Cuando las palabras no alcanzan

Claudia González/CDMX

«Cultivo una rosa blanca

en junio como enero

para el amigo sincero

que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca

el corazón con que vivo,

cardo ni ortiga cultivo;

cultivo la rosa blanca..»

José Martí.

La floriografía es como se denomina al lenguaje de las flores, este le atribuye un sentido a cada una.

En la Edad Media, en la época victoriana, se codificó el significado de cada flor y aún más allá, la forma de dar las flores, a partir de entonces se les asignó una intención a esta acción y además códigos sociales para cada una.

Llegaron a desarrollar significados únicos en función de sus características.

En esta época también se escribieron libros y guías sobre los distintos significados, textos que aún se pueden leer hoy en día.

Otra teoría es que la florigrafía proviene de Persia y que ese manual ya existía en el siglo XVII.

A la diosa griega del amor, Afrodita, se le atribuye el uso de las rosas, ya que ella amaba estas flores y es por eso es que hoy se asocia al amor romántico.

Cualquiera que sea el origen, el regalar flores para expresar sentimientos, sigue usándose.

Regalar flores es una forma más de comunicación y ha sido una forma de expresar lo que sentimos sin necesidad de decir nada.

Las flores nos permiten plasmar nuestros sentimientos reemplazar las palabras; cosas que no nos atrevemos o que no sabemos cómo decir.

Además, es una manera de sorprender a las personas y es una herencia de nuestra propia historia.

La inmensidad de significados de cada flor y cada color es infinita y el acto de regalar flores va más allá de solo a nuestra pareja, podemos regalar una rosa a un amigo o amiga, un tulipán a un familiar o a un compañero de trabajo, o un girasol a esa persona que está baja de ánimos.

Cualquier ocasión es buena para regalar flores, aunque suelen regalarse para conmemorar un día importante, no siempre es necesario esperar, así que, a relajar flores.