Esta serie surge a partir de la emergencia y la necesidad de saber. Pedimos a algunas personas que nos compartieran sus experiencias de vida en estos día de crisis y algunas fotografías
Beijin (N22/Redacción).- Del 2 al 16 de marzo, Pablo que se desarrolla como cineasta en China y su madre, Concepción, mantuvieron un intercambio vía mail para no olvidar lo que les sucedió como familia justo en el momento que se desató la epidemia de Covid-19.
Aquí su testimonio, una relatoría que hicieron como ejercicio personal y familiar para mantener en orden sus recuerdos y que comparten con nosotros.
Cd. México, a 2 de marzo de 2020.
Concepción a Pablo:
-A manera de cartas contigo, escribo este suceso para que tú comentes lo que a mí se me olvide o lo que tú hayas percibido con otro enfoque. El viaje que nos reunió y que se podría denominar: «Atrapados sin salida», «Cómo salir de China y no morir en el intento», o «viaje de un virus anunciado».
Motivo para reunirnos en China
Concepción a Pablo:
-Originalmente nuestro encuentro entre ustedes [Tú, Weiwei (esposa), Moxi y Mayté (hijas)] y nosotros [Dado (papá) y yo], iba ser en Taiwán, ya que Weiwei tenía un recital en Taipei, si mal no recuerdo, el 13 de febrero de 2020.
El plan era vernos en Hong Kong para que sacaras tu visa y, de paso, nosotros conocer la ciudad. El panorama sociopolítico de descontento en Hong Kong no cedía, pero tú consideraste que podíamos estar ahí sin problemas. Fue pasando el tiempo y la situación en la ex colonia de Inglaterra se recrudecía a tal grado que me informaste que se cancelaba la presentación de Weiwei en Taiwán.
Esto no impidió para contemplar otro lugar donde nos pudiéramos ver. Nos comunicaste del nuevo plan para vernos en Guangzhou, lugar del que tu papá y yo no teníamos ni idea, así que recurrimos a investigar todo lo referente del nuevo sitio de encuentro, que nos pareció muy interesante.
Pablo a Concepción:
Guangzhou, capital de la provincia de Cantón, me causó muy buena impresión desde que fui en el 2010 a hacer unos comerciales con el director Zou Peng, con quien ya había trabajado previamente en otra película. La provincia de Cantón es la más desarrollada de China, estandarte de la Reforma y Apertura desde finales de los años setenta del siglo pasado, su PIB es del tamaño de la economía de México o Brasil y muchas de sus ciudades tienen el mejor nivel de vida en el país. Un gran número de jubilados provenientes de varias provincias de China viven en ciudades más pequeñas de Cantón como Zhuhai. Y ésta cuenta con las mejores y más avanzadas redes de trenes de alta velocidad y súper autopistas, tiene el atractivo de que Hong Kong y Macao son parte de esta región. Además, tiene sitios muy pintorescos y su arte culinario es considerado el número uno en el país, así como la repostería traída por los ingleses en el caso de Hong Kong, y los portugueses en el caso de Macao.
Piedras en el Camino
Concepción a Pablo:
-Para preparar nuestro viaje a China, primero debíamos tener nuestros boletos de avión y así poder obtener la visa. Empezó la primera “piedrita” debido a nuestra falta de experiencia on line; te pedimos que tú compraras lo boletos y te topaste con que no aceptaban tu tarjeta, otra piedrita. Finalmente Weiwei logró comprarlos con su tarjeta y preparamos los trámites para la visa. El gestor que podía ayudarnos sutilmente “nos mandó por un tubo” y nos lanzamos a la embajada tempranito, pensando que como llevábamos todo «perfecto» sería un trámite sin ningún contratiempo. Ahí empezaron, ya no piedritas, sino “piedrotas” y rocas. Esa historia tú ya la conoces.
Pablo a Concepción:
-Antes de que en redes sociales y noticiarios chinos estuvieran inundados sobre el tema, la prensa extranjera era la que daba más voz de lo que acontecía en la semana del 12 al 19 de enero. El fin de semana del 18, nos hablaron para prevenirnos sobre el viaje y si era mejor cancelarlo. Ese mismo día hablamos con una amiga doctorada jubilada del ejército quien atendió a varios pacientes en el hospital donde trabaja, en Beijing, durante la epidemia del SARS en el 2003. Su recomendación fue que cancelaremos todo porque se trataba de un coronavirus parecido al del SARS. pero completamente desconocido. Sobre todo, nos dijo que no expusiéramos a las niñas y que ustedes no vinieran, tomando en cuenta su edad y que serían más vulnerables en un medio distinto al de México. Lo pensamos el fin de semana y decidimos hacer el viaje después de que también me comuniqué con María José (hermana de Pablo).
El domingo salimos rumbo a Henan, la provincia central de China, que colinda al sur con Hubei, epicentro del virus. Weiwei tenía un recital en una universidad. En el viaje nadie hablaba del virus, la gente no usaba tapabocas —nosotros tampoco— y durante el concierto y las comidas en Henan tuvimos contacto con cientos de personas como si nada estuviera pasando. La provincia de Henan fue la segunda más afectada después de Hubei conforme la epidemia avanzaba.
Regresamos el lunes 20 por la noche a Pekín y en las redes sociales ya se hablaba mucho más de la situación en Wuhan. La OMS y las embajadas informaban que las personas en China y visitantes en el país tomaran sus precauciones, pero de ninguna manera era un caso alarmante.
El martes 21 por la noche tomamos el tren con destino a Guangzhou. Esa noche era otra en la estación de trenes del oeste de Beijing. Todos llevaban cubrebocas, incluidos nosotros, y el silencio de las miles de personas en la estación daba fe de que algo no iba bien. Nuestro tren pasó por Wuhan y aunque nadie se subió, estuvo detenido ocho minutos en la estación Norte de Wuhan (conté los minutos mientras veía cómo el tren estaba detenido desde el mapa que veía en mi celular); podía sentir un aura mortífera en la oscuridad del vagón mientras todos dormían a las tres y media de la madrugada, aproximadamente. El tren avanzó y poco a poco llegó a su velocidad normal de 280 km por hora, mientras veía en el mapa cómo nos alejábamos rápidamente de la ciudad que sería cerrada indefinidamente la noche del 23 de enero.
Llegamos a Guangzhou al hotel Shangarila el 22 por la mañana. El registro, como todo ese día, pasó como un día normal y con la expectativa de que llegaran mis papás al día siguiente.
23 de enero por la mañana: llegan mis papás al aeropuerto Internacional de Guangzhou. Al llegar al hotel , a diferencia del día anterior, todos los empleados usaban tapabocas y tuvieron que llenar un formulario donde se les pedía anotar el número exacto del asiento donde iban sentados en su vuelo. Información que a nosotros no nos pidieron. Salimos a cenar y a nuestro regreso nos topamos con que había un control de seguridad en la puerta principal del hotel —otras de las puertas ya estaban bloqueadas— donde sólo podían entrar los huéspedes y sólo después de que nos tomaran la temperatura y que estuviera debajo de los 37.3 grados. De lo contrario no podríamos seguir hospedados.
El 24 por la noche era la celebración del Año Nuevo Lunar, conocido como el año nuevo chino. Ese día decidimos ir al centro de Guangzhou para tener una cena especial. Para nuestra sorpresa, el centro de Guangzhou era un desierto que recordaba a la plaza San Marcos en la película de Luchino Visconti, Muerte en Venecia, basada en la novela de Thomas Man.
Nos despedimos de mis papás tarde en la noche cuando cada quien se fue a su habitación. Weiwei y yo empezamos a dar un detallado seguimiento a las noticias donde se veía que la situación en Wuhan estaba fuera de control, los hospitales no se daban abasto, la gente moría de este virus desconocido y se hablaba de miles de infectados, así como del próximo cierre de varias ciudades de China. Tomando en cuenta que ese día era el año nuevo chino, pensamos que en una situación tan crítica lo mejor sería movernos inmediatamente antes de que los demás lo hicieran. En la madrugada compramos los boletos de avión a Chengdu, donde viven los padres de Weiwei. Estando en Sichuan nos alejaríamos del virus y del flujo de la población china —mil 400 millones de habitantes—, la cual en su mayoría se encuentra ubicada en el cinturón este que va bordeando la costa de China, desde Beijing hasta Cantón.
El 25 de enero (el año nuevo chino) hicimos el checkout del hotel por la mañana, cancelamos nuestro viaje original y nos dirigimos al aeropuerto para tomar un avión de Air China que nos pondría a salvo una vez que el tren de aterrizaje hizo contacto con Chengdu.
11 de marzo 2020
Virus Nuevo o Nuevo Virus
Concepción a Pablo:
-Antes de seguir con un orden cronológico de nuestro viaje, me remonto al mes de diciembre donde vi la noticia en el periódico sobre el nuevo virus que rondaba en China. Al leerlo pensé: “cuando no es la gripe aviar, es la porcina u otra como el SARS del 2002 de la que salió airoso el país.” O sea que no pasó por mi mente que fuera a desbaratar los planes para vernos.
Sin embargo, las noticias en la tele fueron subiendo de tono con respecto al virus, a tal grado que papá en una ocasión pasada la medianoche me pidió que te llamara para contemplar la cancelación del viaje, a pesar de que ya estaba todo listo para emprenderlo.
Después de mensajes por chat en los que nos decías que si queríamos cancelar no habría problema; decidimos ir porque tú ya tenías en mente ir a Guangzhou.
El avión que nos llevó a Vancouver iba casi vacío, lo cual nos pareció muy extraño pero de ahí a China TODO LLENO. Finalmente, la emoción de vernos en el aeropuerto nos hizo olvidar el tema del virus. Ya en el hotel como tú comentas la sensación del problema viral se empezó a sentir a grado tal que, sin decírtelo, yo también me acordé de la película de Muerte en Venecia.
En lo que tú y Weiwei tomaban la decisión de irnos a Chengdu –no sé si te lo comenté- papá y yo pensamos que lo mejor era quedarnos en el hotel hasta que se cumpliera la fecha de nuestro regreso a México. Imagínate, de haber sido así, qué error tan grande hubiéramos cometido.
Poder salir del hotel para dirigirnos al aeropuerto no nos aseguraba que todo iba a salir bien. Sabíamos del control de la temperatura y de la gente que nos podría contagiar. Desde que nos documentamos hasta que despegamos se nos hizo eterno.
Abuelos hospitalarios
Concepción a Pablo:
-La llegada a Chengdu cambió nuestro ritmo respiratorio. Los señores Lan seguramente sentían la misma emoción al ver a la familia —sobre todo a las nietas— para brindarnos su hospitalidad y resguardarnos del contagio. Empezaste a desinfectar maletas, mochilas, bolsas, zapatos, casi, casi, faltó que nos aventaras un chorrito de cloro, pero conforme nos enterábamos del proceso del problema sanitario dimensionamos que era importantísimo aplicar las medidas de higiene recomendadas.
Los papás de Weiwei nos hicieron sentir a salvo y agradecemos todas las atenciones que nos brindaron.
Seguiremos con el relato.
Besos, Mamá.
CONTINUACIÓN
Pablo a Concepción:
El sábado 25 de enero, día en que llegamos a Chengdu, el gobierno central activó el Protocolo de Respuesta Nivel I para Situaciones de Emergencia de Salud Pública [El Nivel I es el más alto dentro de la escala de Situaciones de Emergencia de Salud Pública de China, la cual se divide en 4 niveles], junto con otras 11 provincias de China. Actualmente, todas las provincias de China han activado este protocolo.
Wuhan, la capital de la provincia de Hubei, fue cerrada desde la noche del 23 de enero y puesta en estricta cuarentena, al igual que muchas otras ciudades de China.
26 de enero: El Ministerio de Educación de China publicó la Notificación para posponer el inicio del semestre de primavera de 2020, de preescolar a nivel universitario. Actualmente, las clases se realizan en línea, en el mayor experimento de educación en línea de la historia, donde más de 200 millones de alumnos reciben cátedra de sus profesores de manera virtual, a través de diversas plataformas de educación a distancia en Internet.
La semana del 26 al 31 de enero, la pasamos en relativa calma con los papás de Weiwei, disfrutando de la familia y de la comida del papá de Weiwei quien en un abrir y cerrar de ojos ponía en la mesa cinco platillos de la provincia de Sichuan.
Esa semana (28 de enero) compramos el primer boleto de regreso por United Airlines (Chengdu-San Francicsco-México) para salir del país el 5 de febrero del año en curso saliendo a las 11:20 horas del Aeropuerto Internacional Shuangliu, de la ciudad de Chengdu, vuelo UA008, para posteriormente realizar el transbordo en San Francisco, en el vuelo UA821, saliendo a las 13:07 horas para llegar al Aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México el 5 de febrero a las 19:25.
Durante esta semana se empezaron a cancelar los primeros vuelos internacionales, sobre todo saliendo de las tres principales ciudades en la costa este de China: Beijing, Shanghái, Guangzhou y Hong Kong. Air Canada fue de las primeras líneas aéreas en cancelar todos sus vuelos a China y posponerlos para finales del mes de febrero —a la fecha la mayoría de las aerolíneas norteamericanas han pospuesto los vuelos hasta finales del mes de abril.
Pablo a Concepción:
El 30 de enero el coronavirus es declarado Emergencia Internacional por la Organización Mundial de la Salud y a partir de ese día todos los vuelos internacionales se empezaron a cancelar de manera sistemática, incluyendo el vuelo de mis papás. El panorama indicaba que mis papás tendrían que pasar más tiempo de lo previsto en China y nos dimos a la tarea de conseguir algunas de las medicinas más necesarias de mi papá. Paco (cuñado de Pablo) nos ayudó a conseguir el equivalente de las medicinas en chino y las encontramos en línea, así como en la farmacia del súper de la unidad habitacional de la Universidad de Tecnología de Chengdu.
1 de febrero: a pesar de que todos los vuelos de United Airlines estaban cancelados, inesperadamente se abrió uno para el 3 de febrero (el único vuelo de United que salía de China), partiendo a la misma hora en el vuelo UA008, para hacer posteriormente conexión en San Francisco y tomar el vuelo UA821 de San Francisco a la Ciudad de México, para llegar a México el 3 de febrero a las 19:25.
3 de febrero: mis papás no pudieron tomar el vuelo ya que en la madrugada -hora de Beijing- el gobierno de Estados Unidos emitió un comunicado a través del cual se notificaba que sólo los ciudadanos estadounidenses podrían abordar dicho avión. Por lo cual, cualquier extranjero -sin importar la nacionalidad- y aún contando con cualquier visa para entrar a los Estados Unidos, se le negaba el acceso al vuelo UA008 de Chengdu a San Francisco. El comunicado fue firmado por el presidente Donald Trump.
María José se empezó a mover a través de su trabajo, así como con la Secretaría de Relaciones Exteriores, a través de su Oficina de protección a mexicanos en el extranjero, para encontrar la manera de que mis papás pudieran volver a México. Para ese entonces países como EE.UU., Australia, Inglaterra, Rusia, Francia, y posteriormente Brasil y Colombia, enviaban aviones de rescate para sacar a sus nacionales de la ciudad de Wuhan. Elaboró un documento que fue enviado a United Airlines en el cual se expresa la clara violación a sus derechos humanos, primeramente, al exponernos a ser infectados, sin haber recibido previamente ninguna notificación de la aerolínea. Hasta la fecha UA no ha realizado el reembolso completo del vuelo.
4 de febrero, compramos el último vuelo —tercera oportunidad— para salir el 6 de febrero del 2020 a las 00:35 horas, en el vuelo de Asiana Airlines, OZ324, para llegar a Seúl a las 04:55 y posteriormente tomar a las 13:05 el vuelo de Aeroméxico AM091, que los llevaría finalmente a México llegando a las 11:30 del 6 de febrero.
Ese día en el aeropuerto mi mamá estaba llorando, pero le dije que mejor se aguantara para que no se tuviera que restregar los ojos, lo último que le dije a mi papá fue que habíamos sido un buen equipo, como él me había dicho antes de que llegaran a Guangzhou. Esa misma noche las redes sociales de China (WeChat y Weibo) estallaban en cólera ya que en la madrugada murió el médico oftalmólogo Li Wenliang, quien junto con ocho médicos del Hospital Central de Wuhan, el 30 de diciembre de 2019 habían comentado entre su propio grupo de colegas, vía WeChat, sobre la gravedad de una enfermedad respiratoria atípica parecida a la del SARS. A los pocos días fueron interrogados por miembros de seguridad pública y firmaron en un documento que lo anteriormente dicho era un planteamiento sin ningún fundamento y la prensa los señaló de difamadores. Cuando el virus ya se había convertido en una emergencia en Wuhan, el doctor Li lo contrajo la primera semana de enero en el cumplimiento de su deber atendiendo a un anciano con glaucoma quien lo infecto de COVID-19 y murió el día en que mis papás emprendían su vuelo a Seúl.
A los dos días que mis papás tomaron ese vuelo, fue cancelado; el coronavirus en Corea del Sur ya se había propagado de tal forma que ahora es una epidemia, no sólo en Corea, sino en otros países como Japón, Irán y, actualmente, Europa es considerada el nuevo foco de infección.
16 de marzo de 2020
Concepción a Pablo:
Tu correlación calendárica del acontecer viral que fuimos viviendo fue muy completa. Yo quisiera centrarme en el sentir del encierro en Chengdu.
Sentimientos adversos
Primero, el cambio del clima donde el frío nos envolvió para decirnos “aguas”, a esto no están acostumbrados, nos tomó de sorpresa, ya que en la provincia de Cantón hacía calor y no íbamos preparados para sentirnos como “paletas heladas”. Aun con todo lo que nos proporcionaron para abrigarnos yo estaba temerosa de pescar un resfriado. Ese miedo a resfriarme siempre lo tuve. Segundo, el no poder comunicarnos con tus suegros era una barrera que nos limitaba muchísimo. Y, tercero, el no haber tenido el suficiente “punch” para poder ayudar a todos en el encierro, me hizo sentir torpe.
De repente, en una ocasión, me acordé de los niños de Tailandia que estuvieron varios días atrapados en una cueva y eso me daba ánimo, porque mi situación de “atrapada” no se podía comparar con ellos. Los momentos de miedo, incertidumbre, angustia e impotencia de repente llegaban y trataba de calmarme, concentrándome en mi respiración y valorando todo lo que tenía a mi alrededor que no podía ser mejor. El saber que las medicinas de papá se iban terminando y no poder tener la certeza de cuando podíamos regresar, aumentaba mi nerviosismo. El día que tembló fue el culmen del susto en Chengdu —el temblor ocurrió el 3 de febrero, día que no pudieron abordar uno de los vuelos y fue de magnitud 5.1.
Sentimientos gratificantes
La vista que teníamos desde las ventanas del departamento —que tenía muy buena orientación— nos ayudaba a que por todos los puntos cardinales veíamos luz y cuando tímidamente salía el sol me acordaba de la película Milagro en Milán.
Los momentos de las comidas evocaban que en cualquier rincón del mundo estar en familia es una delicia.
Como bien lo dijo tu suegro, esa convivencia que tuvimos, a pesar de estar en condiciones de cuarentena, fue muy enriquecedora. El habernos quedado con el gozo de Moxi y Mayté en nuestro corazón es lo que sella este episodio en nuestras vidas.