«Después de Lucía», de Michel Franco, halla rutas didácticas pese a que no fue concebida para ello

Por Huemanzin Rodríguez
Ciudad de México, 23/07/12, (N22).- Michel Franco financió sus propios cortometrajes cuando era muy joven. “Yo no sé por qué hay que pedir apoyos cuando he hecho cortometrajes con muy poco presupuesto”, me dijo a principios de siglo, años antes de su primer éxito: Entre dos, cortometraje sobre el tráfico de órganos protagonizado por Lumi Cavazos, que tuvo buena recepción en Europa.
Pasaron un par de años más para que el guión de su primer largometraje estuviera listo y empezara el largo camino para concretarlo. Finalmente, Daniel y Ana se exhibió en varios festivales con el éxito suficiente para que los productores Marco Polo y Fernando Rovzar, leyeran el nuevo guión de Franco y decidieran apoyar su segundo largometraje titulado Después de Lucía, ganador de la sección Una cierta mirada, del Festival Internacional de Cine de Cannes.
Huemanzin Rodríguez (HR): Con el título, dices de qué vas a hablar, Lucía es la madre.
Michel Franco (MF): Lucía es la mamá que nunca aparece en la película, para mí el punto de partida de Después de Lucía es el luto. Es a partir del luto que se dan los problemas en la falta de comunicación existe entre padre (Hernán Mendoza) e hija (Tessa Ia). Les falta Lucía que evidentemente era una pieza importante y, además, es ahí que empiezan a colarse los problemas externos. Por ejemplo, en la escuela nueva la hija empieza a padecer el bullying y no se lo platica al papá, porque está muy deprimido y tiene miedo de que se entere y por ahí va la historia.
HR: Aunque muy presente, no es una película sobre el bullying. En todo caso es una película sobre las consecuencias del amor, se aman tanto que son incapaces de pedirse ayuda para no afectarse en su condición de dolientes.
MF: Padre e hija se están intentando ayudar, y no logran a pesar las mejores intensiones, salir adelante juntos. Eso me parece bastante desesperanzador y bastante interesante, porque si gente con educación, supuestamente deberían comunicarse de la mejor manera y salir adelante, pero no es así y resulta muy desesperanzador.
El bullying es importante en la película, pero el punto de partida es el luto, y además está el tema de la venganza. Yo, cuando me siento a escribir, no me propongo una película temática, no, me interesa más qué es lo que pasa dentro de los personajes y cuál es el mundo interior. Entonces empiezan a surgir los temas centrales.
Hay referencias a mi primera película, Daniel y Ana, que yo no buscaba. Y van saliendo solas. Creo que en la carrera de cualquier director serio hay temas constantes. Yo nunca me hubiera sentado a decir voy a hacer una película sobre el bullying, de ese modo nunca hubiera quedado una película interesante.
HR: ¿Qué paso para que te sentaras a escribir “Después de Lucía”?
MF: El punto de partida fue una mezcla, sobre todo de dos cosas, evidentemente el luto, y el papá tan deprimido que deja de interesarse en su hija y es incapaz de protegerla, porque está más con quien murió que con ella. Y por otro lado el caso de un chico que fue acosado en su escuela y sufrió abusos terribles, pero lo que me llamó la atención no fueron tanto los abusos, fueron las razones por las que nunca comunicó el abuso a su casa. Y entonces pensé que era por el luto. Es una ficción porque no está basado en un caso específico pero esa combinación de elementos fue el punto de partida. Y otras cosas, hablábamos de los vínculos con Daniel y Ana, uno de ellos es la presencia específica del video, que detona el bullying.
HR: Al paso de los años y de tus cortometrajes, se notan experimentaciones que en Después de Lucía, parecen lograr tu voz narrativa.
MF: Creo que uno se hace director filmando, es la única manera, y yo he tenido suerte pues desde los cortos las cosas salieron bien, si es que se puede decir de esta manera. Hubo buena respuesta, hubo congruencia pero no te lo puedes tomar en serio como director, porque al hacer otra película hay que permitir que las cosas tomen el rumbo que esa película merece y requiere, las constante van saliendo solas hacia esa voz. Me da gusto que lo señales pero procuro no pensar en eso.
HR: Y una voz habitada por el silencio, el sonido ambiente y el plano secuencia.
MF: En ese sentido decidí tratar mis dos largometrajes de una manera similar, aunque para mí Después de Lucía es menos rígida. Sigue el mismo lenguaje de mi primera película, fluye más, me puse menos reglas, sí hay esos planos secuencias pero también hay muchos cortes, o hay movimientos de cámara. En Daniel y Ana no, ahí había reglas que yo me auto impuse. Daniel y Ana la filmé, terminé el rodaje en 35mm, la edité y punto, en esos pasos de una película convencional, de esquema cuadrado. En Después de Lucía filmaba, editaba, y si no me gustaba algo de la escena, la refilmaba. Hubo escenas que filmé hasta tres veces durante el mismo rodaje. Y es una oportunidad muy buena que yo sólo me di.
HR: Los momentos más violentos de tu película son los que no se ven.
MF: Se ve, en mi opinión, hasta donde se tiene que ver. No me gusta abusar del espectador, ¿para qué te muestro más violencia de lo que hace falta? De hecho, casi toda la violencia en la película es psicológica y no la vemos. Entonces tiene un efecto fuerte, casi siempre la gente sale llorando de las funciones, pero no por una escena fuerte. No busco eso. Es a través de las emociones y de las ideas. Si hubiera violencia gráfica, esos momentos le ganarían a toda la película y sería negativo. No hace falta.
HR: El personaje del padre, interpretado por el actor Hernán Mendoza, aparece contenido en gran parte de la película y después cambia completamente.

MF: Creo que a veces la gente que está muy deprimida, cree que las cosas no pueden empeorar más, especialmente cuando la depresión es por el luto, por la muerte de alguien querido, crees que ahí se acabó todo. Y bueno, la película en ese sentido, muestra que en la vida hay que estar siempre presente, batallando. El papá descuida a la hija, no conscientemente, no tiene fuerzas para seguir adelante.
Ese es el tema, la depresión, del que casi no platico en entrevistas porque normalmente preguntan sobre el bullying. Son varias cosas las que toco en la película, lo que va en contra de toda clase de guionismo, donde te dicen que debe ser un solo tema, muy claro y el argumento lo tienes que resumir en unas líneas, no es posible eso, si quieres texturas no es posible.
 HR: ¿Cambió algo del guión a la pantalla?
MF: Muy pocas cosas, el papel era para un niño, no para una mujer, lo cambié para que actuara Tessa, en el rodaje cambiaron algunos diálogos pero más que la esencia se mantuvo. Casi todo estaba en el guión.
HR: ¿Qué vas hacer con la película?
MF: Tenemos la idea de hacer muchas funciones en escuelas, en funciones gratuitas. Ahora que la película está terminada la han visto productores y autoridades, como un vehículo para que la gente dos temas: la comunicación en casa tiene que mejorar entre adolescentes y sus padres. Y el bullying en la escuela.
Creen que sirve para esos fines, yo no la hice pensando que tendría objetivos didácticos o de ayuda, pero si ahora sirve, pues no me opongo. No va a ser un lanzamiento convencional en ese sentido.
Estrenamos en octubre y pienso que la película será lanzada a nivel nacional y también habrá otras cosas interesantes. No nos enfocamos en el negocio tradicional de salas de cine, va a haber más que eso. 

Imagen: bit.ly/MjiIKI
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