«Estamos viviendo algo que nuestra especie no había vivido»: José Sarukhán

El doctor en Ecología reflexiona sobre la pandemia por Covid-19

Ciudad de México (N22/Guadalupe Alonso Coratella).- En el contexto de la pandemia que en estos días se recrudece en el país, el Doctor en Ecología, José Sarukhán, accedió a una conversación virtual desde el sitio donde se encuentra aislado para cumplir con la cuarentena.  Siempre dispuesto y generoso con su tiempo, no pierde el buen humor a pesar de estar consternado por la situación que se vive en el planeta. 

«Lo que más me preocupa», dice, «es el costo humano, que puede ser alto. No solamente desde el punto de vista de la salud y las vidas que cobrará esta pandemia, sino también por los problemas que se van a reflejar en cuestiones económicas, sociales. Ojalá me equivoque, pero me parece que va a ser intensa y severa.»

Para el autor de Las musas de Darwin, es «importante darse cuenta de que se trata de fenómenos biológicos, no son castigos de algún lugar ni cosas impredecibles. Todo tiene una base de ciencia detrás. En este caso hay la teoría del crecimiento de las epidemias. Es una ley biológica  básica que si no la entendemos y no la sabemos manejar, estamos en problemas. Hay países que lo hicieron bien. Nueva Zelanda, Islandia, por ejemplo, países pequeños comparados incluso con el  nuestro, pero que vieron claramente el punto central. Para disminuir los impactos de la epidemia hay un elemento, el erre cero, R0, una ecuación de crecimiento exponencial que indica la cantidad de contactos humanos que se debían evitar muy al principio, incluso cuando se decía: ‘Ay no, pero con unos cuántos enfermos para qué lo hacemos’. Ese es el momento en que hay que hacerlo.»

Desde su punto de vista en México se debió haber actuado con mayor rapidez, pero el problema es la cantidad de gente que no cree estas cosas, que no se basa en la ciencia, además de una población poco disciplinada. «Esas dos cosas no han ayudado», dice, «y el costo va a ser alto, desde enormes presiones al sistema de salud que serán muy fuertes y dolorosas, hasta los consecuentes daños a la vida de mucha gente que va a sucumbir en estas condiciones. Pero no es nada más eso, no es una cuestión de sumas y restas, de muertos y enfermos, es una cuestión también de disfunción social, disfunción económica, ya lo estamos viendo. Las consecuencias serán difíciles de resolver en el corto plazo y vamos a tener secuelas de esto por mucho tiempo. Es un  fenómeno global, es la primera vez que ocurre, es todo el planeta y, además, obviamente tiene orígenes complejos, no hay una sola causa, son varias, pero suficientemente conocidas para darnos cuenta. Son los de estilos de vida, el desarrollo, las demandas sobre los recursos del planeta, las consecuencias ambientales, sociales, económicas de esto.  Estamos viviendo algo que nuestra especie no había vivido.» 

Apenas hace unos días el titular de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), dio una plática dentro del ciclo de conferencias de El Colegio Nacional, sobre biodiversidad y salud. Me platica que desde hace doce o catorce años se dieron cuenta de que la perturbación, la disminución de ecosistemas, el extermino de muchos de estos, estaban generando fenómenos que empezaban a notarse en problemas de epidemias, como Ébola, SARS y otros que fueron muy locales. «Ya estaban los ejemplos ahí. Eran pequeñas pruebitas o ejemplos de los que teníamos que haber aprendido. Lo que pasa es que no hacemos caso de estas señales. Habría que valorarlas, reflexionar y actuar, pero mientras sigamos haciendo esto, las catástrofes que afecten al planeta van a seguir.»

«Como Homo sapiens, podemos desaparecer rapidito»

«Déjeme decirle una cosa. Nosotros, como Homo sapiens, podemos desaparecer rapidito, pero la vida en el planeta va a seguir. Qué vendrá después, no lo sé. Sería lindo empezar a especular sobre el asunto, sin embargo, creo que como una especie que ha logrado desarrollar una evolución cultural como la que tenemos, con todos sus altos y bajos, a lo largo de miles de años, y de forma más estructurada en los últimos 200, 250 años, cuando el propósito ha tenido un impacto. En particular cuando las razones y propósitos del uso de recursos del mundo empezaron a tener valoraciones monetarias más que del beneficio y el bienestar de la sociedad. Es a partir de entonces que perdimos la ruta y, ahora, las agendas de desarrollo, de los sistemas económicos, de las formas de vida, están dictadas por unas compañías, no por los países, no por la voluntad, el raciocinio, las opiniones y las sociedades que forman parte de los diferentes países.»  

¿Y esto nos ha llevado a que se exacerben las diferencias e injusticias sociales? 

-Seguro. Ésa es una de las consecuencias, más serias y graves. Es inaceptable. Las injusticias en este sentido son dolorosísimas. Las fuerzas detrás para que las cosas sigan como están, cada vez son más intensas y más potentes. Entonces, es un juego de tensión entre quienes han manejado la economía mundial y el resto de la gente. Pero también el resto de la gente, démonos cuenta, se beneficia, se siente bien, gente que tiene muy buenas condiciones, las goza, hay un sentimiento de bien vivir, y eso nos hace cómplices del problema.  

La gente va sintiendo que eso es bueno, lo adopta, se vuelve parte del sistema y es una especie de cáncer que se va apropiando de los seres humanos. Creo que no hemos reflexionado suficiente en esto. Lo importante es cómo nos vamos a comprometer porque todos, todos, somos parte de eso. Unos más, sin duda, y un montón de gente que sufre. Estoy hablando de dos tercios de la población humana, o más, que no tienen voz, no tienen manera de opinar, están viviendo en condiciones infrahumanas. ¿Cómo equilibramos esto? 

«El problema central ético está en un cambio absoluto de formas de pensar. Un dilema ético que surge de la visión de que los seres humanos estamos aquí por una acción natural y, por consiguiente, tenemos la posibilidad de manejar este planeta como queramos en lugar de  sentirnos como parte de todo el sistema ecológico que existe en este planeta.»

Esto suena fácil decirlo. Lo digo en muchas charlas y tengo la impresión de que la gente se me queda viendo un poco en blanco, como diciendo: ‘Sí suena, pero cómo, qué hago.’  Y el qué hago es un cambio profundo, de manera de vivir, de pensar. Nadie está sugiriendo volverse a las cavernas, es simplemente otra visión emanada de la responsabilidad que tenemos con dos cosas muy importantes: el equilibrio de este planeta, sin el cual nosotros como estamos y como especie pensante no podríamos ya vivir, y la responsabilidad hacia los miembros de nuestra especie, usted, yo, su hermana, su padre, mi madre, etc., todos somos miembros de la misma especie. 

Las diferencias raciales, religiosas, económicas, todas están enredadas unas con otras, son las que han dominado la forma de conducir el planeta. Creo que eso tendrá que cambiar, pero no me meto a comentar de todos los obstáculos que hay en el mundo para que esto ocurra. La cuestión es que no tenemos tanto tiempo en las manos para que eso ocurra. 

¿La pandemia nos ha puesto en alerta, generará un impacto en ese sentido? 

La pregunta es: ¿La gente va a querer que alguna de las acciones que generan la disminución de la actividad económica se mantenga o cómo le vamos a hacer para que no dañe? Porque la gente vive del trabajo que hace. Cómo vamos a combinar esa necesidad de “malganarse” la vida con un balance de la estabilidad del planeta en todo sentido, climática, de la diversidad biológica, pero también en un balance de justicia social. Ayudar a los que pueden desarrollarse y no han tenido oportunidad de hacerlo, a que haya mucha más gente capacitada para expresar su creatividad, su ingenio, de manera plena. Es muy fácil decirlo, pero no creo que estemos preparados. Es lo que a mí me preocupa, porque ya no hay mucho tiempo para que esto ocurra. Tenemos muy pocas décadas para hacer estos cambios y la tarea por delante es monstruosa, incluso con la participación clara, decidida, entusiasta, de los gobiernos que están básicamente en todos los países manejados por los intereses económicos.  

Cuando dice que nos queda poco tiempo, suena un tanto apocalíptico. ¿Qué futuro nos espera si no actuamos? 

Creo que habría una degradación del nivel de vida en general. Habrá los grupos que tienen los recursos, la capacidad, los medios para escapar a eso, como siempre lo ha habido, pero el grueso  de la población mundial va a estar en muy malas condicione, en algunos casos hasta infrahumanas. Eso es lo que sería deseable evitar porque le va a ocurrir a la gente más desprotegida, a la gente que no tiene voz, a quienes no tienen manera de ejercer la presión para cambiar.

¿Cuál sería la misión de las instituciones científicas a partir de esta crisis? 

Cuando doy charlas, les digo que yo no soy evangelista, pero quiero actuar como tal para convencer a la gente de lo que hay que hacer. Tiene que haber una revolución, ojalá no cruenta, sino del uso del conocimiento y la razón, para guiar las acciones personales de cada uno de nosotros, pero también para forzar a los gobiernos a que tomen acciones directamente benéficas para la sociedad, más allá de su estatus económico, social, racial, incluso religioso.

¿Y en cuanto a nuestra responsabilidad con los ecosistemas? Porque es un hecho que esta pandemia fue provocada por un cambio en la relación que tenemos con otras especies.  

La cuestión es también, cómo vamos a parar ese proceso, a revertirlo. Se puede, va a llevar tiempo, va a llevar toda una serie de cambios, una serie de cuidados y técnicas y prácticas adecuadas para que esto ocurra. Ninguna generación antes que la presente había tenido tanta información para saber cuáles son las consecuencias de lo que estamos haciendo. Ninguna generación en el futuro va a tener el tiempo para actuar como lo tenemos nosotros. Creo que esto debería hacernos pensar seriamente acerca del problema. Necesitamos un cambio real en la forma de vida, en la forma de organización, en la visión del tipo de cosas que queremos para nuestra especie. Un cambio que acomode esta diversidad y que en vez de un problema se vuelva una fuente de riqueza. A lo mejor habrá un periodo de mucha apretura de cinturones, pero las generaciones que sigan van a decir: ‘Caray hicieron una bola de tonterías estos antepasados nuestros, pero tomaron una decisión de la cual ahora nos estamos beneficiando claramente’.   

¿Vendrán otras pandemias? 

Espero que no sigamos haciendo las mismas tonteras. Hay una frase muy manida de que el hombre es el único animal que se tropieza varias veces con la misma piedra, a pesar de que sabemos.  

Imagen: Vietnam Insider