Tanto lo construido como lo escrito por la arquitecta no pierde vigencia: su idea de museo como escuela y como laboratorio, y el urbanismo como práctica para generar comunidad son temas de reflexión hoy
Ciudad de México (N22/Ana León).- Nacida en Roma en 1914, Lina Bo Bardi desembarcó en Río de Janeiro en 1946, junto a su esposo Pietro Maria Bardi. São Paulo, Salvador de Bahía y el mismo entorno del Brasil moderno y vernáculo, serían su gran laboratorio. El deseo de Lina, escribe Silvana Rubio en Lina Bo Bardi. Por escrito, era «hacer una arquitectura moderna en un país nuevo, libre de vicios y de ruinas.»
Su labor no sólo fue dentro de la construcción sino también dentro de la escritura. Construyó poco, si se le compara con otros arquitectos de la época, pero escribió mucho. Desde revistas como la legendaria Domus, de la que fue editora, Lo Stile o la misma Habitat que desarrolló en consonancia con el Museo de Arte de São Paulo, lina plasmó allí, en esas páginas, sus ideas con plenitud, como la idea de habitar la casa, de la vida doméstica y su funcionalidad. ¿Cómo diseñar la casa hacia el interior para satisfacer las necesidades de la vida contemporánea?
Su labor en lo pedagógico se materializó en la idea de museo como escuela y en la museografía que creó para el MASP. Ahí conectó el museo con el espacio público y quitó las pinturas de las paredes. Las obras convivian sin cronología específica. A lado de un pintor de la vanguardia podías ver una obra del romanticismo español.
Aquí una charla con Cindy Peña, asistente curatorial del Museo Jumex, sobre esta muestra que ocupa una de las planta del recinto.
¿Cuál fue el aporte de Lina Bo Bardi en el desarrollo de la arquitectura por escrito en Brasil e Italia?
Lina participó a lo largo de su carrera en distintos proyectos editoriales, iniciando con Domus, la revista italiana que aún existe, pasando por Lo Stile, una revista un poco más como para amas de casa y la última que edita en italia, junto con colaboradores, es la revista A. En esta revista ella y sus colaboradores proponen distintas maneras de transicionar de una Italia dentro de la guerra para la reconstrucción de la misma. Mucho de la revista es crítica de la arquitectura tradicional en Italia, específicamente en Roma, que era considerado el lugar más tradicional de la arquitectura en ese país. Propone distintas maneras de sobrellevar este periodo: diseño económico, diseño de mobiliario, casas-habitación, departamentos, ideas que todavía estaban muy incipientes en ese momento.
Cuando llega a Brasil inicia con su esposo, Pietro Maria Bardi, la revista Habitat. En esta revista es un ejercicio más experimental para identificar maneras de transicionar por el modernismo. Esta revista la editan entre 1950-1953. Es una revista que fue muy de su época, pero también muy experimental, fue de las primeras revistas que tuvo una difusión fuera de Brasil y realmente es en donde Lina empieza a ensayar las ideas que ella quiere implementar en un Brasil en desarrollo.
¿Cómo dialoga en esta crítica de arquitectura con obras como la de Lucio Costa y Oscar Niemeyer?
Tiene un artículo que se llama “Bella Crianza” que básicamente habla sobre esta arquitectura nueva, sobre todo Niemeyer, que era considerado como el personaje principal en ese momento. Lina entiende que Niemeyer, y sus otros colaboradores y arquitectos hombres en Brasil, están utilizando todas estas ideas europeas, y precisamente es algo que ella trata de combatir o llevar de otra manera. Pero en este artículo sí dialoga y critica un poco la infancia de la arquitectura en Brasil a través de la obra de Niemeyer, por ejemplo.
Hay un aspecto que me parece muy interesante que creo que lo desarrolla mucho en Lo Stile que es justo la idea de habitar la casa, de la vida doméstica y su funcionalidad. ¿Cómo diseñar la casa para satisfacer las necesidades de la vida contemporánea?
Lo Stile es una revista un poco más para amas de casa. Aquí colabora principalmente como ilustradora, pero es en donde empieza, quizás, a desarrollar sus ideas en torno a maneras de vivir mejor.
El subtítulo de la revista que fundara después de la revista A, precisamente es Cultura del Hábitat, y tiene otro subtítulo que es “Cómo vivir mejor”. En Lo Stile empieza a plantear, sobre todo, diseño de mobiliario y es muy interesante que lo esté desarrollando a la par que se está desarrollando la guerra. Hay un artículo que es algo así como, “cómo reacomodar tu casa para poder albergar a personas que quizá se quedaron sin hogar durante la guerra”. Es en dónde empieza a plantearse estas ideas como mujer, pero desde una posición muy radical para ese momento.
Lina empieza a trabajar en la vida doméstica, pero hay un salto hacia lo vernáculo, los materiales, la naturaleza, ¿cómo es ese proceso?
Cuando llega a Brasil desarrolla su primer proyecto constructivo que es su casa, La Casa de Vidrio, que justo ahora es el Instituto que alberga su obra y que se puede visitar. En 1951 o 1952, poco después, Lina viaja a Salvador de Bahía que es un región de Brasil con una cultura afrobrasileña predominante, todavía con mucha influencia de la cultura y de la región africana. Estando en Bahía, empieza a entrar en contacto con otras formas de saber, otras epistemologías, otras formas vernáculas precisamente. Ahí en Salvador dirige dos museos: el Museo de Arte Moderno de Bahía y el Museo de Arte Popular. Aquí es un cambio completo en su práctica.
En Habitat empieza a ensayar estas ideas sobre cómo acercarse a las culturas indígenas de Brasil y a la influencia afrobrasileña y lo lleva a la arquitectura. Por ejemplo, en Bahía desarrolla esta silla de tres palos y empieza a ver un giro en su acercamiento a la arquitectura.
Empieza a incorporar muchos elementos naturales, muchas plantas, que de hecho ya los había incorporado desde la Casa de Vidrio pero ahora lo empieza a hacer de maneras más directas, como parte íntegra del proyecto.
Está planteando esta vinculación entre alta cultura y cultura popular, pero hace una incisión entre cultura popular y folclor: ella decía que la cultura popular es arte porque el arte puede ser un oficio.
Ambos, la cultura popular y el folclor son parte también del museo. En el Museo de Arte Popular hay clases de artes y oficios. Entonces, por ejemplo hay clases de grabado, de textil, de cerámica. Todo el tiempo Lina está considerando esos oficios como parte integral de lo que debe ser un museo. Siempre tiene este paralelismo entre el museo y la escuela, y siempre trata de combinarlos en todos sus proyectos.
En su quehacer lee echa un ojo a las técnicas de autoconstrucción y, de alguna forma, también cuestiona la existencia del arquitecto, su hacer.
Justamente. También en Habitat hay un artículo, no me acuerdo si está firmado por Lina o no, que se llama “¿Por qué el pueblo es arquitecto?” Lina ve en Brasil las maneras del pueblo de ingeniárselas, de construir sus propias casas, de construir aparatos de la vida diaria: lámparas, cucharas, de todo, y también lo incorpora en su arquitectura. Por ejemplo, la escalera que está aquí atrás embona cada pieza con el resto. No hay ningún clavo ni nada y es una sabiduría que toma precisamente de la región del Nordeste.
Me gustaría que me hablaras de algo que me parece muy importante en el quehacer de Lina, que es la idea del museo como un laboratorio, como un espacio escuela, como un espacio comunitario, como un organismo vivo.
Lo que hace Lina en el Museo de Arte de Sao Paulo (MASP) es muy interesante, porque precisamente eleva el museo en estos pilares de concreto y se propone diferentes maneras de invitar al público a participar en él. En la parte de abajo del museo, que es parte de la calle básicamente, desarrolla varias exhibiciones itinerantes o proyectos itinerantes, en los que invita a la gente a participar de distintas maneras. No es la misma sensación como la de entrar a un museo, de tener que guardar silencio. Ésta es una de las maneras en las que desarrolla esta idea de museo como experimento o como laboratorio.
Luego también estaría que, a través del museo, se genera todo un proyecto pedagógico dentro de la narrativa del mismo y fuera de. Una forma siempre de invitar al público a participar de distintas maneras.
Y luego viene entonces esta ruptura que hace de la narrativa, de la museografía y de cómo se colocan las obras, o sea, romper completamente con los esquemas dentro del museo.
Lina en realidad desarrolla eso desde mucho tiempo antes, desde sus primeros diseños de exposiciones está distanciando un poco la obra del muro. Lo que vemos aquí es una obra que desarrolla para el MASP, en la avenida paulista, en 1968, que son estos caballetes de vidrio.
Lo que hace con esto es, justamente, despegar la obra del muro y volverlo un poco más volátil, quizás. Permitirse distintas maneras de recorrer esta pinacoteca. Estos vidrios en donde cuelga la obra, lo que hacen es que, al verlo, percibimos la obra quizás como lo habría visto el artista en su estudio.
Lo que es interesante de este diseño es que te permite ver la parte de atrás de la obra que, a veces, está cubierta de inscripciones, la firma del artista, etiquetas, de lugares en donde ha estado la misma.
La idea de Lina al hacer este proyecto es, precisamente, desacralizar el museo, quitarle esta aura que identificamos con esa entrada al museo, de guardar silencio, de contemplación, de reflexión, es más bien como una experiencia.
¿Cuál era la intención de romper con la temporalidad de las obras?
Romper con esa inmediata asociación entre lo que debe ser bueno o lo que creemos que tiene que ser bueno, con lo que nos llama inmediatamente. Al romper con esta unión es un poco perderse, perderse entre esta multitud de obras de distintos periodos, artistas, estilos, motivos, sujetos. Eso te permite, también, un acercamiento distinto, un acercamiento más espontáneo quizás.
También hay otra idea que ella desarrollar, la arquitectura y el urbanismo como creadores de sentido de comunidad.
En SESC Pompeia, que es un centro de recreación y esparcimiento en las afueras de Sao Paulo, Lina toma un edificio, una bodega vieja, y decide no demolerla, sino construir sobre ella. Esta bodega que existe ya en este espacio, y construye dos edificios adicionales. Lo que es el SESC, es precisamente un centro de cultura, recreación, esparcimiento, entonces hay clases de baile, natación, canchas para jugar deportes y un montón de oferta cultural.
Este proyecto es el último gran proyecto de Lina. Aquí se da a la tarea de desarrollar en conjunto con la comunidad que ya existe en este lugar. Cuando empieza a desarrollar el proyecto ya hay una comunidad utilizando el espacio como tal. Lo que ella hace es identificar ciertas necesidades. Traslada su oficina al sitio de construcción para poder evaluar mejor cuáles son las necesidades específicas del público o la comunidad.
Está esta idea de la visión del arquitecto como un “obrero calificado” y con un profundo conocimiento de la conciencia humana. Es una definición que la misma Lina hace sobre su propio quehacer.
Siempre tiene esta manera de ver a la arquitectura, sí como un profesional, un trabajador, pero un trabajador que está atento a las necesidades de cada espacio, de cada comunidad, las necesidades técnicas. Lina también se ve a sí misma como un agente cultural en el sentido de que es capaz de identificar necesidades y reunir a las personas adecuadas para formar grupos o colectividades más conscientes de su entorno.
El “intelectual orgánico”…
Un intelectual orgánico es aquél que es capaz de identificarse y encontrar maneras de reunir a esas colectividades para un fin común. En el caso del SESC, es para contribuir a la vida cultural y al esparcimiento de esta clase trabajadora, pero también en São Paulo lo vemos en sus proyectos de museo, cómo aporta a la vida cultural de esta ciudad muy industrial.
¿Por qué se siente tan vigente la idea de museo de Lina?
Creo que eso es lo más fascinante de la figura de Lina, que ella a pesar de estar trabajando en un momento interesante como mujer arquitecto desde los cincuentas, desarrolla ideas muy contemporáneas, muy relevantes. Y creo que tiene que ver con esta exploración del urbanismo, creo que el urbanismo está muy en boca de todos en este momento porque estamos dándonos cuenta, apenas, que hay cosas que no estamos haciendo bien, que no estamos contribuyendo para una sociedad sustentable, comprometida con el medioambiente y demás.
Y la otra idea de Lina, que es muy importante, y que está volviéndose parte del discurso, es esa idea del museo como escuela, el museo como un laboratorio, el museo como un lugar para cuestionar qué es lo que nos está faltando o qué es lo que podemos mejorar como cultura y como sociedad.