Un documental escrito y dirigido por Thom Díaz donde diez jóvenes narran su sentir acerca de lo que significa ser niños y adolescentes dentro de un ambiente lleno de violencias
Ireli Vázquez / Ciudad de México
En 2014, Thom Díaz comenzó a colaborar como maestro de fotografía dentro Supera A.C., organización que busca llevar herramientas y capacitaciones a adolescentes que viven en las zonas conurbadas de la ciudad de Monterrey, con el fin de que tengan nuevas oportunidades de vida.
A través de su trabajo, de la convivencia diaria y el acercamiento a los jóvenes que capacitaba, se percató de ciertas circunstancias que todos ellos vivían diariamente, entre ellas, violencia familiar, desigualdad económica, falta de oportunidades e incluso el uso de sustancias nocivas.
Es de ahí donde nace Distrito Olvido, un documental escrito y dirigido por Thom, que como si de un ejercicio fotográfico se tratara, con imágenes en blanco y negro, diez jóvenes narran su sentir acerca de lo que significa ser niños y adolescentes dentro de un ambiente lleno de violencias, relatando su día a día en uno de los barrios de la periferia de Monterrey, capital económica del norte de México que atrás de su progreso lleva problemáticas tan fuertes como un alto índice de suicidios, feminicidios y narcotráfico.
«A través del ejercicio de la fotografía es como empiezo a conocerlos, a intentar tener un lazo desde lo visual y también de amistad, […] yo ya tenía la idea, las ganas y el apoyo, entonces le propuse esto a chavos la idea. Al principio no me creían, creían que una broma, pero desde ahí vi muy marcada la exclusión, porque primero fue la incredulidad hacia la manera de decir, ¿qué necesidad hay de que nosotros digamos esto?, ¿a quién le interesa?, ¿a quién le interesa si un grupo de todas mis amigas están embarazadas a los 12, 13 o 14 años?, ¿a quién le interesa dónde está mi papá?, ¿a quién le interesa cómo murió mi papá?, ¿a quién le interesa que sustancias he conocido o consumido? Desde ahí ellos sienten esta exclusión, no pertenecer», comentó en entrevista Thom Díaz.
Y es que detrás de ese sentimiento «de no pertenecer», viene incluida la población en general, pues dentro del documental se puede cuestionar sobre, ¿qué hemos hecho todos nosotros como sociedad para que ellos vivan estas circunstancias?
«Ese era uno de los objetivos del documental, que quien esté viendo se cuestione cosas, pero no en qué están consumiendo o la situación complicada por la que pasa una mujer adolescente, sino qué hicimos nosotros como sociedad, como espacio, como estructura, para que ellos estuvieran en ese lugar, en ese preciso momento y hayan elegido tomarlo. Creo que desde ahí está esa invitación de no señalizar porque creo que esa es la cuestión, que como sociedad se nos hace muy fácil lavarnos las manos y creer que no pasa nada.»
Sin embargo, el mensaje final de Distrito Olvido es aún más fuerte y reflexivo: darnos cuenta que sin importar el qué o el cómo, todos tenemos derecho a caernos, levantarnos y salir adelante, buscar un mejor futuro.
«Son personas que sienten, que tiene felicidad, que sonríen, que quieren intentar básicamente cualquier cosa que ellos se propongan, saber que si no les funciona la primera vez pueden volver a levantarse y creo que ésa es una cuestión de humanos. […] Quién se siente a observar y escuche por primera vez a través de una hora con veinticuatro minutos estas circunstancias que le suceden a la juventud mexicana, estas inquietudes que tienen, estas felicidades también —porque también se muestran algunos dotes de felicidad, muestran algunos deseos, dolores y algunos sueños—, desde ahí hace un lazo empático, desde quien está observando hasta ellos que te lo están contando; intentar hacer este lazo para que podamos hacer algo», concluyó Thom Díaz.