Cartografía de la distopía

¿Qué entendemos por espacio, por foro o por centro? ¿Qué entendemos como necesidad cultural? Preguntas que detonaron el pensar la cultura en la periferia

Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- En el año 2000, a partir de la clausura y cierre de espacios culturales independientes como Rockotitlán o La Alberca, hubo una necesidad ciudadana para cambiar la Ley de Establecimientos Mercantiles en la Ciudad de México, pues estos centros independientes tenían las mismas responsabilidades que lugares como el Foro Sol o el Teatro Metropolitan. Veinte años después, se vislumbra una posibilidad legal diferente. Veinte años después, sabemos más de los centros culturales independientes y eso, en gran medida, es por el trabajo que ha hecho un equipo de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México que, desde entonces, comenzó el Mapa de Centros Culturales alternativos e Independientes. Elena Román, coordinadora del Observatorio de Políticas Culturales de la UACM, nos dice que para poder comenzar hubo que preguntarse: ¿Qué entendemos por espacio, por foro o por centro? Y, sobre todo, ¿qué entendemos como necesidad cultural?

«Si hablamos de infraestructura física, evidentemente en el Centro y en el Sur de la ciudad se concentra un porcentaje muy amplio, históricamente, en término de política pública e iniciativas independientes y privadas. Sin embargo, en un mapeo que hicimos y del cual ya estamos en una tercera etapa, nos dimos cuenta que en el Oriente, en alcaldías como Milpa Alta y Tláhuac, hay otro tipo de reconfiguraciones. Estamos hablando sobre todo de espacios efímeros donde una serie de colectivos rentan bodegas, toman casas prestadas y detona un consumo cultural y un circuito cultural interesantes.»

«La alcaldía Iztapalapa tiene el mayor número de jóvenes en la ciudad y el que no cuente con una infraestructura física como la que hay en alcaldías como Cuauhtémoc o la Miguel Hidalgo, no significa que no generen cosas. Aunque sí, en términos de política pública y nivel de iniciativas privadas, la concentración está en el Centro y el Sur.»

La tercera etapa de este mapeo comenzó en 2017. ¿Cuántos espacios culturales hay y en dónde se concentran en la Ciudad de México?

Del 2017 a la actualidad, ha habido una proliferación de espacios, sobre todo independientes. Nosotros hacíamos una contabilidad de unos 180 – 200 espacios en ocho alcaldías y, evidentemente, la que más concentraba era la alcaldía Cuauhtémoc con 120 espacios. A diferencia de Iztapalapa que tenía tres espacios con estas características. Había unos 20 en Miguel Hidalgo, en Benito Juárez, 25. Ahora, se están sumando muchísimos más. Donde menos infraestructura física hemos encontrado es en Tláhuac; en Cuajimalpa sabemos de dos. En Milpa Alta encontramos uno, aunque la gente nos decía que no existía. Gustavo A Madero tiene tres espacios.

El mapeo fue específicamente de “Artes Vivas”. Hay otros mapeos que tienen que ver con Artes Visuales que ahora mismo no estoy contabilizando. Nos enfocamos en Artes Vivas y en apuestas independientes o no oficiales, que no estaban en la estructura orgánica.

¿A qué te refieres con Artes vivas?

Artes Vivas lo pensamos más como un hecho escénico que tiene un espacio de convivencia, un espacio de experiencia y que agrupa danza, teatro, música, circo, performance, stand up, cabaret y que se hace en una escena. Esta investigación nos empujó a hacer esta definición porque si sólo nos concentrábamos en teatro, danza y música, limitábamos mucho a la investigación.

Sobre el marco legal de estos foros, espacios y centros ¿ha cambiado algo?

A partir de la clausura de varios centros independientes, sobre todo de música, que hubo en el año 2000, empezó a haber una reconfiguración de los propios espacios independientes, que apelaban a que hubiera una nueva ley de establecimientos mercantiles. En ese sentido, veinte años después ya se hizo esta iniciativa, a mediados de febrero se firmaron unos acuerdos para poder fortalecer la iniciativa. Y en el ámbito legal, la figura jurídica ya está, falta que se apruebe; sin embargo, hay otro reto y tiene que ver con las mismas alcaldías, esta ley se hizo a nivel local, pero las alcaldías tienen su propia lógica.

El mayor reto en esta debilidad legal es la corrupción y muchos de los problemas que reveló esta investigación están a nivel de Tesorería, relativo al porcentaje de boletaje, pues para espacios pequeños con un aforo de 30 personas donde pagan 15 pesos, encima de todo les quitas el 8%, es muchísimo para este tipo de espacios independientes.

A nivel jurídico, legal y administrativo, Tesorería es un factor importante, Protección Civil es otro factor importante, el tratamiento Hacendario también es importante, y lo que tiene que ver con la Ley de Establecimientos, también. Si se aprueba la propuesta de ley, creemos que puede ser un parteaguas, pues para esta investigación se abre otra ruta de trabajo, observar si la ley cambió la situación, si acabó con la corrupción y los cierres.

Aunque han surgido otras variables, hace poco cerró “Salas”, cerró “Caradura” y uno de los indicadores que nosotros no habíamos hecho visible, es la violencia. Y eso deja de lado cualquier tipo de acción o normatividad.

Mencionabas que en Iztapalapa encontraron dinámicas diversas a lo que entendemos como necesidades culturales y espacios culturales. ¿Eso pasa en otras partes?

Lo que sucede en Iztapalapa, que estoy casi segura que es lo que sucede en Milpa Alta y Tláhuac, es que hay otro tipo de configuraciones en donde se diseñan otro tipo de espacios que permiten una práctica cultural.

Yo sí imagino que los jóvenes de estas alcaldías articulan otro tipo de cosas. Y no sé si sea de la misma forma que en Iztapalapa, en donde hay una serie de colectivos que se agrupan, que rentan, piden prestado o toman espacios físicos que denominamos “efímeros”, porque no tienen una programación permanente y, a partir de ahí, generan sus espacios de reunión y convivencia.

Como ciudadanos, ¿participamos de los retos que tienen estos espacios culturales independientes y alternativos?

Una de las ideas claras en este mapeo, es que tenemos dos grandes interlocutores: Primero están los responsables de los espacios, también es cierto que entre ellos no se reconocen, y si se reconocen a partir de una actividad cotidiana que merma mucho su tipo de vinculación, no alcanzan a generar ciertas cosas. Y segundo, a quienes tenemos en la mira, son los funcionarios públicos que toman decisiones. Nuestro mapeo tiene geo referencias y geolocaliza los espacios, con la intensión de ver en términos de afectividades, cómo impactaban las políticas públicas. Y queríamos que los funcionarios se dieran cuenta que había un impacto afectivo, emotivo relacional de aquellos que mantienen los espacios y que están a contracorriente para poder sostenerlos.

Uno como ciudadano se puede acercar a estas investigaciones para ver que hay un montón de cosas por hacer, esta idea de pensar el monopolio de los conciertos masivos o que hay un solo tipo de teatro no es real. Hay un montón y posibilidades inmensas de consumo y prácticas artísticas. Y eso nos puede ampliar muchísimo la mirada de quiénes somos, cómo somos y desde dónde nos movemos.

Los espacios culturales independientes tienen una gran labor que es decirnos y narrarnos cómo somos nosotros, porque los consumos masivos nos narran desde otras perspectivas.

Imagen: Facebook Multiforo Alicia