Redacción/CDMX
Investigadores han pasado décadas tratando de entender la razón exactamente del ¿cómo es que perder el sueño nos hace sentir tan mal?
Un análisis con más de 50 años de datos ha permitido desentrañar las interacciones entre la falta de sueño y las emociones.
Este es el primer estudio de gran escala que explora estas conexiones desde 1996.
“Desde entonces había muy pocos estudios que se enfocaran en analizar el sueño y el funcionamiento diurno, en todo ese tiempo el campo se ha expandido completamente”, dijo Jo Bower, profesora e investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad de East Anglia, en el Reino Unido.
Actualmente existen suficientes datos para que los investigadores comparen los efectos de diferentes tipos de privación del sueño.
En este nuevo estudio publicado el 21 de diciembre por la Asociación Estadounidense de Psicología, Jo Bower y sus colegas de Texas, Colorado y Montana descubrieron que los tipos de perdida de sueño (quedarse despierto hasta tarde, dormir menos tiempo del habitual y despertarse periódicamente durante la noche), aumentan la sensación de entumecimiento emocional y los síntomas de ansiedad, al mismo tiempo que disminuyen las emociones positivas.
Fueron analizados datos de 154 estudios que incluían 5, 715 participantes en total. Bower mencionó lo que tuvo mayor impacto fue el estado de ánimo positivo, después de la pérdida de sueño, las personas eran más propensas a declarar que se sentían menos felices que a informar que se sentían más enojados o ansiosos.
Bower mencionó que le pareció realmente interesante, pues consideraba que era más probable que dirían que se encuentran más gruñones, tristes o irritables, pero la evidencia lo que sugiere es que son las emociones positivas las que sufren.
Para muchos participantes del estudio esto apareció como un entumecimiento emocional y perdida de placer, sorpresivamente esto también se mostraba en los casos más leves: personas que se quedaban despiertas solo una o dos horas más de lo habitual.
Los sueños REM también conocidos como ”movimiento ocular rápido“ (en español), donde los ojos se mueven en diferentes direcciones mientras están cerrados, es una forma de sueño que suele comenzar alrededor de los 90 minutos de iniciando un ciclo, estos están asociados con niveles más altos de actividad cerebral y sueños.
Así que los participantes que reaccionaron de manera negativa a las experiencias fueron las que perdieron este tipo de sueños, lo que sugiere que los procesos neuronales involucrados a lo largo del ciclo podrían afectar las emisiones diurnas de diferentes maneras.
Una de las variables que se observaron fue con los pacientes que padecen depresión clínica. Entre este sector la falta de sueño empeoró los síntomas de algunas personas, pero «mejoró» los de otras.
La profesora cree que esto puede ser debido a la experiencia de “embotamiento” emocional que priva a las personas demasiado cansadas de su capacidad de sentir emociones positivas con la misma plenitud.
Muchos de los estudios incluidos en la revisión se realizaron con estudiantes universitarios, sin embargo, la evidencia inicial muestra que los efectos emocionales a causa de la falta de sueño se vuelven más fuertes a medida que envejecemos.
Se espera que este estudio abra oportunidades para estudiar este significativo problema en poblaciones de mayor edad.
El comunicar al publico los riesgos de la perdida de sueño puede llegar a ser difícil ya que en muchas ocasiones no se dan cuenta que están siendo afectados.
El mejor consejo de la profesora Bower es tratar el sueño como se haría con cualquier otro elemento de un estilo de vida saludable, y en caso de sentirse de mal humor o distraído, no está de más irse a dormir más temprano.
(Con información de Time)