”.
La especialista señaló que los index continuaron publicándose hasta 1966. Destacó que el índice de
1632 prohibía la lectura de 2,500 libros, entre ellos El Quijote; otros vedaron las obras del filósofo y teólogo Erasmo
de Rotterdam y de otros pensadores, como Voltaire; incluso se llegó a vetar la
lectura del Antiguo Testamento, por sus ideas recurrentes de incesto, adulterio
o asesinato.
Finalmente, la doctora en Historia apuntó que otros
personajes ilustres que fueron juzgados por el Tribunal del Santo Oficio,
fueron los sacerdotes José María Morelos y Miguel Hidalgo, “una vez que
concluyeron sus procesos eclesiásticos, fueron enjuiciados y ejecutados por los
tribunales militares, debido a sus actividades políticas y no por sus faltas
religiosas”.
La exposición El
pecado y las tentaciones en la
Nueva España
se presentará hasta el 29 de julio en el
Museo Franz Mayer (Hidalgo 45, Centro Histórico). Horario: martes a
viernes de 10:00 a 17:00 horas, sábado y domingo de 11:00 a 19:00 horas.
Entrada general 45 pesos, el acceso para menores de 12 años y adultos mayores
es de 35 pesos.
Foto: INAH
12MAG  

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