“Aunque no es un trastorno de conducta alimentaria, este afecta a miles de personas alrededor del mundo«
Redacción/CDMX
La vigorexia o dismorfia muscular es un trastorno de salud mental que se caracteriza por la compulsión de ganar masa muscular.
Afecta sobre todo a los varones entre 15 y 35 años.
Esta enfermedad comparte similitudes con los trastornos alimentarios, como la obsesión por la imagen corporal, pero en este caso tiene que ver con la necesidad “por tener un tamaño del cuerpo más grande, fuerte y musculado”, explica Santos Solano, doctor en Psicología Clínica y de la Salud, especialista en trastorno de la conducta alimentaria y obesidad en el centro ITEM de Madrid.
Además, suele estar asociado a la práctica de ejercicio, sobre todo de fuerza, que acaba siendo adictivo.
Se estima que entre los varones que practican actividades para desarrollar musculatura afecta a un 10% de ellos.
La vigorexia no es estrictamente un trastorno de conducta alimentaria (TCA), pero comparte muchas similitudes con enfermedades como la anorexia.
“De hecho, originalmente, se llamaba anorexia inversa, porque aparece la obsesión por la figura, también hay una distorsión de la imagen corporal como en los TCA y suele afectar mucho a la interacción social, porque se prioriza ir al gimnasio o mantener una dieta estricta, y el hecho de salir con otras personas puede interferir en esa rutina rígida. Así que acaba por influir a nivel físico, psicológico y social”, sostiene Santos Solano.
Señales de alerta
1.- Mantener una exigencia grande al ejercicio y dietas.
2.- La ansiedad y el enojo se intensifica cuando no creen lograr sus metas sobre el mismo.
3.-Cambian su estilo de vida y se empiezan a distanciarse de sus relaciones sociales.
4.- Obsesión por eliminar grasa.
5.- consumo de hormonas y metabólicos para fomentar el desarrollo del músculo, y eso al largo del tiempo afecta a la salud.
Prevención
La educación desde la infancia es básico para evitar trastornos de salud mental asociados con el culto al cuerpo.
Para ello, conviene trasmitir el mensaje de que “el ejercicio físico es salud y no tiene como objetivo esculpir un cuerpo perfecto. En este sentido, ayudan las actividades deportivas, grupales o lúdicas, y tener la supervisión de un entrenador profesional que esté capacitado para saber cuándo una persona comienza a desarrollar una obsesión, que sepa ajustar el ejercicio a las necesidades y capacidades del adolescente“, incide Solano.
Los hombres también experimentan presión por lograr un determinado aspecto físico que se acerque a los cánones existentes en la sociedad.
Se prioriza cada vez más el “parecer y no el ser para conquistar el éxito y la aprobación de los demás”, explica Tristana Suárez, psicóloga y terapeuta Gestalt “Esto pasa a ser un problema cuando la persona pierde su libertad en cuanto a sus pensamientos y percepciones”, y agrega, “que pasan a ser cada vez más obsesivos, limitados y rígidos.
Se traducen en una conducta estereotipada, orientada solo a aumentar el tiempo y eficacia de los entrenamientos, un comportamiento similar a la adicción a las drogas”.