Redacción/DMX
Mathias Clasen es profesor de literatura especializado en terror, director del Laboratorio de Miedo Recreativo de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca y tiene una teoría sobre las películas de terror:
Más del 95% de los padres afirman que sus hijos encuentran placer en algún tipo de miedo recreativo. En los niños pequeños, se vehicula principalmente en comportamientos arriesgados: juegos físicos, trepar muy alto a un árbol o montar en bicicleta demasiado rápido.
Pero cuando crecen, pasa a ser un miedo más controlado. Lo buscan en películas, libros y videojuegos.
El ser humano muestra una fascinación por el miedo, por ejemplo, paga por ser asustado en parques de atracciones, pone películas que le hagan gritar un poco.
Busca experiencias que lo pongan en situaciones desagradables, que lo lleven al límite, a eso se le conoce como paradoja del terror, algo en lo que la psicología y la neurociencia llevan años teorizando.
Clasen hace la reflexión: “La respuesta corta es que los humanos estamos biológicamente diseñados para encontrar placer jugando con el miedo, porque es un mecanismo de aprendizaje”.
En general, el miedo es un espacio seguro en el cual podemos practicar la regulación de emociones, culturalmente consumir este tipo de productos puede ayudar a crear una ventaja adaptativa, preparando a los espectadores para afrontar nuevos escenarios.
Esta teoría cobró fuerza cuando el mundo se convirtió en una película de terror pandémica. Aunque uno se podría esperar que la gente se refugiase en comedias amables este no fue el caso.
La película Contagio sobre un virus mortal se convirtió en la segunda más descargada en ITunes (a pesar de que se estrenó hace más de diez años).
El consumo de terror aumentó de forma exponencial, dando un salto al 12.75% en 2021 en comparación del 2.69% del 2014.
El crítico de cine especializado en terror Jorge Casanueva tiene una teoría más practica acerca de por qué este atrae tanto y es que simplemente este “es divertido”.
“Creo que el espectador busca, a nivel fisiológico, una descarga de adrenalina. Pero pasarlo mal, a veces, es simplemente entretenido, sobre todo si lo haces con amigos en una sala de cine”, añadió.
Igualmente, el contexto en el que se consumen estas películas es importante pues no suelen verse en solitario. Un estudio publicado en la revista científica Plos One en 2021, demostró que los matrimonios sentían menos estrés viendo la película juntos.
Otro estudio, por parte de la Universidad de Toronto, analizó la atracción del ser humano por las películas de este género desde el marco de la percepción predictiva.
Esto viene a decir que nuestro modelo interior del mundo no es tanto una realidad como una interpretación de la misma , si no que nuestro cerebro analiza lo que pasa y rellena los huecos de información con lo que cree que pasa.
Estas películas dan escenarios y situaciones conocidas, reproducen estereotipos y clichés, dan pistas de lo que va a pasar con elementos como la música, pero al mismo tiempo una de sus mecánicas principales es la sorpresa, con finales inesperados o con un giro de trama.
Este mecanismo podría funcionar con todo tipo de películas, pero es en el terror donde cobra más importancia, porque nos pone en escenarios improbables, por ejemplo: es más común enamorarse de un compañero de trabajo que encontrarse con un payaso asesino escondido en la alcantarilla.
(Con información de La Jornada)