Para el arqueólogo Eduardo Matos aún falta mucho por investigar de este suceso porque la historia que nos enseñaron en la infancia no es la real, pero la creemos
Karen Rivera/Ciudad de México
¿Cuáles fueron los factores que determinaron la caída de Tenochtitlan hace 500 años? ¿Cuáles los mitos que se construyeron alrededor de la Conquista de México? El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, fundador del Proyecto Templo Mayor, asegura que fueron cuatro las causas de la destrucción de las ciudades de Tenochtitlan y Tlatelolco en 1521, cuando el pueblo mexica fue devastado por la guerra, el hambre y la viruela.
«Muchos se ponen a discutir que si fue invasión, que si fue conquista, en fin, yo, considero que es una discusión peregrina, fue una conquista con todas sus consecuencias. Conquista es cuando por el medio armado tú te apoderas de un territorio, de pueblos, etcétera, y eso fue lo que ocurrió.
»Hay varios factores que yo he manejado para la caída de Tenochtitlan, precisamente entre ellos los psicológicos, los económicos, a través de este tributo que hace que los grupos indígenas se unan al español, también los militares y también los de salud con la epidemia de viruela. Pero en los primeros, en los psicológicos, vemos claramente una finalidad del grupo español: conquistar nuevas tierras para la corona y, a través de eso, ganar prebendas ante la corona misma. También imponer una nueva religión que ellos pensaban la que debería ser, que era la única. Y el ansia de oro.
»Entre las causas psicológicas que he planteado hay esta que es muy importante: cómo Moctezuma ya prisionero de Cortés en el palacio de Axayácatl, va finalmente a ser muerto. Y ahí también viene una controversia: si lo mataron los españoles o su propio pueblo arrojando piedras, varas, en fin, yo me inclino por la primera, que fueron los españoles, porque se dan cuenta que ya nos les sirve, porque los mexicas habían alzado a otro señor que era Cuitláhuac, el hermano de Moctezuma.»
En palabras del también miembro de El Colegio Nacional, la quema de naves de Hernán Cortés, la idea de que los antiguos mexicanos creían que los europeos eran dioses o que Malintzin y los tlaxcaltecas fueron traidores, son parte de los mitos que envuelven este acontecimiento histórico y que deben reflexionarse y evitarse.
«Se ha denigrado la figura de Malinche, de Malintzin. Malinchismo es un término que se usa para aquel que prefiere lo extranjero a lo nacional, eres un malinchista, eres un traidor y no era tal. La Malinche al igual que los tlaxcaltecas y otros pueblos que se unieron a Cortés no eran traidores, porque el imperio mexica se había estado expandiendo y había estado controlando y sojuzgando a muchos pueblos indígenas, entre ellos parte de los totonacas de la costa, un número enorme de pueblos que tenían que pagar tributo a Tenochtitlán. Por lo tanto, cuando se unen finalmente a Cortés es para defenderse contra el poder de Tenochtitlán.
»En el siglo XIX se realzó mucho la presencia del mexica, por una razón muy interesante, cuando triunfan los insurgentes en 1821 van a adoptar una bandera que instaura Iturbide en la cual, en el color blanco, dedicado a la pureza de la religión católica se coloca el símbolo de Tenochtitlán, o sea, habían sido los primeros vencidos por los españoles entonces se les trata de enaltecer como aspecto de resistencia en contra de estos conquistadores y sus aliados indígenas. Se les ensalza en detrimento de los pueblos que se unen a Cortés; cobra importancia, ¡imagínate que el símbolo nacional es el del mexica, el que había sojuzgado a muchos pueblos! Todo esto es para reflexionarse, para comentarse y tenerlo presente.»
De acuerdo con el investigador emérito del INAH, la historia oficial construida a partir de ideologías políticas afecta en la difusión de una historia basada en investigaciones científicas, que siempre están en revisión.
«En lo que afecta es que estamos teniendo, como con esos ejemplos que comenté, una historia ficticia, no es la historia real y, sin embargo, nos la creemos, porque así nos enseñaron desde niños, así lo hemos escuchado y llega el momento en que hay que poner las cosas en su lugar. Creo que queda mucho, hay que continuar investigando; la investigación precisamente nos lleva, ya sea la arqueológica, la histórica, etcétera, a tratar de dilucidar cómo fueron estos acontecimientos, pero mucho más, o sea cómo eran estas sociedades, qué devenir tuvieron, en fin, hasta llegar a entender lo que es el México de hoy. Falta mucho, mucho por investigar.»