Silvia Arrom desmonta los mitos que existen sobre esta mujer en la historia de nuestro país. Una mujer que no contravino los estereotipos de su tiempo, pero sí fue una mujer que se hizo a sí misma
Ana León / Ciudad de México
Sobre la vida de María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba, la famosa y más fácil de nombrar, Güera Rodríguez, se ha dicho mucho. Se la convirtió en una heroína de la independencia y también la han transformado en mujer liberada, plena de amantes; lo innegable sí fue su belleza, su simpatía y el pleno conocimiento de sus derechos. Pero las narrativas históricas son instrumentos ideológicos como bien apunta la historiadora Silvia Arrom. Los tipos de heroínas o héroes, se seleccionan porque representan ciertas virtudes y deslindar el mito de la realidad es lo que en sus estudios sobre este personaje, la también escritora, ha buscado.
—Mi intención era demostrar que muchos de los estereotipos que tenemos de lo que era la vida de una mujer en esa época, hay que desmitificarlos, hay que cambiarlos. Lo que quise es ver si era verdad lo que yo había leído en Artemio de Valle Arizpe, obviamente, pero también demostrar cómo era la vida de una mujer de clase alta que vive en la Ciudad de México, adinerada, en esa época. Porque ella en muchos sentidos representa a las mujeres de esa clase. Ella no desafió las convenciones de la época, lo que ella hizo siempre estuvo dentro del deber ser femenino que era mucho más amplio de lo que hemos pensado.
La historiadora se ha interesado desde hace cincuenta años en la vida de este personaje y más aún cuando leyó el libro de Fanny Calderón de la Barca, La vida en México. —Que la menciona como una persona maravillosa, preciosa, simpática… No dice que fuera heroína de la independencia, no menciona nada de eso, pero se me quedó en la mente.
Al hacer su tesis doctoral en la Ciudad de México, encontró en una de las librerías del centro el libro de Artemio del Valle-Arizpe que se titula La Güera Rodríguez y que la pinta como una de las figuras más brillantes en la historia de México. —El sí la representa como una heroína, además de una mujer que tuvo muchísimos amantes. No sabía si eso era verdad, pero ese libro tiene granitos de verdad: la mayoría de lo que él escribe es ficción y un poquito por aquí y por allá de verdad histórica.
Ahora, después de seguir la pista histórica de este personaje, Silvia Arrom publica La Güera Rodríguez. Mito y mujer (Turner, 2021).
Justo en este desmitificar, está ese no desafío a las convenciones. Hay una parte en donde mencionas que esta vida aristocrática era normal que las mujeres viudas administraran sus propiedades, incluso se fueran a litigios para pelear por ellas y el “chisme” como una manera de manejar información en otros niveles. Ese aparente ser libre y ese peso en el juego político acotado a lo masculino, era parte de la forma de vida de las mujeres de su clase en aquella época.
Y hay muchos estereotipos: “la mujer tenía el mismo estatus legal del niño”, eso no es verdad y por mucho que los historiadores demuestren que esto no es verdad, y demuestren que las viudas y las solteras tenían todos los derechos que tenían los hombres, no podían ser sacerdotes, no podían tener puestos en el gobierno; algunas limitaciones sí tenían, no podían ir a la universidad, pero en eso de manejar propiedades, de poder hablar con los hombres; también hay ese estereotipo de que los hombres y las mujeres estaban en dos cuartos separados y nunca se hablaban. Eso es ridículo, eso no era así, en esta clase social.
Tenían una vida social muy divertida, jugaban a los naipes. Tocaban música, bailaban.
Ese estereotipo de que la mujer estaba confinada a la vida doméstica y que no tenía nada que ver con la vida cívica y política, no es verdad. En realidad, las esferas pública y privada no estaban tan separadas como ahora, y en las tertulias y las sobremesas las mujeres y los hombres hablaban de política.
Una mujer como la Güera y como muchas otras, manejaban información. Ella conocía a todo el mundo importante en esa época. A los realistas, a los insurgentes, los conocía a todos. Tenía conexiones en la audiencia, en el ayuntamiento, con el Virrey y sabía manejar eso.
Y parte de la manera en que ella se supo defenderse de muchas vicisitudes que le tocaron, es que podía manejar esas redes sociales, esos conocidos. Ella conocía muy bien sus derechos.
En la segunda parte del libro desarrollas la manera en que la historia de la Güera empieza a ser utilizada hasta llegar a ser una heroína de la Independencia, pero cómo pasa de ser esta estratega social a empezar a ser considera una heroína cuando en realidad su papel no fue ése.
Yo no sé si diría que a ella no le importaba el bien colectivo, porque la verdad es que hay mucho que no sabemos. Ella nunca fue juzgada por insurgente, ella nunca fue castigada por insurgente. Entonces no tenemos los autos que tenemos para otras mujeres que nos puedan decir lo que pensaba o no pensaba. A lo mejor ella pensaba en el bien colectivo, pero no se puede probar. Tampoco tenemos sus papeles personales. He encontrado algunas cartas metidas en los largos autos de otros juicios, pero no tenemos, o por lo menos yo no he podido encontrar su archivo personal, que me hubiera dicho muchísimo.
Lo que sí sabemos es que durante su vida no fue considerada heroína de la independencia por sus contemporáneos y en los cien años después de su muerte —ella murió en 1850—, tampoco fue considerada heroína de la independencia. No fue hasta 1949, en la biografía novelada de Valle-Arizpe, que sale esa figura de heroína intrépida y también de la mujer rebelde, promiscua.
Eso es creación de Artemio de Valle-Arizpe, que toma por aquí y por allá, algunos detalles que ha leído, pero inventa, inventa, él llena los silencios de los documentos con su imaginación. Y entonces él es el que crea muchos datos falsos y muchos cuentos apócrifos que después se van repitiendo y modificando.
No digo que ella no haya hecho nada, ni se hubiera interesado en la política, ella sí se interesaba en la política. En 1809, ella sí estuvo metida en una intriga contra el oidor Aguirre y el Virrey la desterró de la Ciudad de México por dos meses. Eso es 1809. Hubo una investigación y la conclusión del investigador fue que la denuncia del oidor que dijo que ella quería envenenar al Virrey, era falsa y que era por resentimientos personales, nada más. O sea, él dice que no tiene nada que ver con la política.
Lo interesante es que Valle-Arizpe cambia la fecha de esa intriga que es el otoño de 1809, lo cambia a 1811, o sea, después del Grito de Dolores.
Yo sí creo que ella era parte de un grupo criollo alrededor del Ayuntamiento donde su papá era regidor, muchos de sus amigos y parientes también, que en esa época quería establecer un autogobierno provisional mientras que los franceses estaban en España, temporario, nada más, hasta que regresara el rey Fernando. Y lo que pasó, esa intriga, puede haber sido una manera de debilitar al grupo peninsular que había puesto fin a la propuesta del Ayuntamiento con el golpe de hierro.
Después de tu investigación entonces y con todos estos matices que tiene ella tanto desde el pensamiento político, pero también como una mujer de clase alta, ¿quién es La Güera Rodríguez?
La Güera Rodríguez es una mujer, como dice Fanny Calderón y también Carlos María Bustamente y también Mathieu de Fossey, que la conocieron, es una mujer muy bonita, muy simpática; Fossey dice que ella era en las fiestas el centro de la atención porque contaba unos cuentos divertidísimos. Una mujer independiente que se supo defender.
Yo creo que es una mujer de su época, que padeció lo que padecía muchas otra. Se le murieron dos maridos, ella se casó tres veces. De los siete hijos que tuvo se murieron tres: dos en la infancia y una después de once años de una enfermedad crónica que debe haber sido la tuberculosis, se murió a los quince años. Tuvo que pelearse con parientes y comerciantes sobre una deuda. Estuvo viuda muchos años, tuvo que manejar las propiedades de sus hijos, y lo hizo todo con una determinación, fantástica.
Además, vivió en un época en que había una crisis política enorme y ella tuvo que ver cómo se manejaba en esa crisis, qué iba a hacer, en qué partido. Yo creo que a ella le tomó mucho tiempo el decidir que la Nueva España debería ser totalmente independiente.
Probablemente por varios años le gustó mucho el proyecto de muchos criollos de su clase social que era el de las Cortes de Cádiz y la Constitución de Cádiz que le daba un autogobierno permanente a México dentro del Imperios Español, algo así como Canadá, Nueva Zelanda. Que no es una idea de loca, porque le ha ido muy bien a Canadá, a Nuva Zelanda y a Australia, pero que es una posición que suele no enfatizarse en las narrativas de la historia de la época.
Nos gusta pensar que todo el mundo desde un principio, por lo menos “los buenos” de la historia, quisieron la independencia abiertamente, con entusiasmo. No creo que fuera así su caso.
Sufrío muchos reveses económicos por la guerra, porque los rebeldes tomaron sus dos haciendas más valiosas que le daban la mayoría de sus ingresos. Y para proteger el patrimonio de su familia parece que sí le dio algún dinero a los insurgentes en dos ocasiones y, definitivamente, tuvo algún contacto con ellos. Pero eso no sabemos si fue por convicción o por conveniencia para proteger sus propiedades. Además, la cantidad de dinero que dio no fue mucha. Y no creo que la eleve al nivel de la gran heroína como Leona Vicario o la Corregidora.
El uso en 2010 de la figura de la Güera Rodríguez: ¿marketing histórico y cuota de género?
Tienes razón. Era un manera de celebrar a una mujer extraordinaria que ya muchísima gente creía que había hecho todo lo que dice Valle-Arizpe y los que lo siguieron. Para mí, eso nos demuestra que las narrativas históricas son instrumentos ideológicos. Los tipos de heroínas o héroes se seleccionan porque representan ciertas virtudes cívicas y en este caso, la gran virtud era que desde el principio y abiertamente estaba apoyando la independencia —que, como digo, no creo que sea verdad—, además la virtud de ser un patriota que se sacrifica por la patria. Y también una manera de crear orgullo patriótico.
Ahora, aquí se mezclan dos ideologías, la ideología sexista del Valle-Arizpe, a mediados del siglo XX, que la define por su sexualidad: una mujer tan encantadora que los hombres siempre se enamoran de ella, que toda la influencia que tuvo fue porque era accesoria de un hombre famoso y fue por el amor y por su atractivo físico que los podía manipular. Esa es la visión más vieja.
Pero después, con el movimiento feminista, también estábamos —y digo yo también porque la rescaté y publiqué parte de su divorcio eclesíastico—, buscábamos mujeres fuertes en la historia. Y ahí estaba esta figura fantástica, fabulosa en todos los sentidos… fabulosa porque es muy divertido el libro de Valle Arizpe, pero fabulosa en que contiene muchas fábulas que no son verdad; ahí está la figura de La Güera Rodríguez mujer supuestamente liberada sexualmente y supuestamente ardiente patriota desde 1810 hasta 1821. Hasta se dijo que ella era la mente maestra de Plan de Iguala, cosa que la mayoría de los historiadores que han estudiado a Iturbide no lo creen. Y eso viene de un rumor de un enemigo de Iturbide en 1822. Y en 1822, la mejor manera de insultar a un hombre es decir que era tan estúpido y débil, que tenía que apoyarse de una mujer.
Y si Bolívar tuvo su Manuela Saenz, pues México tiene que tener su Güera Rodríguez. Iturbide tiene que tenerla. Así que, ahí se mezclaron muchas cosas, en que ella fue muy útil en 2010.
Otra cosa que vemos es que se suelen presentar versiones muy pulidas de la historia, en realidad era una época de muchas angustias y sufrimientos para todo el mundo, no sólo para ella.
Mencionas el sesgo feminista. ¿Es justo o se puede meter la historia de La Güera en esta narrativa feminista, considerarla una feminista?
Bueno, depende de cómo uno define feminismo, si uno define feminismo como un movimiento que depende del siglo, las feministas se dan cuenta de que hay una desigualdad entre el hombre y la mujer; que hay que hacer algo para mejorar la condición de la mujer… si lo definimos así, pues los que quieren mejorar la educación de la mujer en el siglo XVIII, son feministas; pero nuestra definición hoy en día es más bien igualdad, pues no, yo no creo que ella ni pensaba en eso en esa época.
No, yo no creo que sea feminista. Pero si buscamos una mujer muy liberada y pensamo que la habíamos encontrado, feminista antes de su época, pensábamos que la habíamos encontrado; hasta se ha llegado a decir que fue la primera divorciada en México, que no es verdad. En primer lugar, no existía el divorcio, era separación de la iglesia; en segundo lugar, ella se regresó con el marido y tuvo otro hijo; y en tercer lugar, hacía siglos que la iglesia había autorizado separaciones de divorcio eclesiástico.
Pero hay que decir esto para decir que ella era feminista, porque una mujer feminista si uno está pensando en 2010, no va a quedarse con un hombre que le pegaba, porque el hombre era abusivo.
¿Cuál es la importancia de volver a la historia de La Güera Rodríguez hoy?
Yo creo que cuando las mujeres, las figuras históricas, se meten en arquetipos o la puta o la madona, la virgen; o la santa o la bruja; o en el caso de La Güera Rodríguez, la heroína intrépida o la rebelde promiscua, se pierde la complejidad de sus vidas. Para mí, lo que yo he querido hacer es rescatar lo que fue una vida real en esa época, la vida de una mujer interesante. Creo que también nos demuestra la complejidad del movimiento de la independencia que no fue tan fácil, que para mucha gente fue gradual, que fue una crisis que no sabían qué hacer.
Yo creo que la vida de La Güera Rodríguez nos demuestra que mucho de estos mitos que tenemos, o maneras de presentar el pasado, nuestra memoria histórica, dista mucho de lo que fue la verdadera historia.
Todas las imágenes fueron tomadas del libro La Güera Rodríguez. Mito y Mujer