Redacción/CDMX
El oxígeno que respiramos tuvo su origen bacteriano.
Una especie de bacteria de hace unos 1.750 millones de años que contaba con unas vesículas llamadas tilacoides, les permitía amplificar su capacidad para la fotosíntesis.
Estas tilacoides siguen presentes en las cianobacterias, algas y planas del planeta que convierten la luz del Sol en energía química.
En algún momento de los inicios de la vida, las cianobacterias aprendieron a convertir la energía solar en la energía química que necesitaban.
En el proceso, tomaban electrones de algún compuesto presente en su entorno.
Se cree que en una época de hace más de 2 mil 400 millones de años, determinados grupos de cianobacterias aprendieron a realizar una forma particular de fotosíntesis, la oxigénica.
Tomaban agua, un combustible abundante, del cual obtenían el hidrógeno necesario para asimilar el carbono del CO2 de la atmósfera.
En su metabolismo, liberaban el desecho sobrante, es decir, el oxígeno, que debió consumirse oxidando los minerales de las rocas.
Pero hace 2 mil 400 años se produjo la llamada Gran Oxidación, por lo que la atmósfera terrestre llegó a acumular hasta un 1 por ciento del O2, puede no parecer mucho, pues la concentración actual se acerca al 21 por ciento.
Ahí se pusieron las bases para una extraordinaria diversificación de los seres vivos.
Las cianobacterias fueron las responsables de aquel evento.
Se han encontrado algunas en el registro fósil, anteriores a la Gran Oxidación, pero lo que se acaba de descubrir es parte de su ingeniería.
En un yacimiento de Australia, hallaron microfósiles de un microrganismo llamado Navifusa majensis, se creía que era una cianobacteria, pero no es fácil identificar a una criatura como esta.
Mide 25 micras, compactado en un proceso de fosilización de 1.750 millones de años.
Sus tilacoides suponen la primera prueba directa de la fotosíntesis oxigénica con estas unidades básicas.
“Las cianobacterias estaban produciendo oxígeno hace 1,750 millones de años”, afirma Emmanuelle Javaux, investigadora de la Universidad de Lieja, autora de la investigación.
Patricia Sánchez Baracalado (que no participó en la investigación), es microbióloga de la Universidad de Bristol, y asegura que las cianobacterias son importantes porque “el oxígeno que tenemos en el planeta es el resultado de la actividad de estos organismos biológicos”.
Añade que es importante determinar cuándo apareció este tipo de fotosíntesis porque “sin oxígeno, la evolución no habría llegado hasta nosotros”.
La vida compleja aparece millones de años después, cuando la acumulación de O2 es cada vez mayor.
Detalla que el oxígeno se acumula tanto que abre la posibilidad de que las especies evolucionen, entonces aparecen las primeros eucariotas, aún unicelulares, de estas, surgirían más tarde las que debieron engullir a algunas cianobacterias, iniciando el mayor ejemplo de endosimbiosis de la historia de la vida.
La endosimbiosis se presenta cuando una célula eucariota incorpora a otra célula para mantener una convivencia que beneficie a ambas.
De esos organismos con cianobacterias con tilacoides dentro surgirán los cloroplastos que permiten a algas y plantas realizar la misma fotosíntesis.
(Con información de El País)