En un mundo lleno de violencia, cuando unos niños, por accidente, encuentran una pistola ¿qué podría suceder?

Los niños perdidos es el título de una novela gráfica basada en un cuento de Francisco Hinojosa e ilustrada por Fernando Llanos

Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- A principios de los años noventa, Francisco Hinojosa escribió el cuento «Pinches chamacos», una obra que le ha permitido conectarse con lectores adolescentes y con niños. El cuento ha tenido mucho éxito, ha sido editado en Material de Lectura UNAM y se puede encontrar en línea, y a principios de este año, fue integrado a la antología de cuentos Profesores, tiranos y otros pinches chamacos (Almadía, 2020). También ha sido adaptado al teatro y ahora, editorial Planeta lanza la novela gráfica basada en este cuento.

-Es un cuento que leo mucho en escuelas secundarias y preparatorias. Antes no tenía un material adecuado para ellos, y cuando me veían llegar decían: “¡Ya llegó un señor a echarnos rollos para niños!” Hasta que descubrí que este cuento originalmente llamado “Los pinches chamacos” podía funcionar muy bien desde sexto de primaria hasta preparatoria. Y se presta mucho a una conversación acerca de las palabras, de la violencia, del humor negro. Creo que es un cuento bien acogido por ese rango de lector. En el cuento hablo de unos niños que de pronto se convierten en asesinos, pero no saben lo que es la muerte. Para ellos es como un juego, igual como sigue siendo un juego para muchos sicarios. Juegan con la vida y la muerte en una cierta “inocencia” para ver las cosas.

Son niños que no saben lo que están haciendo y al mismo tiempo están ejerciendo violencia, la misma violencia que ejercida contra ellos en sus casas. La violencia que existe en todos los seres humanos, esa violencia cotidiana que está desde un claxon innecesario, hasta algo que puede ser muy grave, y que no está reconocido en esta reclusión que vivimos con la pandemia, que es la violencia que se vive al interior de la casa. Como las familias viven separadas, unos están en la escuela, otros en el trabajo y se reúnen poco tiempo, ahora que están mucho tiempo juntos. Lamentablemente, la situación se presta para esta violencia, especialmente contra la mujer, señala el escritor en entrevista con Noticias 22 Digital.

¿Cómo es que surgió la posibilidad que este cuento tuyo, que como cuentas ha sido un éxito, se convirtiera en una novela gráfica?

Francisco Hinojosa: Son dos los antecedentes: yo no leía cuando niño, lo que realmente leía eran las historietas, devoraba todas las historietas de los puestos de periódicos. Hasta los 16 años empecé a leer en forma. Creo que la historieta me dejó como enseñanza, la brevedad, creo que mi estilo se constriñó en eso, en decir lo indispensable para que se sepa. El otro antecedente es que otro cuento mío, «Informe negro», ya había sido llevado a la historieta, primero editado por Alfaguara, ilustrado por Ricardo Peláez; y después editado por Planeta, ilustrado por Richard Zela; entonces es un formato en el que me siento muy cómo en este mundo de imágenes e historia.

El artista visual y dibujante Fernando Llanos fue el encargado de darle forma a los personajes. No es algo nuevo para él, ya que Llanos hizo el storyboard de Amores Perros. Fundó y dirigió la primera etapa del festival de animación Animasivo, editó el diario emocional en dibujos Cursi agridulce (Trilce 2006) y dirigió el documental Matria (2014). El vínculo con Fernando Llanos, ¿cómo fue?

FH: Nos conocemos desde hace muy buen rato y una vez en Morelia, después de la presentación de un libro, platicando, surgió la idea de adaptar este cuento que ya ha tenido otras transformaciones; por ejemplo, se representa como obra de teatro desde hace 17 años, ya van más de 750 funciones. Y creo que esta traducción en imágenes que se titula Los niños perdidos, no podía caer en mejores manos que en las de Fernando Llanos.

Fernando Llanos: Quizá por la deformación profesional todo lo que leo, lo pienso en imágenes, en realidad creo que eso hace cualquier persona, pero yo pienso en encuadres muy puntuales. Y lo primero que hice fue una libreta en donde boceté los pasos, porque lo más difícil no es imaginarse las escenas, sino cómo van a caber en 48 páginas. Porque te dicen el número de páginas al que puedes aspirar a imprimir. Eso fue para mí lo más complejo.

Otra cosa, tal vez lo más difícil, fue saber en qué momento el dibujo se podía ir a dos páginas, a una sola, a tres imágenes por dibujo. Es una novela que no tiene estructura convencional, sino que se va armando conforme la secuencia o la narrativa se presente. Tiene muchísimas horas de trabajo, cada una de las imágenes tiene por lo menos cuatro o seis horas de chamba.

Hice un domi en gran formato, del tamaño en el que las dibujé, porque me gusta que se vea el detalle. Es mucho más grande de como salió impreso. Y tiene las referencias, porque todo está trabajado con fotografía, esto es doblemente tardado, porque primero tuvimos que hacer la sesión con los sobrinos, los amigos, mis papás, mi esposa y toda la familia que participó a cambio de unas pizzas y unas cervezas. Y durante casi cuatro meses estuvimos haciendo estas sesiones y traduciendo en imágenes todo, para que ellos jugaran como actores a recrear ciertas escenas, y luego yo re trazando todo. Más o menos ese fue el proceso.

Desde que lo leí, en el mismo libro rayando y haciendo apuntes diciendo de dónde a dónde puede ir cada uno de los dibujos y qué es lo que puede representar, dónde entran los diálogos, todos los pasos para llegar a este resultado que a mí me gusta mucho. Es la primera novela que tengo impresa. Y me gusta que Planeta usara estas tintas llamativas, pero que en su cuerpo integral mantenga el dibujo en blanco y negro, que para mí es como un homenaje a las historietas del Santo o a esas revistitas como libritos que mi tía me regalaba de niño: Vidas ilustres, que parecían fotonovelas, imágenes muy retocadas. Y mi versión es con colores chillantes para que sea atractivo para la «chaviza».

Tuve mucha libertad, la primera página la tracé y les dije: «Más o menos así se vería, esta es la intención, estos son los colores, si les late me sigo». Y les gustó a Pancho Hinojosa y al editor y me la aventé hasta acabarla. Al final se hicieron ajustes, pero sí tuve mucha libertad.

FH: Sí, pero también, cuando uno confía en el ilustrador, pues no se necesita ver si va por buen camino. En ocasiones sí pido ver la ilustración para ver si es acorde al texto. Pero sabía que aquí estaría bien, al principio me mostró algo, pero la sorpresa fue ver todo al final.

Aunque ha habido una presentación en línea de la novela gráfica, durante las actividades de La Feria del libro y la rosa de la UNAM. Los niños perdidos, que ya se puede adquirir en los portales de las librerías, aún no tiene fecha para una presentación formal.

FH: Eventualmente regresaremos a la normalidad, lo que no sabemos es cómo será y cuándo volvamos. Hay mucha incertidumbre en el mundo editorial que ha tenido muchas pérdidas. Pero lo enfrentaremos porque a la gente le gustan las historias.

FLl: Yo veo que esta avalancha llamada Covid-19, nos da la oportunidad de replantear muchas cosas, ojalá repensemos la normalidad en la que nos encontrábamos. Creo que éste es un paréntesis previo a otros más complicados, como el calentamiento global o la escasez de agua. Obviamente nosotros nos dedicamos a esto. Todo se está moviendo, estamos en un paréntesis y tenemos que encontrar maneras de poder hacer lo que podemos hacer con Covid o sin él.

El cuento “Los pinches chamacos” se puede leer en: http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/cuento-contemporaneo/406-francisco-hinojosa?start=3