Redacción/CDMX
Los superancianos son personas de más de 80 años que conservan características físicas y cognitivas de un adulto entre 20 y 30 años más joven.
¿Qué los hace tan resistentes al deterioro cerebral?
Recientes investigaciones han estudiado los mecanismo moleculares y celulares implicados en el irreversible proceso de envejecimiento.
Modificar nuestro destino genético al profundizar en los mecanismos genéticos de la longevidad y su manifestación en los organismos ha permitido poner foco en los hábitos de vida como factores clave que inclinan la balanza hacia un envejecimiento saludable o patológico.
Esa modificación se conoce como epigenética.
A diferencia de otras especies, el cerebro humano aún debe desarrollarse después del nacimiento, es un proceso lento, que empieza en la concepción y no cesa hasta la muerte, aunque alcanza su madurez entre los 20 y 24 años.
Este órgano está formado por neuronas conectadas entre sí y otras células nerviosas que le sirven de soporte y defensa (astrocitos y la microglía).
Tenemos 10 billones de neuronas que funcionas como una gran red de información, almacenamiento y gestión de nuestra vida cotidiana.
Pero garantizar su integridad precisa de mecanismos de protección y regeneración.
Anteriormente se pensaba que, una vez alcanzada la madurez cerebral, no existían mecanismos para reponer las neuronas y reparar las conexiones perdidas.
Hoy se sabe que el cerebro cuenta con zonas específicas donde las células progenitoras (células madre) pueden ayudar a reparar o sustituir neuronas que degeneran o han sido dañadas.
La existencia de esos mecanismos protectores no evita que los nichos progenitores dejen de reponer neuronas con la edad.
Pero el cerebro de una persona mayor tiene menor capacidad de regeneración, lo que se traduce en una disminución de la capacidad cognitiva.
No obstante, las personas solo suelen sufrir un deterioro cognitivo grave cuando la pérdida de las neuronas es muy elevada debido a una enfermedad degenerativa, como el alzhéimer.
Lo sorprendente es que esa pérdida inexorable no se traduce en alteraciones graves en la calidad de vida de los superancianos, lo que incrementa su resiliencia y reserva cognitiva.
La reserva cognitiva es la capacidad de nuestro sistema nervioso central de balancear y optimizar su funcionamiento para enfrentarse a las patologías neurodegenerativas, tal facultad también está asociada a factores como la actividad intelectual como es leer, escribir y socializar.
Parece que los superancianos comparten hábitos similares: se mantienen activos físicamente, tienden a ser positivos, desafían su cerebro y aprenden algo nuevo todos los días, muchos continúan trabajando hasta los 80 años.
La evidencia científica resalta la importancia de permanecer comprometido socialmente a medida que se envejece, ya sea visitar a amigos o colaborar como voluntario en alguna organización.
Un estudio reciente demuestra que los superancianos poseen un grupo de neuronas más grandes de lo normal.
Y estas no presentan las características propias del envejecimiento en enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
(Con información de BBC Mundo)