Alejandro Caso forjó su carácter para diferenciarse de Alfonso, su padre

  • Siguiendo mis huellas son las memorias del arquitecto que, en palabras de su hijo, nunca buscó el halago ni el reconocimiento 

Por Perla Velázquez

Distrito Federal, 09/07/13, (N22).-  
Alfonso Caso y Alejandro Caso se parecían
muchísimo, sólo que al segundo no le gustaba reconocer que parte de su carácter
se debía a la voluntad de diferenciarse de su padre. “Creo que no buscar el
reconocimiento como arquitecto se debió en gran medida para ser diferente de él
(Alfonso Caso), quien recibió todos los honores que pueden dar en vida; mi papá
no quiso eso, propositivamente intentó ser diferente y creo que esa es la razón
por la que rehuía a los reflectores”, dijo Álvaro Caso para la Agencia N22.

Siguiendo mis huellas es el único escrito que dejó el arquitecto
Alejandro Caso. Este libro es parte de la colección de Memorias Mexicanas que
edita el Conaculta y efectivamente, con un relato ligero y de fácil
entendimiento, el hijo de Alfonso Caso plasmó anécdotas que marcaron su vida personal
e íntima, pues la trayectoria profesional casi no se toca en el libro.  

Álvaro Caso, hijo del autor de
las memorias, es un hombre alto, la falta de pigmentación en el cabello está
provocando que el tono de éste sea grisáceo, tal vez un tanto como los
recuerdos que tiene sobre su padre, quien murió hace nueve años. “Mi papá nos
pidió que publicáramos el libro, pero bueno, es lo único que haremos por su
reconocimiento”, menciona.

Aportaciones a la arquitectura y su desinterés por la fama 
El arquitecto Alejandro Caso fue pionero
en varias técnicas de construcción que se pusieron en boga en la segunda mitad
del siglo XX, sobre todo en la estética del concreto martelinado con agregados
de piedra, “él fue el primero que empezó a utilizar el concreto moldeado para
recordar nuestras raíces tanto prehispánicas como coloniales”. Pero esas
temáticas no se tocan en el libro, el escrito son memorias que le sucedieron y que
creyó que eran dignas de contarse, por tanto, no hay una intención de difundir
su trabajo.

“Más que una ideología personal
plasmada en un libro a través de memorias, es una especie de fotografía de la
vida del siglo XX, sin ninguna intención de demostrar nada, ni de decir nada, es
simplemente un panorama de las cosas sobresalientes que estaban en ese momento,
tanto en México como en el mundo”.  

La vida de Alejandro Caso fue
excepcional: su padre fue Alfonso Caso y su madre María Lombardo Toledano. Él
fue la única persona que estuvo presente en el descubrimiento de las tumbas
prehispánicas más famosas, la de Monte Albán y Palenque; también presenció un
naufragio y una serie de cosas que no suelen sucederle a la gente normal,
asegura su hijo, “lo que puedo asegurar es que todas son ciertas”.
Memorias de Alejandro, para quebrar la voz

En la actualidad la caza es una
actividad políticamente incorrecta, la mayoría de la gente tiene prejuicios
entorno a esta actividad. Álvaro también la práctica y sus inicios fueron
gracias a su padre, quien llegó hasta África para poder cazar leones o leopardos.

¿Qué emoción surge con la lectura del libro?, se le pregunta al
nieto de Alfonso Caso: «ha cambiando con el tiempo, porque desde luego, recordar
algunas de las cosas que vivimos juntos es muy emocionante, hay cosas que me
siguen dando taquicardia como la cacería de leones. Una pausa en el habla de
Álvaro denota sentimientos encontrados, la voz gruesa que hasta el momento
había permanecido, de repente se quebranta y continúa: “en otras hay nostalgia
indudablemente, hay una sensación de pérdida de un estilo de vida que ya no se
puede dar. En términos generales, es como emoción de revivir las cosas”,
rememora.

Alejandro Caso murió en 2004 en
la misma ciudad que lo vio por primera vez, la Ciudad de México. Su infancia la
pasó en ocasiones en casa de sus tías, debido a los necesarios viajes del
arqueólogo Alfonso Caso y su esposa, la
escritora María, para investigar más sobre la cultura prehispánica que dejó
huella en este país; esas anécdotas que vivió en compañía de sus hermanos
fueron las primeras que escribió el arquitecto.

¿María Lombardo incitó a su hijo
a incursionar en la escritura?
«La relación en la escritura de ellos dos gira en torno al mismo
interés: contar sus historias. Mi abuela platicaba una serie de anécdotas de su
pueblo natal, todo mundo le insistía que escribiera porque eran muy divertidas,
muy simpáticas y efectivamente hizo dos libros de cuentos y una novela. A mí me
parece que son cuentos muy bonitos; creo que sí tuvieron razón en insistirle
que los escribiera. Ella murió cuando yo era muy chico, debí haber tenido 6 ó 7
años, sé que la relación de mi papá con ella era de un enorme cariño, eran muy
estrechos».
***
La vida de Alfonso Caso abarcó
distintas ramas de la sociedad mexicana. Además de haber contribuido a la arqueología,
fue académico y rector de la máxima casa de estudios, la UNAM; también fue
teórico de su disciplina y dejó conocimientos en distintos libros. Al contrario
Alejandro Caso fue renuente a igualar a su padre.

Como arquitecto lo hicieron
académico emérito de la Academia Nacional de Arquitectura casi a pesar suyo, no
fue algo que él hubiera buscado o hubiera movido. “Siempre dijo que no
necesitaba que lo reconocieran y menos póstumamente, porque no se iba a enterar”.
El pensamiento de Alejandro en torno a su obra era que sus edificios iban a
hablar por sí solos, porque la arquitectura permanece de una manera
considerable.
En ese sentido, aseguró Álvaro,
hay una injusticia con él, porque varias de sus edificaciones han sido
modificadas o están en mal estado. Tal es el caso del edificio del Instituto
Nacional Indigenista, que fue el más novedoso de su época y ahora está cubierto
por una fachada de tabla roca que impide la admiración del lugar, “si mi papá
tenía la intención de que sobreviviera su obra, sí da un poco de coraje que le
pongan encima esa cosa que no sirva de nada”.

Otras de sus obras fueron el
Instituto Nacional de Biología de la UNAM, (ahora el Instituto de Ciencias del
Mar); el Observatorio Astronómico de Cananea, Sonora y el del Instituto Nacional
de Estadística e Informática (INEGI) en Aguascalientes.

Durante el escrito de Siguiendo mis huellas la familia de
Alejandro insistió en que se incluyera más sobre esta actividad porque sabían
que faltaba algo que era igual de interesante y que no estaba redactado, pero
su padre nunca quiso incluirlo, Álvaro menciona que tal vez se debe a la misma
intención de no darse auto-alabanza.

Antes de morir, Alejandro Caso
Lombardo entregó el manuscrito a su familia y pidió que la gente conociera esas
anécdotas que marcaron su vida. La labor familiar fue acomodar cada una de los
historias y darles orden con el consentimiento de su padre.

“Esto es un principio, no sé si
den claves para interpretar las ideas estéticas de mi padre, pero me parece que
vale la pena acercarse a su obra para ver lo que hizo”, finalizó Álvaro Caso.
Siguiendo mis huellas, cuenta con un proemio de Hugo Hiriart y
presentación de Guillermo Arriaga. 
13MAG 

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