«¿Cómo vamos a salvar a la economía cinematográfica en el 2020 y el 2021?»

Se pregunta el director de cine e investigador Víctor Ugalde en esta entrevista en la que, además, señala que una de las formas para salir de la crisis es impulsando rápidamente a las industrias culturales

Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- Gracias a diversas políticas públicas implementadas desde finales de la década de los años noventa, el cine mexicano de estar casi al borde de la desaparición, ha crecido en números, producciones y proyección internacional. Sin embargo, pese a los resultados no hay una política económica para la industria audiovisual. Con los números en la mano, Víctor Ugalde, presidente del Observatorio Público Cinematográfico “Rafael E. Portas” e integrante del GRECU (Grupo de Reflexión en Economía y Cultura), dice por qué estas industrias son el nicho de recuperación frente a la crisis económica.

«Hace poco se publicaron datos de un estudio sobre el trabajo en la industria del audiovisual y ahí se decía que el cine da 73 mil empleos directos. Si sumas los 50 mil de la planta de trabajadores de las cadenas de exhibición llegamos a 120 mil. Hace unos días, Fernando de Fuentes III, presidente de CANACINE, dijo que los empleos generados por el cine son 250 mil, él suma los empleos indirectos. Imagínate que esto es resultado de una política pública que logramos todos, los medios de comunicación incluidos, que ha dado cuenta de las propuestas, los pleitos, la promoción y el análisis del cine en México.»

Mientras más crecía el número de películas producidas, se reducía el presupuesto. ¿Consideras un éxito estas políticas públicas de los últimos veinte años para el cine, pese a que, en el sexenio de Enrique Peña Nieto se le recortó el presupuesto a casi la mitad?

Gracias a todo el ímpetu de los jóvenes, básicamente, se fue subiendo el presupuesto. Y sí, a pesar de eso hemos estado bien, porque somos 130, 140 millones de mexicanos y aunque no todos tienen la oportunidad de ver cine en salas de proyección cinematográficas, a los mexicanos les gusta el cine mexicano, diversos estudios lo demuestran. El problema es, cómo y dónde lo consumen, muchas de las veces ese consumo está en la economía informal y en la piratería.

Todo iba más o menos bien y llega lo que para muchos es la crisis del Covid-19, yo diría la crisis económica del siglo XXI, porque no hay capitalismo sin crisis, van de la mano. Así como la burbuja inmobiliaria en EEUU en 2009, nosotros teníamos una crecimiento, crecimiento y crecimiento, y había un momento en que esto iba a tronar. Los grandes capitales iban a tomar su ganancia y esto se iba a desplomar. Si leemos los informes económicos, no teníamos el día ni la hora, pero se sabía que esto iba a suceder.

Ahora el covid-19 es el pretexto perfecto para reajustar la economía mundial, no lo notamos, pero acabamos de tener una Tercera Guerra Mundial desde la economía. Si de repente todos los que somos acreedores de Estados Unidos le pagáramos, no le alcanzaría a Estados Unidos para pagar todo lo que ellos deben, se va a desplomar la economía norteamericana gracias al pretexto universal que es el Covid-19.

¿Esto cómo afecta en la industria cinematográfica mexicana?

Nosotros en la comunidad cinematográfica, estamos muy preocupados, porque en términos reales el presupuesto para el 2021 va a venir recortado y desafortunadamente, a pesar de los cursos de capacitación, en el Poder Legislativo no han entendido que el cine es un detonante de la economía. Es muy posible que no mantengan los 350 millones de presupuesto que se dieron este año al Foprocine y el Fidecine.

Nosotros estábamos muy preocupados por el primer año del gobierno de la actual administración y resulta que la 4T encontró “guardaditos” en el Foprocine y en el Fidecine. En el Fidecine había 100 mdp de películas que no se alcanzaron a consolidar, y los guardaban. ¿Para qué querían guardado ese dinero? No tengo idea. Un día vi los estados financieros y les dije: tienen 100 mdp sin usar. Y un fideicomiso no es para guardar dinero es para detonar industria.

Discutimos largamente en dos sesiones y por fortuna fui atendido. Y si recuerdas, en 2019 hubo dos convocatorias de Fidecine, eso reactivó y salvó la economía del cine. La pregunta es ¿cómo vamos a salvar a la economía cinematográfica en el 2020 y 2021?

Mónica Lozano, quien está en la presidencia de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas ha dicho que todo está entrelazado, si quitan una política pública y le pegan a todas las demás. En la academia están reuniendo números para demostrarlo. En el Observatorio Público Cinematográfico se está trabajando en indicadores para demostrarle a los que tienen el poder, que una de las formas para salir de la crisis es impulsando rápidamente a las industrias culturales. Porque son industrias detonantes que atraen nuevos capitales que dan trabajo en corto tiempo, con una gran derrama de inversión, con consumo y trabajadores locales.

El Eficine sacó unas nuevas reglas de operación en donde, si tú trabajas con comunidades locales, tienes 5 puntos más al momento de selección. También si contratas a una directora, tienes 5 puntos más al momento de la selección. Me parece genial, esas reformas sí me gustan.

Entonces, si se invierte en la producción de las industrias culturales, hay mucho empleo bien remunerado en corto plazo. Lo cual regenera el uso de una capacidad instalada que es muy grande en México, en materia de industrias audiovisuales, lo que hace que se incremente la masa de contribuyentes, más gente que trabaja, más gente que paga impuestos, y se incrementa la captación rápidamente. Si esto lo sabe ver la 4T, vamos a salir más rápido de esta crisis, porque las industrias del espectáculo siempre son las últimas en sufrir las caídas económicas y las primeras en recuperarse.

Tenemos todas las armas, lo único que necesitamos es hablar con la persona exacta. Desgraciadamente, lo que ahora se nos ha demostrado es que todas las decisiones son verticales. Si es necesario, tendremos que hablar con el presidente, y enseñándole con números que están publicados en el anuario cinematográfico que publica el IMCINE –el anuario es la quinta maravilla con virtudes o con defectos, con correcciones que se hacen cada año, con versiones más modestas, pero ahí está. Y gracias a eso nosotros podemos discutir.

¿A cuánto asciende el impacto económico de las industrias culturales en la economía mexicana? Veo que oficialmente se manejan números distintos a los que publican otros estudios.

Hace poco estuve en una reunión con economistas, ya van a salir los datos de 2019 del impacto de la industria cinematográfica y de la cultura en la economía nacional. Ellos me decían que el impacto es del 3.2% del Producto Interno Bruto. Yo les dije no puede ser 3.2, tiene que ser 5. El INEGI dice que sólo 50 mil empleos son gracias a la industria audiovisual. Pero ya te dije que en números conservadores quienes integramos la industria del cine consideramos 120 mil empleos directos entre producción y exhibición, y si consideramos las fuentes de empleo indirectas llegamos a 250 mil. Si el INEGI calcula a partir de 50 mil, entonces sus números deben de ser mayores.

Acuérdate que hace dos años, ellos decían que la aportación al PIB era 2.8, el GRECU fuimos a hablar con los responsables durante cuatro horas, fuimos con nuestros economistas, ellos nos presentaron a los economistas que hacen estos estudios. Les dijimos que no puede ser que sean resultados tan dispares, ellos dicen 2.8, nosotros decimos 8, la UNESCO dice 5. Cada punto porcentual son miles de millones de pesos.

Así discutimos toda la mañana hasta su hora de comida y nos dijeron que sus números estaban correctos, pero no consideraban las transversalidades. Y nuestros economistas del CIDE, contratados por las sociedades de derechos de autor, sí consideran esas transversalidades. Se hizo el intercambio de información y era un criterio de interpretación y captación. De un año al otro subimos 6 puntos, alguna razón tendríamos, de 2.8 en el 2016 subimos a 3.4 en 2017.

Así como el presidente le lleva la contraria al INEGI diciendo “yo tengo otros datos”, lo mismo puedo decir yo, hice una investigación sobre el número de salas cinematográficas en el país, en mis manos tuve las fotografías de 3 mil 600 salas. El INEGI reportaba mil 800, las otras mil 800 eran evasores de impuestos, estaban coludidos con el presidente municipal, con el gobernador y oficialmente no existían para no pagar impuestos. El presidente de CANACINE en ese momento, Víctor Parra, mandó coches por toda la república para fotografiar las salas. Cuando llegué al INEGI y me decían que sólo había mil 800 salas en el país, y les mostramos las fotos, se concluyó la discusión.

Por eso cuando les mostramos el estudio moderno con los economistas del CIDE, que les dijimos que la aportación de las industrias creativas y culturales impactan con el 8 al PIB, la UNESCO dice que es 5%, y el INEGI 2.8. Gracias a esa discusión aumentó en el INEGI, de un año a otro.

El día que el Sistema de Cuentas Nacionales cambie a una visión transversal, la idea de la cultura cambiará en México. ¡Una película no se acaba cuando llega a las salas de exhibición! De ahí se va a las plataformas y a otras formas de consumo. Hoy, si los mexicanos estamos tranquilos en nuestras casas durante la cuarentena es porque tenemos productos culturales que consumir. La economía de la industria cinematográfica es la economía del siglo XXI. Por eso es muy importante en este momento garantizar las políticas públicas para la cultura y el cine, porque no sólo estamos hablando de dinero, también estamos hablando de libertad de expresión.

¿Consideras que la desaparición/transformación de una política pública que permite el Foprocine atenta a la libertad de expresión?

Cada tres años tenemos que dar un curso en el Poder legislativo, porque todo el mundo habla del cine y a todo el mundo le encanta, pero no necesariamente saben cómo funciona la industria cultural cinematográfica. Es el mito de Sísifo. Así es la realidad. Si eso se tiene que hacer, lo haremos. Pero lo que hemos vivido hasta ahora es que, a alguien en Secretaría de Hacienda no le gustan este tipo de apoyos, nos dijeron que son apoyos «fifí». Los consideran una zona de privilegio. Durante un año estuvimos cabildeando en la Cámara de Diputados y el Poder Ejecutivo y logramos convencer, a quienes hayan sido, que los 700 millones que ponen en el Eficine 189 (Estímulo fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional), y los 300 que pusieron el año pasado en los dos fideicomisos, Fidecine y Foprocine, son inversiones detonantes. Representan el 20% de la inversión bruta en el cine. Les hicimos un estudio que presentó la Asociación Mexicana de Productores y Distribuidores de la República Mexicana, y les dijimos vean, no somos «fifís». Le dijimos que quienes aplican a estos estímulos son pobres entre los pobres y no tienen dinero para acabar una película. Los apoyos promedio del Foprocine son de 1 mdp, es postproducción. El costo, lo pagues o no a crédito o en especie, de una película es de 8 mdp. En el Fidecine, el promedio es de más o menos 5.6 mdp por proyecto para un total de 40 o 20 mdp. En el Eficine solamente son 10 mdp en promedio.

Si tienes dos fideicomisos con objetivos y jurados diferentes y los conviertes en uno solo, eso se llama concentración en las decisiones. Eso es lo que la comunidad en pleno tiene que tratar de evitar. Esperemos que el Poder Legislativo invite a toda la comunidad cinematográfica para que participe en las discusiones y diseño del nuevo fideicomiso, que sea con amplia participación ciudadana.

Me queda claro que solo podremos lograrlo con la participación de todos los involucrados, así es como hicimos la ley en 1999. Si esas políticas económicas cinematográficas han sido exitosas, no tenemos por qué castigarlas. María Novaro tiene la sensibilidad para escucharnos a todos.