Uno de los sectores más castigados y al que constantemente se le cuestiona su valor y aporte a la economía del país
Ciudad de México (N22D/Huemanzin Rodríguez).- Ante la crisis económica que se vive el mundo derivada de la pandemia del Covid-19, todos los sectores productivos viven en la incertidumbre. Las reacciones de los gobiernos frente a ello han sido diversas; sin embargo, en países donde se ha vivido la guerra, la inversión en cultura es parte de la apuesta para una posible reactivación económica a futuro. En otros países, el debate está entre lo importante y lo urgente. La pregunta que surge es: ¿qué tan importante es, desde el punto de vista económico, la actividad creativa y cultural para el desarrollo de un país como México? Ernesto Piedras, economista por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y doctor en Economía por la London School of Economics, autor de libros como Las industrias culturales y el desarrollo de México o ¿Cuánto vale la cultura?, asegura que esta crisis actual, está sobre una crisis que ya tenía el sector antes del Covid-19.
-Ya estábamos en una recesión económica con fuertes recortes a un presupuesto de miseria para la cultura. Desde hace muchísimo tiempo hemos comentado que cómo es posible que con una contribución en la vecindad del 7% del PIB, la participación presupuestal sea mísera. Hemos tenido incapacidad de nuestros servidores públicos, sumisión, verborrea y nunca un presupuesto proporcional. La economía mexicana ya estaba en números rojos y se viene una puntilla. Una puntilla que aún desconocemos sus dimensiones. Como economista no me dedico a proyectar la evolución de la economía en su conjunto, pero mi intuición sí me lleva a que va a ser una caída de dos dígitos. Ya salieron por ahí casas de investigación que pronostican que la caída será de un 12%, si fuera así, no me extrañaría porque el turismo que pesa 8.9 % está parado. Lo mismo la aviación completa, los restaurantes operan con envíos a casa, pero los grandes consumos son sobre la mesa; y así muchísimos campos de la economía.
En esta crisis sanitaria la cultura es el primer sector que se afecta porque generalmente son espacios colectivos: son galerías, son cines, son museos, son conciertos, etcétera, y es lo primero que tiene que cerrar. Se habla de que muchos espacios no abrirían el resto del año, que aumentarían sus costos y, por ello, sus precios, porque la gente va a requerir estar con más espacio.
Sobre los grandes museos de Estados Unidos –estuve en una conversación con gente que los conduce–, se habla de no volver a abrirlos porque la afectación es muy fuerte. El gobierno allá ha hecho unos arreglos a su estructura de contribución social, aunque son más organizados también viven una parálisis que no veíamos venir y no estábamos listos para ello.
¿Qué ha pasado? Hemos mutado nuestras actividades callejeras, comunitarias, al interior de nuestros hogares; en ese sentido, tiene un único sentido positivo: los que escribimos, los que pintan, los que cantan, producimos más porque disponemos de más tiempo. Las audiencias, los públicos y los lectores consumen más contenidos creativos. El streaming de audio y video está a todo. La radiodifusión no había tenido audiencias tan elevadas a las dos y cuatro de la tarde como ahora.
Contrario a lo que comentamos sobre las afectaciones al campo de los contenidos creativos de la cultura y el arte, es que si hay héroes en los capítulos que vivimos hoy en el mundo: 1) Son los servicios de salud y la gente que trabaja en ellos. 2) Las redes de telecomunicaciones. Es la primera vez en la historia de la humanidad con hiperconectividad. Ha habido telegrafía, líneas fijas telefónicas, hace años ya teníamos internet; pero hoy, 80 millones de personas navegan en el móvil; de las 123 millones de líneas móviles, 111 millones son smartphones –Es la primera vez que la tecnología nos permite esto que hoy hacemos tú y yo en esta video llamada, aproximarnos a una normalidad. 3) Los contenidos creativos, si no tuviéramos estas capacidades de conversar y convivir, y de apropiarnos de contenidos creativos, la afectación anímica sería mucho mayor.
Mucho se ha dicho, se ha vuelto prácticamente un cliché, que no queremos volver a ser lo que éramos. Me sumo a ello, mucho más en cultura. Yo me he cansado de, junto con muchos, hacer este reclamo, de darle a la cultura la dimensión que amerita. Pero parece que sigue siendo un elemento que, si bien nos va, es entendido como ornamental; un elemento de discurso político y de discurso social, porque nuestros políticos no son diferentes de nuestros padres de familia y nuestros amigos, siempre hablamos bien de la cultura, pero no hacemos nada por ella.
Hoy sí estoy convencido de que es el momento de dar ese manotazo en la mesa para darle a la cultura, la dimensión que merece.
A diferencia de la crisis de hace diez años, hoy tenemos mayor conectividad y capacidad para apropiarnos de contenidos culturales, ¿de qué manera eso impacta hoy en lo cultural?
Como economista no puedo evitar verlo en dos dimensiones, oferta y demanda: oferta, los creadores, quienes no dejan de producir; y la demanda, estamos apropiándonos como nunca antes de los contenidos. Ahí está el punto de compensación.
La reacción del gobierno, ya dije, no es muy diferente a la de los ciudadanos: el desprecio, la desatención, la superficialidad es común a la gente que trabaja en el presupuesto público y a la gente que camina por la calle. Pero sí me desilusiona muchísimo la tardía reacción de intestinos para meterle a la cultura.
Hace poco tuve una conversación con el presidente Duque, de Colombia, la ministra Sylvie Durán, de Costa Rica y gente de los ministerios de Paraguay, Bolivia y Perú –yo era el único no diplomático–, se hablaba de acciones para apoyar a los creadores. Cuando me tocó hablar, dije que no podía decir nada porque no trabajo en el gobierno, los tres sexenios pasados fui asesor de los titulares, hoy escasamente tenemos comunicación, tal vez porque antes fui asesor. Pero en ese momento de la conversación, entré a la página de la Secretaría de Cultura y ni si quiera estaba el programa Contigo en la distancia, lo que había era un enlace para descargar un libro, otro para ver una película y llevábamos casi cinco semanas con la contingencia.
Hoy veo que tenemos este programa Contigo en la distancia, ¡qué bueno, todo suma! Pero esta crisis se presentó en México, al menos, un mes después de Europa y casi tres meses después de Asia.
En la gran depresión de 1929, los gobiernos del mundo tuvieron una pésima reacción económica, empezando por EE.UU, cortaron presupuestos. La gran lección económica del ’29 es que, en casos extremos, se apliquen medidas económicas contra cíclicas. Si la economía se cae, que el gobierno gaste. No significa que, si siempre está mal la economía, gastes y gastes, y vayas en contra del ciclo. Pero, en condiciones como éstas, épocas críticas requieren medidas críticas. El gobierno debería invertir en la economía, apoyar a la cultura, apoyar a las empresas y familias, no sólo dar monedas caritativamente. Hoy estamos actuando en contra del libro de texto, sé que hay un tema ideológico de por medio, esta crítica al neoliberalismo. Yo como economista digo que no existe el neoliberalismo, o eres liberal o no. Creo que estamos practicando mal la economía.
Tengo presente varios momentos sobre la cultura y el Estado. Primero, el discurso Cuestiones para el fomento de las letras y las artes que el escritor Víctor Hugo pronunció el 10 de noviembre de 1848 frente a la Asamblea Constituyente, en tiempos de Napoleón III. Después, al final de la Segunda Guerra Mundial, Reino Unido se levanta económicamente con el impacto que tuvo en el mundo The Beatles y la Ola Inglesa. Países que perdieron la guerra como Japón, inicia su recuperación con la fabricación de transistores y el anime, que hasta hoy es un referente de su identidad. Otro país que perdió la guerra es Italia y gracias al diseño de moda, al diseño industrial y su cine es que comenzó su recuperación económica. En nuestro siglo ¿la cultura sigue siendo un sector para la recuperación económica?
Sí, y cuando mencionaste al Reino Unido pensé que recordarías a Winston Churchill cuando le propusieron recortar presupuesto a la cultura y el respondió: «Entonces, ¿para qué luchamos?» Si hay un elemento vivo en la sociedad es la tecnología y con ello la cultura. Y según mis cálculos hasta hace dos años, 44% de la apropiación creativa tiene que ver con lo digital. Cuando pregunto quién ha comprado un disco hoy, casi nadie me responde afirmativamente. Yo sigo comprando mis discos, pero también hago streaming. Pero hoy, tanto cambia la tecnología, como de la mano cambia la cultura. Y sigue siendo el elemento identitario. Y eso me lleva a otra preocupación, hace seis o siete años con la reforma en telecomunicaciones se consignó en la constitución que la conectividad es un derecho básico. Hace once años un grupo de personas propusimos una Agenda Digital Nacional, luego se le llamó Estrategia Digital Nacional, y la gran preocupación es ¿por qué no estamos todos conectados? ¿Por qué un tercio del país no tiene esa capacidad de apropiación de contenidos creativos? Porque hoy, estas pantallas, este aspecto radioeléctrico, esta fibra óptica son nuestros accesos a las bibliotecas, a los cines, a las ludotecas, a las discotecas. Hemos incubado una nueva brecha cultural que nos impide llegar a ese elemento identitario de unificación, de fortaleza.
Si hay un país que es potencia cultural de los cinco o diez que me des del mundo, México es indudablemente uno de ellos. Sí, sigue siendo un sector de recuperación económica, incluso yo te diría que la apropiación de contenidos creativos hoy es inmensamente mayor de cuando yo era adolescente. Hoy en un disco duro puedes tener 80 mil canciones y en Spotify 40 millones de canciones. Hoy tenemos muchas mayores capacidades de producción, de transmisión y de apropiación creativa. El elemento identitario está más vivo que nada, la industria de la nostalgia para los que no viven en su país o para quienes quieran vivir del pasado, está ahí. Tú mencionaste al Reino Unido, recuerda cómo inauguraron los Juegos Olímpicos de Londres, pudieron haber hecho un despliegue tecnológico y ostentar su poderío económico, que todavía lo tienen. Y no, lo que hicieron fue abofetearnos con lo que dijiste, The Rolling Stones, The Beatles, The Kinks, David Bowie, Van Morrison, James Bond, etcétera, para decirnos: Tu alma y tu espíritu me pertenecen. Fue un despliegue cultural lo que hicieron. Te respondo, la cultura afortunadamente, sigue siendo un factor de recuperación económica.
Pero debemos de tener cuidado de no seguir expandiendo esa brecha de apropiación cultural, porque hay gente que no está en las mismas capacidades, hay gente con discapacidad tecnológica que se convierte en una discapacidad cultural.
Los derechos digitales son algo casi natural para los países de Europa. Pero en México siempre he pensado que somos como las construcciones de Barragán: Muros altos, coloridos y luminosos junto a sombras largas y profundas. En tus cálculos, ¿cuántas personas participan de las industrias culturales en México?
Según mis cuentas, del Sistema de Cuentas Nacional, son casi 2 millones de personas que participan de manera directa e indirecta de las industrias cultural y creativas. Frecuentemente viene el tema de, ¿por qué la Cuenta Satélite habla de que las Industrias Culturales y Creativas aportan el 3.2% del PIB y yo me ido a niveles mucho más altos? Yo soy miembro del consejo de la Cuenta Satélite en el ramo, e insisto, los gobiernos cuentan lo que tienen a la vista. Yo lo que ahí también incluyo es a la economía “sombra”, buena parte de la cultura funciona en la informalidad, en la ilegalidad y en el mundo digital que, cuesta mucho trabajo medirlo. Te anticipo que estoy terminando la actualización de mi libro ¿Cuánto vale la cultura?, porque cambió muchísimo la metodología del INEGI, y lo que era mi 7% del PIB se me está bajando al 4.8%, en buena medida por la desvalorización económica de los bienes y servicios cultuales en el mundo digital. Te vuelvo a poner el ejemplo de la música, si yo antes compraba diez CDs al mes eran mil 500 pesos, hoy pago una renta de Spotify familiar por $150 pesos. La cultura se constriñe en lo económico. Pero, sea 3, 5 o 7% del PIB, es mucho valor económico y son millones de personas que hoy no tiene trabajo o están en riesgo.
Adoro ese ejercicio de Angela Merkel, que ha anuncia este fondo monumental para apoyar a las industrias creativas de Alemania. Sobre la base de tu reflexión de si importa o no el sector cultural, allá la reflexión es: Esa no es pregunta, la pregunta es ¿qué hacemos para apoyar? Y lo están haciendo porque saben que estamos en la peor crisis imaginada.
Hace unos días fue el Día Internacional del Libro, y los datos arrojados por las editoriales independientes han dado un panorama realmente preocupante, ¿cómo ves el panorama para la pequeña y mediana empresa de industrias culturales y creativas?
Yo sí estoy muy preocupado, pero quiero ser de los optimistas que piensan en que no regresaremos a lo mismo, porque eso no era positivo, tenemos que trabajar mucho para avanzar a algo diferente. Sin embargo, me parece que hay grandes riesgos. Me parece que puede haber una extinción de algunas ramas de la economía creativa nacional e internacional. La parte de la base de la pirámide de las industrias creativas y culturales son las tradiciones, esa no es la que más me preocupa. Yo he dicho, desafortunadamente, que la cultura parece maldita, porque hace diez años cuando tuvimos el AH1N1, operamos muy bien desde casa, fueron pocos días, cuando la sociedad se paralizó la cultura siguió, cuando no hay presupuestos también la cultura sigue. Pero sí hay fuertes riesgos si consideras que dos millones de personas hoy están en el borde de no poder generar flujo de recursos, nos mete en un riesgo muy grande de extinción de algunas ramas de la industria y economía de la cultura y la creatividad más contemporánea. Tú hablas de la industria editorial, yo te hablo de la exhibición del cine, sabemos que son cadenas muy poderosas, pero si no generan flujo, cierran y no creo que puedan pagar sueldos de aquí a diciembre y van a tener que liquidar a la gente. Gente que tiene necesidades vitales y básicas. Se requiere un esfuerzo colectivo, una suma de esfuerzos individuales, que converjan en una nueva evolución, pero el ejercicio es mundial, no está fácil porque no es nada más México, somo todos. Porque, como decíamos al principio, es una crisis sobre una crisis que ya teníamos. El escenario es adverso y se requieren acciones urgentes y extraordinarias.