«Fauxtogramas»: juego de realidades (5/5)

En esta última entrega de esta serie, la película que nunca existió y de la que aquí se habla nos cuestiona: ¿realmente nos comunicamos o es la mecánica inercia del cotidiano la que nos hace funcionar día a día? ¿Escuchamos lo que nos dicen los otros?

Sorgenti calde (Aguas termales, 2002, Albania), dirigida por Grecia Hansen

Cuando Sorgenti calde comenzó a hacer gira por festivales de cine hubo cierta confusión, porque no era precisamente una película muda —todas las escenas tienen audio ambiente y diálogos entre los personajes— pero, aunque vemos a los actores mover los labios y reaccionar a lo que el otro parecería estar diciendo, nunca emiten sonidos. Solamente hay una escena cerca de la mitad de la película donde una pareja, que no son los protagonistas, camina por una calle y lo oímos a él preguntar: “¿Me escuchas?” a lo que ella responde “No sé”.

La crítica elogió la astucia de Grecia Hansen para mostrarnos cómo en la sociedad contemporánea “es posible hacer vida normal, tener interacciones complejas, trabajar, comerciar, enamorarse o pelear”, simplemente por la inercia de todo lo que la humanidad ha hecho antes, “sin que ninguna persona [de la actualidad] tenga que entablar un solo intercambio comunicativo trascendental para sobrevivir”. 

Sorgenti calde recibió algunos premios y críticas favorables, pero lo realmente memorable ocurrió más o menos cinco años después del lanzamiento original de la película, cuando ya su ciclo natural parecía haber terminado. En ciertos foros de internet algunas personas comenzaron a preguntarse si los diálogos que no oíamos tendrían un mensaje más allá del que se daba por sentado y un grupo de nerds aguerridos se dio a la tarea de transcribir un guion a partir del movimiento de los labios de los actores. Poco tiempo después comenzaron a aparecer versiones subtituladas que le daban a la película una variedad de interpretaciones y en algunos países surgieron incluso versiones con doblaje de voz, la más célebre de ellas la de un ruso que hacía él solo las voces de todos los personajes.

El caso despertó un interés académico bastante pronunciado y en poco tiempo se publicó una gran cantidad de tesis y papers que utilizaban la película para analizar los vacíos comunicativos, la capacidad o incapacidad de transmitir un mensaje específico o el efecto práctico de aislamiento que produce el bombardeo excesivo de información. En el mundillo académico Grecia Hansen y su película se convirtieron en una referencia tan común como los textos de Derrida y McLuhan e incluso se popularizó el verbo hansenisar para referirse a las personas que interactúan funcionalmente con otras, pero sin comunicarse (ej. “no te hansenises, habla conmigo”).

A pesar de que su debut la convirtió en una referencia obligada en el tema de la comunicación humana, Grecia no volvió a filmar otra película y descarta la posibilidad de hacerlo en el futuro. Cuando le preguntan, ella responde que no quiere convertirse en otra fuente más de información innecesaria, que Sorgenti calde fue un aporte, pero que cualquier cosa que hiciera ahora sería simplemente ruido, porque ella ya ha dicho todo lo que tenía que decir.


Ésta es la última entrega del proyecto de Alantl Molina y Paulina Camu, un proyecto de arte que construye anécdotas, reseñas, imágenes, comentarios en torno a películas que nunca existieron. Hoy, a las 18 horas, se presenta una proyección virtual de esta serie fotográfica en el Instagram de la galería USSRMX.