¿Cómo las nuevas tecnologías pueden jugar un papel importante en la creación de nuevos espacios de representación y difusión de la danza contemporánea? Se preguntó el coreógrafo y bailarín Suizo Gilles Jobin en su paso por el festival El Aleph, de la UNAM
Ciudad de México (N22/Karen Rivera).- Los espacios del presente y del futuro de la danza contemporánea pueden ser una invitación a caminar dentro de otro cuerpo, a sumergirse en una realidad virtual en la que es posible conversar con otros espectadores y, al mismo tiempo, interactuar con bailarines gigantes. Ésa es una de las propuestas coreográficas de Gilles Jobin a la que llama VR_1, para el artista suizo la investigación científica y la tecnología son una herramienta fundamental en el proceso creativo.
«Yo creo que los espacios digitales, son nuevos espacios realmente. Son reales en el fondo, en donde podemos ir realmente con cuerpos digitales o cuerpos reales o podemos mezclar imágenes reales con lo virtual, que es la realidad aumentada. Tenemos videos 360, tenemos estos medios de comunicación que son muy rápidos, entonces, yo creo que para los artistas son nuevos espacios», señala el coreógrafo y también bailarín.
Las áreas del cerebro que se activan en una experiencia de realidad virtual son prácticamente las mismas que las que se activan en el mundo real. Una vez que estamos inmersos en la realidad virtual, el cerebro crea la ilusión de tener una visión de 180 grados, cuando en realidad los ojos mirando al frente sólo tienen un campo de visión de 110, y esto se debe a los movimientos sacádicos, es decir, a los desplazamientos rápidos y simultáneos de ambos ojos en la misma dirección. Es por eso que el director artístico de la Compañía Guilles Jobin, asegura que el lenguaje coreográfico queda aumentado con esta plataforma, genera empatía y se arraiga más al órgano plástico.
«Yo creo que nosotros, los humanos, tenemos esta capacidad de proyectarnos en los cuerpos de los demás; por ejemplo, yo creo que el acto de ver un espectáculo de danza, en el fondo es una proyección del espectador dentro de la cabeza del bailarín. Por supuesto es diferente, pero tiene emoción también y hay sentimiento y emoción. Digital no quiere decir frío y sin emoción.»
El uso de avatares, es decir, de la identidad virtual que nos representa en una aplicación para poder ser testigos de una creación artística como VR_1 plantea la pregunta: ¿Qué papel tiene el cuerpo virtual en el desarrollo de la danza?
«Yo creo que lo que está avanzando es que estamos renovando las formas de trabajar también. Hay un montón de tecnología en los espectáculos, pero no se ve, está en escena, está detrás, están las máquinas que mandan las luces o que hacen mover los decorados, ya llevamos mucho tiempo en la digitalización, ahora la diferencia de todo eso es que podemos entrar a esos cuerpos virtuales, podemos cambiar nuestra apariencia y meternos en un cuerpo virtual para reemplazar, un avatar diferente, podemos jugar más con la cuestión de identidad, todas estas cosas ya se hacen accesible. Son espacios que necesitan una interfaz, que es la interfaz digital, el ordenador, un sistema de captura de movimiento, un motor de videojuegos, por ejemplo, para integrar todo esto, pero bueno son herramientas y estas herramientas tenemos que aprender a utilizarlas. […] Lo que me interesó con los científicos más que su lenguaje, son estrategias, o sea las estrategias científicas son muy interesantes, y creo que nuestras estrategias también les interesan.»