«Compañera de viaje», el punto final a una serie de intenciones en la carrera musical de Manuel García

El músico chileno da a conocer su más reciente álbum grabado en 2020 sólo con guitarra y voz

Huemanzin Rodríguez / Ciudad de México

Manuel García se asume parte de la tradición musical latinoamericana que viene de la palabra y la guitarra. Se presentó en 2005 con el famoso álbum Pánico, que marcó el rumbo de su carrera. Su último álbum fue Harmony lane (2016), le siguieron un par de grabaciones como la experimental Los habitantes (2017) en colaboración con el compositor contemporáneo Sebastián Vergara, y Abrazo de hermanos (2019) a lado de Pedro Aznar. La pandemia acortó el álbum Caminantes, donde las canciones de García las interpretaban junto al autor personajes como Silvio Rodríguez (El viejo comunista) o Mon Laferte (La danza de las libélulas). Este 2021 presenta su séptimo álbum nacido de la tensión de la pandemia y de una deuda pendiente consigo mismo, acompañado sólo de su guitarra, su música cierra un ciclo. Desde su casa en Santiago de Chile, en el sector suroriental de Peñalolen, el cantautor cuenta detalles de su nuevo disco Compañera de este viaje.

Hola, Manuel, estás a los pies de los Andes, ¡qué amaneceres y atardeceres debes de tener!

Es cierto, es un biombo climático mágico. Pareciera que, como en una cajita de títeres, aparecieran cosas detrás de la cordillera, con la luz del sol que es muy hermosa. La canción del desvelado («Retrato iluminado», 2014) la escribí un poco con esto en mente.

Este nuevo disco lo grabaste a solas con tu guitarra, en un año que ha sido terrible para todas las personas que se dedican a las actividades artísticas y culturales. ¿Cómo ha sido para ti esta parada obligada?

Ha sido bastante complejo a nivel humano, tanto con los equipos de trabajo y como en el encuentro con las audiencias. A nivel emocional, es complejo tener que despedirse por un tiempo y de forma forzada, de la presencia del público, que es esencial; así como de muchos compañeros, sobre todo técnicos del área de la cultura y de la música que no han podido hacer su oficio y practicar su trabajo.

Por otro lado, el encierro ha permitido conectar con ciertas cosas, primero con estarse quieto un rato, que siempre es bueno en la vida para poder poner atención a los libros pendientes y a las músicas que uno quiere escuchar. En el caso mío, he podido conectar muchísimo con la guitarra, cosa que me llevó a la decisión de grabar este disco sólo con una guitarra y mi voz. Dentro de lo problemático y el encierro por la pandemia, se dieron las condiciones para poder hacerlo.

Pude revisar algunos repertorios antiguos, crear algunas nuevas canciones y concretar este álbum que es una pulsión interior que tenía desde la adolescencia y me había prometido para un ciclo de vida. En este caso son los cincuenta años que cumplí en 2020. También es el registro de mi interés y agradecimiento del relato de trovadores, cantautores y pensadores latinoamericanos que, a través de la guitarra, nos han entregado durante tanto tiempo el contenido en una visión, una profundidad, un conocerse, un saber y un hacer.

Para mí ha sido así, una guitarra, una voz y un disco, un poco forzado por la pandemia y también, por su puesto, por el esquema social y político que estamos viviendo. Esto fue lo que le ha dado el último empujoncito a las intenciones que se convirtieron en Compañera de este viaje.

Creo en el concepto disco, aunque ahora la comercialización de la música es por canciones, pero creo en el disco como obra y concepto. En mi primera escucha, me parece que tu disco es un “Soy”, en voz alta, una declaración de principios en este momento de tu vida.

Lo es, en torno a la búsqueda del sentido actual de nuestra existencia o resistencia como especie frente a nosotros mismos. Un valor importante en este disco es lo femenino, no sólo desde el ámbito justo del reclamo y la exigencia de las mujeres de hoy por consolidar sus derechos. Y más allá de eso, es aquella feminidad que está conectado con nosotros, con la tierra, con el universo. Cuando digo nosotros me refiero a la sociedad, el derecho que tenemos también a focalizar no todas las cosas entre macho y hembra, sino en una visión más completa, más complementaria que, seguramente, nos pueda dar luz para una filosofía casi utópica pero realista. Creo que es la contradicción la que nos permita modificar los esquemas de lo que estamos viviendo. Sobre todo, en paradigmas que ya se nos hicieron muy pequeños: la economía, la política y la sociedad, temas en donde hoy el mundo se debate. Entonces, el disco conmigo desnudo, tan latinoamericanista, tan hispanista en el lenguaje se funde y mezcla con nuestra imaginación indígena. La guitarra lo mismo, venida de España, pero convertida en una herramienta que cataliza y canaliza el pensamiento de nuestros antiguos. Eso más otros puntos, como dices, es una declaración de principios en este álbum.

Utopía vs realidad. Pero, las utopías son ideas y la búsqueda de ellas es lo que termina siendo la realidad, la mayor parte del tiempo lejos de la idea —incluso eso pasa con las artes, la idea por sí misma no vale—. Hemos atestiguado el fin de las utopías, el fin de un mundo que para nuestra generación nunca fue lo que se supone sería. Tal vez sólo somos un gozne entre siglos y la pandemia nos muestra de manera grotesca la necesidad de nuevos paradigmas, que tal vez sean los que nos tocan proponer hoy.

Estoy de acuerdo con la permanencia de ciertos rituales y ahí encuentro que la tradición oral tiene todavía un valor muy importante para nosotros como pueblos latinoamericanos. Yo creo que también a nivel universal, pensando en la problemática que vive el mundo y pensando también en nuevos esquemas transgeneracionales a los que creo vamos a necesitar recurrir. Por eso, como te decían antes, las voces de los ancestros señalan ciertos referentes como puntos cardinales del sentido de la vida. Uno de ellos es nuestra relación con la naturaleza, otra es esa gran pregunta planteada como una utopía, que es el sueño, la búsqueda del ideal que se ha ido perdiendo en las nuevas generaciones, sin querer, por estar conectadas a mundos virtuales que les gustan mucho. Otra vertiente de los nuevos tiempos, es la calidad y la relación de nosotros organizados como pueblo, como seres humanos en la otredad, con esa forma amorosa de entendernos por suceder. No sabemos exactamente cómo vamos a llegar a ello, pero sentimos el pulso de esa urgencia importante. Esta urgencia viene de esas promesas que, aunque algunas con buena intención, estaban dispuestas para controlar a las grandes masas, proponiendo mundos anclados en ideologías.

Tengo la impresión de que, con este disco, cierras un ciclo y abres uno nuevo. No sólo por lo básico como fue grabado con la guitarra y la voz, también por esa sensación de pérdida que viene con la edad y la certeza de que el corazón se puede romper más de una vez. ¿Qué dejas ir? ¿Con qué te quedas?

Me gusta mucho esta última reflexión. Me motiva una canción, sobre un corazón roto dos veces que viejo va perdiendo su cabello. Yo creo que se dejan atrás esas cosas que hacen pesado el camino, ciertos fantasmas que se crea uno mismo a nivel interior y que finalmente se esfuman, se difuminan en el espacio a través de los rituales. Es decir, vamos a pensar que lo que dejamos atrás son también cosas innecesarias. Cada quien tiene que hacer su propio ritual, el mío fue mi guitarra y el disco. Lo que abrazo con esto es la necesidad de otorgarme más posibilidades de silencio para poder pensar, para poder escuchar, observar eso que me doy a mí mismo que no tiene que ver con mi carrera, que lleva su propio camino; pues hay un disco de colaboraciones por el mundo con muchos colegas, que también estaba haciendo cuando apareció la pandemia, un proyecto llamado Caminante que tiene que ver con mi andar por la música. Eso también, de alguna manera, queda atrás, en la medida de que esas fotografías musicales pactadas van a ser parte de una bitácora hermosa de relación con los otros, donde estoy diciendo algo a través de una canción. Pero después de estar satisfecho de escuchar mi propia música en voz de mis amigos y de haber cumplido el sueño de mis 14 años que quería hacer un disco sólo con mi guitarra, sí que se abre un ciclo.

Se trata de no malgastar el poco tiempo que le queda a uno, a pesar de que con el tiempo se nos caiga el pelo y el corazón esté partido más de dos veces. En ese sentido, se trata de poder disfrutar lo más ampliamente posible de lo que nos va quedando de humanos y de sociedad.

La imagen que me dio el disco viene de tu canción La vasija, porque la relacioné con el arte japonés kintsugi, aquél que vuelve a unir un objeto de cerámica después de roto, donde la unión es evidente.

Me emociona lo que dices, hace unos días veía un documental sobre este arte japonés que une las partes rotas con metales preciosos, como el oro. ¡Es una gran metáfora! Que uno con los años exponga frente a los demás, en el sentido claro de la honestidad, la transparencia y la disposición, para participar en este mundo de una manera mejor. Es decir: aquí están mis fragilidades que representa el mapa de vida, de un alma, de una herida, de un amor, de un pensamiento, de un sueño, de una ilusión, del día a día. Todo eso que he sido y lo que hoy soy, sé cuál es mi nombre y sé quién soy. Es la promesa interior que tiene uno en el corazón de resolverse a partir de la relación con otros.

Cuando uno es jovencito, toca con muchos acordes y armonías muy complicadas, como en las canciones de Silvio Rodríguez, con disminuidos, aumentados y escalas con alteraciones; y al paso de los años se busca más la depuración. Así te escucho distinto en este disco.

Lo dices muy bien, me dan ganas que esta conversación la hubiéramos alargado con un mezcalito, un café o un vino chileno. Se trata de quitar cosas, de no decir tantas cosas, así como Rodin, un escultor que tenía todo el talento de un Miguel Ángel y luego decidió ir hacia lo abstracto, hacia lo no dicho, a lo esbozado. Al punto que terminó exponiendo los vaciados de sus esculturas en vez de las esculturas. Porque le parecieron llenos de significados, llenos de historia, aquello que estaba sugerido más que lo propiamente dicho. En este disco he intentado, sí, un ejercicio parecido. Tocar las menos notas posibles y decir las menos cosas posibles, y de todo eso que no está, ver qué es lo que finalmente ha quedado.

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Imágenes cortesía del compositor