La mente y los estados de emergencia, el miedo al otro, la pérdida de la libertad y la melancolía

¿Cómo reacciona nuestra mente frente a los cambios a los que nos enfrentamos durante el confinamiento? ¿Cómo pensarse en lo individual y frente al “otro”? ¿Cómo seguir pensándonos en colectivo? 

Ciudad de México (N22/Ana León).- Pensar el trabajo del psicoanálisis ante este aislamiento, es un tema importante para el psicoanalista Diego Safa Valenzuela. Frente a la pandemia, me cuenta, «fue inminente que nuestros consultorios se volvieran digitales. Es algo que nos vimos obligados a hacer, a llevarlo de esta manera, ¿cómo pensar nuestro trabajo ahora? Leonardo Leibson, psicoanalista argentino, profesor de la Universidad de Buenos Aires, se preguntaba esto: ¿cuál es el cuerpo del analista?, ¿cómo pensar el cuerpo del analista como una herramienta también de intervención de los procesos analíticos que estamos llevando? ¿Cuál es la importancia de darle la mano a nuestros pacientes, darles un abrazo, a veces? Eso ya no podemos hacerlo. Y también la importancia del espacio anlítico en relación al consultorio. ¿Cómo pensar el consultorio también como una herramienta, el diván mismo? La digitalidad se ha vuelto una herramienta y durante este proceso donde mucha gente se está preguntando por sí misma hay que hacer un acompañamiento minucioso de nuestros pacientes, hay que hacer un acompañamiento “de la mano”, pero no se puede de la mano.»

Muchas son las preguntas que surgen en torno a este proceso por el que estamos pasando. El “quédate en casa” tiene muchas implicaciones en la construcción de pensamiento, de ideas, de realidades, es un [des]encuentro con “el otro” cercano, una confrontación con uno mismo, y también está la posibilidad de seguir pensándonos en colectivo. 

¿Cómo funciona la mente cuando se presentan estados de emergencia de este tipo? 

Hay un concepto muy freudiano que es el trauma. Freud empieza a pensar toda su teoría a partir del trauma como una suerte de emergencia, como una vivencia para la que no tenemos palabras ni herramientas para elaborar lo que estamos viviendo. Tiene que pasar un tiempo para que en un futuro podamos dar cuenta de lo que vivimos en un pasado y que este pasado pueda tener sentido. 

Cuando estamos viviendo la emergencia no podemos darle sentido a lo que estamos viviendo, entonces, ante la falta de sentido, nos vemos en un desamparo. Creo que estamos viviendo un poco esto, este desamparo en donde tratamos de encontrar respuestas, pero dado la emergencia, no podemos decirlo. Todos los ensayos que podríamos hacer del desamparo, de buscar una respuesta, siempre son muy anticipados. También por eso no podemos construir algo de lo que nos está pasando. Y frente al desamparo buscamos figuras que nos den respuestas, pero a veces ni el mismo Estado, ni los mismos países primer mundistas pueden enunciar acerca de lo que estamos viviendo. Entonces se vuelve más ríspida la situación. 

Vemos a la reina Isabel haciendo el quinto pronunciamiento público de toda su vida, es notable que personas que nunca habían hablado ahora estén hablando. Como para dar un poco de contención a lo que ahora estamos viviendo. Esta situación traumática, terrorífica en donde nos encontramos es porque no podemos explicar lo que estamos viviendo; darle un sentido, elaborarlo y ponerle palabras. 

Una forma es como reacciona la mente cuando estamos aislados, que de alguna forma es algo que sucede por voluntad, y otra el confinamiento, que es algo impuesto, obligado

Frente a esta escena terrorífica que nos afecta a todos en un sentido global, en todo el mundo, hay quienes responden de diferente manera. Ahí tendríamos que referirnos al principio de singularidad del psicoanálisis, es decir, cada quien hace de problemáticas globales, universales, formas particulares de cómo enfrentarlas. Hay personas que, seguramente, van a ser mucho más felices de no ver tanto tiempo a su familia o que les cuesta mucho trabajo el contacto social y, de repente, se sienten mucho más tranquilos al saber que se tienen que encerrar y esa es la solución ante la situación. Hay quienes van a entrar en pánico. Para otros será un tiempo de encuentro con su pareja, con la persona que casi no vivías y de repente te encuentras con ella y es más fructífera la relación a partir de esta situación extrema. 

Pepe Mujica le recomendaba a las personas que están encerradas, en una entrevista reciente, decía: «es un momento para encontrarse consigo mismo», quizás este encuentro consigo mismo pueda ser afortunado, pero también puede ser un encuentro desafortunado. 

Ahora mismo mucha gente está reaccionando a estas ya dos semanas efectivas de confinamiento, pero resta todo el mes de abril, ¿en qué momento ese estado de excepción, de encierro, llega a ser normal? ¿En qué lapso de tiempo la mente lo normaliza? 

Dependerá de cada quien. Cada quien va hacer de esta situación una normalidad o no, de acuerdo a como se encuentra cada persona. También es notable que ésta situación se diferencie en clases sociales: quienes tiene que salir a trabajar  por fuera. Habrá quienes tengan el privilegio de estar confinados, quienes puedan trabajar desde su casa, quienes tengan casa. Y habrá que diferenciar también a partir de las clases sociales y cómo puede afectarnos esto. 

Habría también que pensar la necesidad del contacto físico, el cuerpo como presencia no como digitalidad, no como una imagen digital que se puede borrar. Esto Leonardo Leibson, psicoanalista argentino, profesor de la Universidad de Buenos Aires**, estaba remarcando en su Facebook cómo el cuerpo es más allá de una imagen digital, cómo pensar el cuerpo como una presencia y la necesidad que tenemos para tocarnos. Más bien tu pregunta la contesto con una serie de preguntas que han surgido y que me han surgido también a mí. No hay posibles respuestas hasta ahorita porque no podemos dimensionar hasta dónde va a llegar esto y cómo va afectarnos a las personas que estemos confinadas. Son momentos singulares, específicos, en donde podemos construir varias preguntas que pueden ser contestadas después. 

¿Has reflexionado sobre miedos que están resurgiendo, o que más bien no se han ido, pero se hacen más evidente como el miedo al otro, el miedo al contagio, o el virus entendido como lo extranjero y que se decanta en el extranjero como el migrante; y el miedo también al estar afuera?

Sí. Habría que pensarlo desde la paranoia, el tipo clínico de la paranoia, pero también desde fenómenos sociales tal como apunta Freud en Psicología de las masas y análisis del yo, en donde él piensa como paralelo al amor que se puede crear en una comunidad, cómo nos construimos como una hermandad, siempre va a haber una exterioridad en donde “el otro” funciona como una alteridad en donde nosotros podemos decir “nosotros somos a diferencia de lo que no somos”. Siempre va a encontrarse una diferencia, una negatividad de lo que somos frente a “un otro”, un odio. Eso es importante para pensar el odio a partir de una polaridad con el amor, o el amor a partir del odio. 

Ahora que las barreras se vuelven obligatorias, donde el Estado te lleva a confinarte, donde hay una barrera que se vuelve más restringida, más individual, habría que pensar también el odio como posibilidad de salvaguardarte; la seguridad siempre en función del odio al otro. El fascismo es el ejemplo claro de este odio para pensar en lo que es nuestro, lo que es de nosotros. Trump es el ejemplo que tenemos actualmente, donde para construir una nacionalidad, cuando su nación se está disgregando en una problemática grave de pandemia, tiene que declararle la guerra a Venezuela. Pero también es una forma de fortalecer la vulnerabilidad que está sufriendo en este momento, la vulnerabilidad que está sufriendo internamente. El discurso de declararle la guerra al otro es un poco desviar que el enemigo está dentro, que el enemigo invisible está dentro de su propia nación. Es un intento de poner por fuera, proyectar al enemigo hacia un afuera. 

¿Y eso se puede llevar a lo individual, el individuo extrapolando el miedo hacia ese afuera?

Claro. Frente al terror que estamos viviendo como la imposibilidad de dar cuenta del enemigo, que es un enemigo invisible, ¿cuántos momentos hemos sentido que vamos a estar contagiados? Cada tosido, cada estornudo, se vuelve la posibilidad de que el enemigo esté dentro de mí, de que yo sea el enemigo. Es una necesidad de ponerlo por fuera, de que yo como una entidad individual pueda salvarme, estar purificado. Es una necesidad de poner lo que está mal por fuera.

Te preguntaba por el miedo al otro y utilizaste la palabra odio, ¿el miedo lo estás equiparando con odio?

Sí. El miedo siempre está en relación al otro. Y este miedo puede pensarse como una respuesta frente al yo como agresiva. 

¿Qué pasa con el sentimiento de pérdida de libertad? 

Otro texto que tendríamos que tener como base es Duelo y melancolía, donde Freud se pregunta por la pérdida, las pérdidas. Él piensa dos posibilidades que tiene el sujeto subjetivamente para lidiar con la pérdida: una pérdida es la melancolía y otra es el trabajo de duelo. 

Cuando la pérdida es inminente, cuando no podemos construir otras formas de vida, cuando hemos perdido algo, puede ser la libertad, puede ser un ideal, puede ser una persona, puede ser una parte de nosotros mismos, cuando no podemos lidiar con la pérdida, cuando la pérdida se vuelve mucho más grande, cuando la sombra de la pérdida se vuelve nuestra cotidianidad, estaríamos en una melancolía, diría Freud, un duelo patológico. 

Cuando podemos hacer de la pérdida una posibilidad para construir nuevas formas de vida, nuevos vínculos, nuevas relaciones, estaríamos construyendo un trabajo de duelo. Es paradójico, porque es el dolor, en términos freudianos, se vuelve una forma de reestructurarnos. Es necesario el dolor para pensar nuevas formas de ser. Es necesario un duelo para reconstruirme yo mismo y no quedarse en un estancamiento. 

Ahora, lo que te decía al principio, todavía estamos en este trabajo de duelo; todavía no sabemos lo que hemos perdido o qué tanto vamos a perder. Estamos por empezar un trabajo de duelo. No sabemos si este duelo va a ser patológico, nos va a llevar a una melancolía, a una crisis en donde no podemos reestructurar nuestra forma de enfrentar la vida o no. 

¿Cómo piensas, mirando procesos como cuando termina la guerra, que va a ser el regreso a la vida “normal”? ¿Cómo será el manejo de esas emociones? ¿Se desorbitarán pensando “ahora puedo hacer todo lo que no pude hacer durante el encierro”? 

Más vale que nos haya desorbitado. Más vale que sea una oportunidad. Lo que decía Pepe Mujica, que sí, la situación es grave desde hace mucho tiempo. Grave en lo ecológico, lo social, de género, estamos inmersos en una situación muy grave y que esta crisis pueda descolocarnos, puede ser algo afortunado. Que no volvamos a la normalidad porque la normalidad ya estaba mal. 

Me parece que si la situación es pésima, a partir de enfrentarnos a esta situación podemos reubicarnos. Hacer de esto un trabajo de duelo va a ser importantísimo. El reubicarnos a nosotros mismos como una comunidad, como un colectivo que estuvo viviendo en situaciones sumamente precarias. Si estamos pensando una situación melancólica, pensando que nuestra vida anterior era mejor que la que tenemos ahorita, va a ser funesto. 

Construir una nueva “normalidad” va a ser un trabajo de nosotros, no un trabajo del virus. ¿Cómo nos ubicamos como colectivo frente a esta vida que está siendo cada vez más adversa?

Hay muchas manifestaciones en redes sociales, de gente que se une a diferentes lecturas que también animan a pensar en colectivo, pero ¿es posible pensar en colectivo desde el aislamiento? 

Esa pregunta podría ser trasladada a no sólo porque estamos aislados en nuestras casas, sino anteriormente podríamos pensar si había colectividades o situaciones colectivas antes de que hubiera una pandemización. Es necesario pensar si antes había situaciones colectivas o dispositivos que generarían colectividades. Habría que construir dispositivos en donde nos juntemos más, en donde reflexionemos cómo estábamos llevando la vida. Qué tanto estábamos aislados antes de que hubiera una pandemia. 

**Para promover la salud mental en un período de aislamiento, el Colectivo de Docentes de la Cátedra Salud Pública Salud Mental II de la Facultad de Psicología de la UBA, han elaborado y compartido el “Manifiesto por una Salud Mental Colectiva en tiempos de Coronavirus”, que a continuación compartimos: 

1-Entender que el distanciamiento social y el aislamiento son estrategias para enfrentar la epidemia pero esto no implica reclusión ni encierro en soledad, promovamos nuevas formas de encuentro. La falta de contacto no tiene que implicar la deshumanización, podemos conectarnos amorosamente aún desde lejos… ¡tenemos las palabras!
 
  2-Propiciar redes de apoyo no presenciales y estrategias de cuidado social. Estemos atentes a aquellos miembros de la comunidad más fragilizados y busquemos formas de facilitarles lo que necesiten. Si estás en esa situación hacé saber lo que necesitás, pedí ayuda.
 
  3-Inventar formas de manifestarnos en apoyo a les trabajadores de la salud y de servicios esenciales. También reclamar por la aplicación de medidas de cuidado en dichos espacios laborales. Cuidemos a quienes nos cuidan.
 
  4-Comprender que al enfrentarnos a una situación desconocida podemos vivir momentos en los que nos sintamos angustiades, asustades, con estrés y ansiedad. Está bien sentirse así, pero recordemos que como humanidad hemos atravesado muchas epidemias, y esta también será transitoria.
 
  5-Acompañar práctica y emocionalmente a las personas en aislamiento, en especial a niñes y adultes mayores. Esta situación puede producir mucho padecimiento subjetivo y por eso es importante mantener el contacto no-físico y la comunicación fluida.
 
  6-Favorecer una escucha respetuosa y la circulación de la palabra teniendo en cuenta que no sabemos qué efectos produce la situación epidemiológica actual en cada quién. Reconozcamos que podemos estar frente a una persona que está sufriendo y que podemos hacer algo para aliviar ese padecer.
 
  7-Circular información chequeada y de fuentes confiables. Sobreinformar o malinformar no es inocuo y puede producir sufrimiento, evitemos el bombardeo de información. También proponemos difundir las prácticas solidarias novedosas que van apareciendo con el fin de multiplicarlas y que tengan mayor alcance en la comunidad.
 
  8-Compartir tanto material cultural que reconforte (películas, música, literatura) como actividades y recursos virtuales. Favorezcamos actividades que ayuden a expresar miedos, ansiedades y preocupaciones. Hagamos que el tiempo en casa sea de calidad y no produzca un mayor padecimiento. Defendamos el humor y la ternura para con les otres y para con nosotres mismes.
 
  9-Generar reconocimiento y solidaridad al interior de los espacios laborales en los que no se ha cesado la actividad evitando la multiplicación del enojo. Podemos exigir condiciones de cuidado en el ámbito laboral junto con nuestres compañeres, no tenemos que resolver las cosas en soledad. Prestemos especial atención a les trabajadores precarizades.
 
  10-Exigir a los gobiernos que garanticen las condiciones para enfrentar esta crisis: licencias especiales, reducción de impuestos, aumentos en transferencias de ingreso por jubilaciones, pensiones y AUH y otras asignaciones. Acompañar las políticas sociales basadas en el enfoque de derecho, de protección de las infancias y políticas de géneros, para promover la inclusión desde la diversidad y el desarrollo social.