Estudio con moscas sugiere existencia de un sexto sentido en el reino animal

Redacción/CDMX

Un estudio realizado con moscas de la fruta ha sugerido que la capacidad del mundo animal puede ir más allá de lo que se pensaba.

Pues se sabe que podemos percibir el mundo exterior, desde la vista y el oído, el tacto, el gusto y el olfato.

En cambio, aún se desconoce cómo pueden percibir los animales y cómo responden a un campo magnético.

Científicos de las universidades de Manchester y Leicester creen que su trabajo, publicado en Nature, puede permitir el desarrollo de nuevas herramientas de medición.

En las que la actividad de las células biológicas -incluidas potencialmente las humanas- pueda estimularse selectivamente mediante campos magnéticos.

Por primera vez una molécula presente en todas las células vivas, denominada flavina adenina dinucleótido (abreviada FAD).

Puede, en cantidades suficientemente elevadas, conferir sensibilidad magnética a un sistema biológico.

La mosca de la fruta contiene un sistema nervioso que funciona exactamente igual que el nuestro y se ha utilizado como modelo para entender la biología humana.

Según el Dr. Adam Bradlaugh, neurocientífico de la Universidad de Manchester, comentó que el hallazgo mas sorprendente es la contradicción de conocimientos actuales.

Pues un campo magnético transporta muy poca energía, a diferencia de los fotones de luz o las ondas sonoras utilizadas por los demás sentidos, que, en comparación, son muy potentes.

Para evitarlo, la naturaleza ha recurrido a la física cuántica y al criptocromo, una proteína sensible a la luz presente en animales y plantas.

Asimismo, es que las células siguen «percibiendo» los campos magnéticos cuando solo está presente un fragmento muy pequeño de criptocromo.

Esta molécula, el dinucleótido de adenina y flavina (abreviado FAD), es el sensor de luz que normalmente se une a los criptocromos para favorecer la magnetosensibilidad.

Los efectos del campo magnético sobre el FAD en ausencia de criptocromo también proporcionan una pista sobre los orígenes evolutivos de la magneto-recepción.

Ya que parece probable que el criptocromo haya evolucionado para utilizar los efectos del campo magnético sobre este metabolito ubicuo y biológicamente antiguo.

(Con información de Crónica)