Una entrevista con el dramaturgo cubano fundador de Argos Teatro
Karen Rivera/Guanajuato, Guanajuato
«Yo creo que un teatro desproblematizado, para decir esa palabra compleja, es un teatro inerte, vacío, inocuo, que no funciona. Y es así que tenemos una constante, buscar tener un público que vaya buscando de verdad, porque necesite comunicarse con historias que lo conmuevan, que lo identifiquen, que lo hagan pensar sobre su realidad de un modo interesante, que no sea panfletario, que no sea eterno, que no sea vacío, porque creo que la cultura cuando se descuelga del pensamiento crítico y del pensamiento auténtico se hace innecesaria. Y es así el lugar que Argos Teatro ha peleado y buscado dentro del panorama teatral cubano.»
En 1996 el dramaturgo Carlos Celdrán creó Argos Teatro en la Habana, Cuba, con el objetivo de desarrollar materiales escénicos que permitieran al público encontrar en escena al cubano complejo, profundo y contradictorio que va más allá de los clichés.
«Ocupar un espacio de reflexión, de pensamiento, de belleza, de honestidad, también en el trabajo del actor, que el actor busque una técnica que cada vez se acerque más a la vida, donde puedan ellos meter dentro de los expedientes de los personajes que les dan, esos personajes de ficción, su biografía personal», señaló en entrevista Celdrán, director de Argos Teatro. «Y la característica que ha tenido durante 25 años, porque justamente ahora en diciembre cumplimos 25 años en activo, ha sido crear un repertorio alrededor del texto teatral, digamos partiendo de los textos teatrales tanto clásicos como contemporáneos cubanos, como contemporáneos universales, pero buscando siempre el acento en nuestras preocupaciones en la vida cubana, en la vida del individuo y en su subjetividad en Cuba.»
Carlos Celdrán busca representar en el escenario lo que llama una escena transparente, en la que los actores defiendan su identidad, su vida y sus problemas con honestidad, a través de la máscara del personaje. Prueba de lo anterior es la obra Diez millones, inspirada en un hecho autobiográfico, que Argos Teatro presentó en el Teatro Principal de Guanajuato, propuesta escénica que muestra cómo la sociedad actual mira al presente sin vínculos con su pasado, atrapada en una amnesia colectiva.
«Empezó como un diario personal y una reflexión muy personal, muy adentro, sobre la relación con mi madre y mi padre cuando era niño y adolescente, en un contexto en los años setenta y ochenta en Cuba, bien convulso con sucesos históricos muy marcados, donde transcurrió mi infancia, juventud y formación intelectual, y también emocional y ética. Por eso se llama Diez millones, porque ocurre durante la zafra de los diez millones en el año setenta, una zafra en la cual se soñó alcanzar diez millones de azúcar, un momento épico, pero que no se llegaron a cumplir.
»Y efectivamente cuando empecé contar mi historia me di cuenta que había tenido muchas biografías, había cambiado mucho y mis padres también y habían olvidado las biografías anteriores, sus posicionamientos sociales, los habían ido cambiando y dejado a un lado para adaptarse a nuevas ideas. ¿Qué pasó con eso, con esas verdades, con esos dolores que ocurrieron?, ¿quién va a dar testimonio de eso? Nadie, porque ya somos otros. Uno se va redimensionando y va olvidando el pasado y eso fue lo más preocupante, la falta de memoria de quiénes fuimos, de la memoria colectiva e individual del pasado, porque sin eso no hay futuro, porque se van a repetir las mismas cosas.»
Imagen tomada de la página del Festival Internacional Cervantino