La importancia de llamarse Hipatia

Claudia González Sánchez/CDMX

Hipatia no es el nombre de una fruta, ni el apodo de nadie, así se llamaba una figura importante en la historia de la humanidad y quién, en el siglo XX, se convirtió en un ícono de los derechos de las mujeres y precursora del movimiento feminista.

Fue una destacada pensadora de la escuela neoplatónica de Alejandría, enseñó filosofía y astronomía; es la primera matemática cuya vida está bien documentada.

Escribió sobre geometría, álgebra y astronomía, además mejoró y construyó instrumentos astronómicos como el astrolabio o el planisferio.

Hipatia fue reconocida como una gran maestra y una sabia consejera que dejó una profunda huella en sus discípulos, algunos de ellos también importantes científicos de la época.

Se sabe que escribió un comentario sobre Arithmetica, libro de Diáfano de Alejandría; se cree que pudo haber editado el texto sobreviviente del Almagest de Ptolomeo.

Era pagana, aun así, enseñó y fue tolerante con los cristianos, por su carisma era muy querida, se sabe que tenía una gran influencia en la élite política.

Al final de su vida aconsejó a Orestes, el prefecto romano de Alejandría, quien estaba en medio de una disputa política con Cirilo, el obispo, se presume que impidió que estos se reconciliaran.

La muerte de Hipatia fue terrible, en marzo de 415 d. C., fue asesinada por una turba de cristianos encabezada por un lector llamado Pedro, lo cual  conmocionó al imperio y la transformó en una «mártir de la filosofía».

Durante el Siglo de las Luces, se convirtió en un símbolo de la oposición al catolicismo. En el siglo XIX, la literatura europea, especialmente la novela Hipatia de Charles Kingsley de 1853, la idealizó como  «la última de los Helenos»

Hipatia es hoy un referente del potencial femenino en la historia.