En tanto que brujas, las mujeres que han poseído el conocimiento y que buscan la transformación de su entorno han sido perseguidas. La autora Ave Barrera analiza cómo el personaje se aborda en la literatura desde una total resignificación
Ana León/Tepic de Nervo, Nayarit
En la pasada Feria del Libro de Guadalajara, la autora Ave Barrera (Guadalajara, 1980) conversó con las escritoras Brenda Lozano (México) y Dolores Reyes (Argentina) sobre el personaje de la bruja, su lugar en la literatura y en sus propias novelas, en la mesa Brujas y modernas. Desde Nayarit, la escritora vuelve a este tema en El personaje de la bruja en la literatura latinoamericana actual, una conferencia que se llevó a cabo el día de ayer, en el marco del Festival Letras en Tepic.
La idea de bruja ha estado asociada al escarnio, a la persecución, a la caza de, a la seducción y al poder. Al poder que se obtiene a través del conocimiento. Las brujas tienen el poder de transformar a partir de la aplicación de ese conocimiento. «Son un agente de cambio», comenta Ave Barrera en entrevista con este medio. «La bruja es un elemento de transformación. Es un personaje que contribuye a transformar la realidad y es que nos urge una transformación de la realidad. Y creo que el principio femenino de conocimiento es el que está logrando plantear, o comenzar a tramar, esa transformación de la realidad que necesitamos y que enraíza en las tradiciones originarias de nuestros pueblos.»
En su novela Restauración, el personaje de una bruja es determinante para la historia. ¿Por qué sigue estando tan vigente la bruja en la literatura?, se pregunta la autora. «¿Por qué la novela de Dolores Reyes (Cometierra) habla acerca de una bruja que come tierra y la novela Temporada de huracanes (Fernanda Melchor) también habla acerca de una bruja travesti que es asesinada?»
Esas potencias femeninas rebeldes que se han hecho del poder de la palabra son los personajes que detalló la escritora en su conferencia. Gorgonas legendarias como Medusa y Cirse, las brujas de Macbeth, la Baba Yagá, parte del folclore y la mitología eslava; la celestinas; la Sycorax, la bruja argelina madre Calibán; o la misma María Sabina, pero justamente esas brujas que conocemos, «las brujas de nuestras abuelas, y las brujas de la edad media, no tenían en su poder la palabra, no tenían la escritura, a lo mejor tenían el conjuro, pero no la escritura y no podían manifestar el poder en ese sentido. […] Es muy valioso que podamos hacer una recuperación de ese conocimiento, de esa sabiduría, nombrarlo y ponerlo en las novelas como se está haciendo.»
A lo largo de la historia, el poder de la palabra, de enunciarse a sí mismo y a sus pares femeninos, se le ha dado al hombre. Las mujeres hemos sido despojadas de las palabras durante siglos. «Pero creo que le estamos dando la vuelta de una manera particular, porque la sabiduría asociada a la feminidad enraiza en el cuerpo y en la materia, y en el conocimiento del mundo, del clima, de los elementos, de la naturaleza; una vez que se alimenta de todo eso y que habla el lenguaje de las cosas y de los cuerpos y de los otros, le da la vuelta por medio de las palabras, porque ahora podemos escribirlo y ahora podemos decirlo y enunciarlo.»
Durante siglos, la búsqueda del silenciamiento, el control y la neutralización del poder femenino mediante la persecución de “la bruja” creó un imaginario del personaje asociado a la maldad, a la fealdad, a lo que se debe temer, a lo que se aleja del deber ser femenino. Ahora, el término está mutando y está siendo reapropiado por la comunidad de mujeres.
Las últimas dos imágenes que mostró la autora en su conferencia fueron las de la marea violeta en la marcha del 8M del 2020 y la marea verde en la plaza pública por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.
«Estamos empezando a jugar con el término. Por lo menos creo que entre las amigas, las colegas y la comunidad de mujeres, el término ha cambiado muchísimo y se ha resignificado para bien. Todas tenemos a nuestras amigas brujas y todas hacemos aquelarres y disfrutamos muchísimo convivir y estrechar vínculos, y crear redes y trabajar entre mujeres a la manera de los aquelarres; esa analogía muy puntual nos ha funcionado muy bien. Creo que estamos resignificando de una manera muy bella la esencia de esa comunidad en tanto mujeres, en tanto mujeres que saben algo del mundo y que se unen para saber más y para sentir más.»