Presentan estudio sobre un documento mexicano del siglo XVII

Distrito Federal, 02/07/12 (N22).- El minucioso análisis y paleografía de
un expediente inédito, sobre la congregación y litigio de tierras de Ozumba y
sus barrios en los siglos XVII y XVIII, es presentado en la más reciente obra de
Tomás Jalpa Flores: Papeles de Ozumba
(Atzompan). Fragmentos de una memoria colectiva
; en cuyo corpus está el único facsímil disponible
del documento colonial, toda vez que el original está perdido.

            Esta
obra, editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH-Conaculta), es producto de años de investigación en diversas fuentes
históricas, tanto documentales como iconográficas, tiempo en el que
simultáneamente el historiador efectúo la paleografía —estudio de la escritura
antigua— del documento.
            Presentada
este jueves 28 en la
Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), la
publicación, aunque dirigida a todo público interesado en la historia colonial,
se enfoca en particular a esa población del Estado de México, ya que es única en
su tipo y representa el primer acercamiento con la formación de su pueblo,
manifestó el autor.
“Su contenido nos permite
desmitificar la idea utópica de las comunidades homogéneas y armoniosas, por el
contrario muestra una historia de múltiples caras, de conflictos interétnicos
pero también de convivencia. Además, muestra la dinámica social en la que llama
mucho la atención el poder de negociación de los grupos y la defensa de su
patrimonio, a través de todos los instrumentos jurídicos puestos a su
disposición”, abundó el investigador de la BNAH.
            De
acuerdo con Jalpa Flores, el lector se encontrará con dos elementos
importantes: la disposición de un expediente inédito, que estaba resguardado en
el archivo del Ayuntamiento de Ozumba, y la digitalización del mismo; además
del análisis histórico, cultural y diplomático —estudio de la tradición, forma
y elaboración de documentos—.
            “El
expediente de Atzompan (nombre que tenía Ozumba en la época prehispánica) es,
sin temor a equivocarme, el único que los habitantes tienen a su disposición
sobre su pasado, el cual estuvo resguardado por mucho tiempo en el archivo
municipal y no había sido aprovechado.
“Aunque en el Archivo
General de la Nación
existen escritos sobre la población, como noticias escuetas e informes breves,
éste es el único que conozco hasta el momento, tan rico en información, cuyos
fragmentos brindan ‘instantáneas’ que nos permite reconstruir, aunque en breves
trozos, la historia del sitio”, explicó el historiador.
El expediente abarca
de 1602 a
finales del siglo XVIII, es de tipo jurídico y trata sobre un largo litigio de
San Francisco Tlilhuacan —uno de los siete barrios en que estaba dividido
Atzompan en el siglo XVII— con los vecinos y la cabecera. En los
cuadernillos en los que está dividido queda demostrado cómo dicho barrio
utilizó el aparato administrativo legal dispuesto por la Corona española, para
defender sus espacios y sus bienes, comentó.
En cada sección, “nos
enfrentamos a momentos importantes, como la conformación de San Francisco
Tlilhuacan a principios del siglo XVII; y la legalización de los terrenos en
1643, con la ley de composición de tierras que algunos pueblos aprovecharon
para hacer trámites y defender sus propiedades.
            Respecto
a las características del documento colonial, Tomás Jalpa detalló que está integrado
por 83 fojas de papel —de tamaño similar a una hoja oficio—, las cuales tienen
el sello real o una marca de agua, común en archivos administrativos; estaban divididas
en 16 cuadernillos, los cuales fueron cocidos y reunidos en un expediente
empastado en piel.
            Cada
cuadernillo, separado por una hoja de reuso, estaba ordenado de acuerdo con los
requerimientos del momento, hay algunos de cuatro o cinco fojas y otros de
hasta 20 o 30, dependiendo la complejidad del trámite. Dichos compendios poseen
misivas e información mandadas a las autoridades, resoluciones o aplicaciones
de mandatos reales, y algunos escritos sueltos que no tienen conexión con el
asunto tratado, pero quizá se agregaron por ser aleatorios al litigio.
            “Su
estado de conservación es bueno y la escritura es muy legible en la mayoría de
las hojas. Su contenido está en español, aunque hay algunos fragmentos en náhuatl,
los cuales fueron realizados por diferentes escribanos”, abundó el experto.
             
            El
libro, de más de 300 páginas, está dividido en los siguientes apartados: ¿Atzompan, Ozumba, Osumba? El problema de
las designaciones; Estructura del expediente; Los barrios entran en litigio; La
memoria de los pueblos; Paleografía del expediente de Atzompan
y Facsímil del expediente de Atzompan.
Asimismo, contiene un
índice toponímico y un onomástico, los cuales fueron elaborados por la lingüista Lucía González
Gallardo, quien también se encargó de la digitalización del documento colonial.
            Cabe
mencionar que en la portada del volumen se ilustra el topónimo de Atzompan,
símbolo que identificaba a este pueblo en la época prehispánica, y fue tomado
de la Matrícula
de Huexotzinco
. Dicho nombre se compone de los vocablos náhuatl atl y tzontli, que significan
“cabellera de agua” o “lugar de caída de agua”, el cual corresponde a una
lectura del paisaje típico del lugar.
Posteriormente, a
finales del siglo XVIII, se le adjudicaron otras designaciones: Ozumba y
Osumba, nombres con los que se conoció durante la Colonia, y que
corresponden a una versión castellanizada que los cronistas han traducido como “lugar
de cuevas”, pero que no tiene relación con la designación prehispánica.
            Jalpa
Flores refirió que con este libro se pretende contribuir a que la gente valore
no sólo este expediente sino aquellos que quizá resguarden particulares y de
los que no se tiene conocimiento, “el valor de un documento no estriba tanto en
su antigüedad, hace falta hacer todo un trabajo de concientización, porque tan
importantes son los archivos administrativos y religiosos, como los personales,
aquellas misivas que hablan de relaciones afectivas, de esa otra cara de un
momento histórico determinado.
            “En
este caso nos enfrentamos a un expediente, de cuyo original se desconoce su
paradero, pero afortunadamente pudimos obtener una copia en la década de los
90, con ayuda de un cronista local; labor que se presenta en esta obra, la cual
pone a disposición de todo público una copia de ese manuscrito”, concluyó el
especialista.
12MAG 

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