El Historiador del arte Peter Krieger hace una lectura de Dickens desde el presente, vinculándole con las problemáticas de las megaciudades de la actualidad y la obra capital de Friedrich Engels
Huemanzin Rodríguez / Ciudad de México.
En el 210 aniversario del natalicio de Charles Dickens, uno de los escritores ingleses más leídos, tenemos la oportunidad de adentrarnos en el realismo inglés, en el lapso de mayor crecimiento por la actividad industrial, pues a principios del siglo XIX Londres tenía un millón de habitantes y empezó el sigo XX con casi 7 millones de personas.
Dickens venía de una familia con muchas necesidades y él mismo en su juventud trabajó en una fábrica cuando los derechos laborales no existían. Detalles de esa vida están en sus narraciones más famosas: David Copperfield, Oliver Twist o El cuento de navidad. ¿Ha cambiado el mundo desde entonces? Para el Historiador del Arte e investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Peter Krieger, hay una relación entre la obra literaria de Dickens y la reconocida obra de sociología empírica de Friedrich Engels.
«Hoy en día tenemos muchos problemas de pobreza, de slums (término en inglés para nombrar los barrios populares, pobres con alta densidad poblacional), con problemas hábitat miserable en los slums de América Latina, África y Asia. Muchas de las descripciones de la pobreza y las condiciones higiénicas terribles que cuenta Dickens, son de actualidad. Hoy hay internet y podemos tener acceso a más información, si en un navegador escribimos ¨´»pobreza urbana», encontraremos muchas imágenes, muchos reportajes. En el sigo XIX la lectura de libros tenía un impacto mucho más grande que hoy, pues la fotografía estaba en sus inicios y falta mucho para la omnipresencia de la imagen. Este 2022 Hoy podemos conmemorar a Dickens, dedicarnos a su obra y ver las imágenes e imaginaciones que surgen de las lecturas.»
¿Cómo era Londres en tiempos de Charles Dickens?
Londres tuvo un crecimiento enorme, a inicios del siglo XIX tenía 1 millón de habitantes y al final del siglo tenía 6.7 millones de habitantes. El proceso de crecimiento urbano acentúa problemas como la segregación, la inexistente vivienda digna para los pobres, todos los problemas que hoy conocemos en las megaciudades, así que Londres se convirtió en el ejemplo de todas las ciudades.
Podemos verlo en la Ciudad de México, que ha tenido un crecimiento exponencial en las últimas décadas y el costo ha sido muy fuerte, con condiciones socio-espaciales miserables, la exclusión de los pobres y la segregación. Eso es el núcleo que vemos en Charles Dickens. Me parece un gran logro acercar a los lectores que buscan una buena novela o narración como El cuento de navidad, un texto armónico con un tema agradable, la Nochebuena, pero al mismo tiempo enfrenta con una realidad fuerte. Ese tipo de literatura, que se basa en una experiencia propia en la pobreza, con el conocimiento empírico, es también una fuente del famoso libro de Friedrich Engels que aparece en 1845.
El cuento de navidad es publicado en 1843 y La situación de la clase obrera en Inglaterra en 1845. Tanto Dickens como Engels tienen una base empírica, aunque diferente.
Engels, como miembro de la clase alta, como empresario, camina en los slums de Manchester y otras ciudades industriales y ve cómo en un lapso breve de la industrialización temprana, crecen las ciudades en formas no sustentables y generan conexiones catastróficas en la gente: viven en las cloacas, no hay ventilación, viven en departamentos húmedos con animales, con muchas personas. Todo eso lo describe con mucha precisión en La situación de la clase obrera en Inglaterra, una obra que se nutre de la literatura en primer lugar de Dickens.
En el caso de Engels tenemos los datos duros de sociología empírica. Los lectores que consultaron su libro tienen también una obra literaria, con esos aspectos de la sociología urbana, de la sociología empírica. Es también un manifiesta político, su observación empírica es fundamental para el concepto político que desarrolla con Karl Marx (quien no tuvo esa experiencia empírica, fue un escritor en su célula y no conoció la situación de los obreros).
En el caso de Dickens, tenemos especialmente en Oliver Twist pero también en El cuento de navidad, descripciones muy drásticas como los colores gris, café y naranja. Londres bajo la neblina. En El cuento de navidad están las fachadas negras que contrastan con la nieve blanca, con una atmósfera amarilla donde el acto de respirar es un asalto a la salud. Y luego, un aspecto que hay en las obras de ambos autores es la negación de la pobreza por las clases altas y media.
Engels lo dice claramente, cómo esconden la miseria urbana detrás de las fachadas opulentas, ornamentales, de los edificios en la capital de un imperio. Londres era una capital del mundo del siglo XIX que traía mucha inmigración, particularmente a mucha gente pobre de Irlanda, de las colonias, de la comunidad judía (que buscaba más libertades), de las comunidades hindú y china. Todos generan una atmósfera multicultural, pero en su mayoría eran pobres y no tuvieron un espacio urbano digno. Los políticos lo negaron hasta que cuando ya era muy obvio. Me parece que fue en 1845 cuando los miembros del parlamento, enfrente del río Támesis, olían la cloaca. El agua del río era “potable” para los pobres y generó epidemias de cólera y otras enfermedades. Hubo una negación de esos problemas.
Lo que se llama literatura del pauperismo, Dickens lo pone en la agenda, confronta a sus lectores con eso, toda esa estructura y brutalidad del sistema capitalista, la negación del compromiso social y Engels toma eso, no solamente quiere describirlo, quiere llegar a las razones, analizar las causas sistémicas inherentes de por qué tanta gente vive en esa miseria.
Las descripciones de Dickens y Engels nos hablan de un Londres que ya no existe como entonces, la clase obrera tiene ya garantías y derechos laborales, y no hay trabajo infantil. Sin embargo, los países que proveen a Europa y Estados Unidos, no tienen esas garantías o derechos. La obra de Dickens y Engels siguen presentes en el siglo XXI —ahí están industrias como la textil o la del chocolate por mencionar dos con investigaciones comprobadas—. Sólo sacaron los problemas de las “capitales” del mundo.
En el caso de Dickens, el impacto es importante. Su obra era para lectores que querían escapar de la realidad a través de la literatura clásica para intelectuales y eruditos o de la literatura de viajes, una literatura para escapar a la ficción. Y Dickens utiliza a la literatura para acercar a sus connacionales a algo que no quieren ver. La de él es una obra de introspección realista.
Hoy tenemos mucho más acceso a obras como esa, ahí están lo mismo investigaciones profundas sobre la vida en Mumbai, como el libro de Katherine Boo, Behind the Beautiful Forevers. Life, Death, and Hops in a Mumbai Undercity (New York, 2012); y películas como Slumdog millionaire (Danny Boye, 2008). Pero hay un peligro que es la porno miseria, el lector que lee o ve eso, está cómodamente sentado en su sofá burgués, y tal vez pudiera decir: “¡Qué grave!”, pero no cambia su vida ni su postura política y consume productos que fueron hechos con mano de obra infantil.
Eso es muy grave en nuestro tiempo, si rastreamos, por ejemplo, la producción de las computadoras y celulares, descubriremos un trabajo de casi esclavitud en China y otros países asiáticos. ¿Y dónde terminan esos celulares o computadoras viejos que la gente se deshace de ellos para comprar equipos nuevos? En países como Ghana, en vertederos, depósitos de basura donde los niños sacan los metales preciosos dentro de estos equipos a través de procesos tóxicos.
Hay una lógica neocolonial detrás de eso que, tal vez una obra literaria o una película no analiza a detalle. Así que hay un peligro después de ver estas obras que nos hablan de un desastre social o natural y, cuando terminamos, click, se apaga la indignación y seguimos con la normalidad. Creo que en Dickens es valioso que moviera la agenda y que, con su energía literaria, su energía poética, pueda estimular un movimiento como el fundado por Engels y Marx.
No olvidemos que, dentro del movimiento obrero del siglo XIX, estaba fomentar la lectura. Recordemos que había mucho analfabetismo y con la lectura se buscaba encender el motor del cambio. Esto es lo que reflexiono en el 210 aniversario del nacimiento de Charles Dickens.
¿Cuál es el peso de los documentos artísticos, para ti como historiador del arte?
Como historiador del arte e historiador de la imagen, es grande mi interés en la literatura y sus cruces entre palabra e imagen. Para mí es importante las preguntas que surgen del consumo de las obras de arte. Puede ser una obra decorativa que nos agrada, pero lo que hacemos nosotros en el campo de la Bildwissenschaft (la ciencia de la imagen, la historia de arte expandida), es preguntarnos ¿cuál es la función y la esencia de del arte? Por eso Jacob Burckhardt, famoso historiador de finales del siglo XIX y maestro de Nietzsche, una vez dijo: «Las preguntas que le hacemos a la historia vienen de nuestra vida actual». En nuestra vida actual vivimos una continua crisis socio-espacial visible en las megaciudades. Y también una crisis ambiental. La situación de la clase obrera en Inglaterra, es también un texto pionero de la crítica ambiental. ¿Él se pregunta cómo se inundan las casas y los departamentos?
Con detalle en Oliver Twist y también en parte de El cuento de navidad, cómo describe las inundaciones fecales en los slums, ahí está un tema con mucha actualidad.
Ahí están las claves de la actualidad. Hoy a 210 años del natalicio de Charles Dickens, uno de los escritores más leídos en Reino Unido, la pregunta es ¿por qué debemos conmemorarlo? Ahí está el potencial de la lectura refrescante de la obra de Charles Dickens, si no, nos quedaremos en la porno miseria.
Imagen de portada: Ilustración basada en la caricatura de André Gill, que hizo cuando Charles Dickens viajó de Londres a París.
Todas las ilustraciones son de Huemanzin Rodríguez, basadas en las viñetas que ilustraron las ediciones de las obras de Charles Dickens en el siglo XIX.