El sueño como espacio colectivo, de creación y de resistencia

Yollotl Gómez Alvarado, busca a través del proyecto Templo del sueño: Propuesta para una sociedad de que duerme generar una tipología arquitectónica y metodológica para explorar el sueño como práctica colectiva, afectiva y política

Ciudad de México (N22/Ana León).- En la Sociedad del cansancio, Byung-Chul Han apunta que el siglo XXI, es el siglo neuronal, el siglo de la depresión, del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), del trastorno límite de la personalidad (TLP) o del síndrome de desgaste ocupacional (SDO), estados patológicos que responden, paradójicamente, no a una negatividad sino a un exceso de positividad, al culto al multitasking, al culto a la autoexplotación, el de la rapidez y los resultados. En un entorno en el que priman la hiperestimulación, la velocidad de las redes sociales y la tentación de opinar sobre lo que pasa en cada momento, el eterno presente 24/7, la vida contemplativa (que permite la construcción de una mirada soberana), la caminata y el sueño, podrían pensarse como los últimos espacios que no han sido colonizados por los nietos de Silicon Valley ni por el capital. 

Ya exponía Lafargue en El derecho a la pereza (1883): «Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de las naciones donde domina la civilización capitalista. Esta locura trae como resultado las miserias individuales y sociales que, desde hace siglos, torturan a la triste humanidad. Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda por el trabajo, llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de sus hijos». Su tesis apuntaba a un entorno donde la jornada laboral se redujera a menos horas para disponer de más tiempo libre y ser más felices. 

Todas las imágenes: Ana León

Sobre el sueño, el artista Yollotl Gómez Alvarado ha estructurado un proyecto de largo aliento, Templo del sueño: propuesta para una sociedad que duerme, que busca desarrollar «una tipología arquitectónica y metodológica  para explorar colectivamente el subconsciente como práctica afectiva y política». Es así, que el 4 de febrero, en Parque Galería, inauguró el Laboratorio del sueño No. 1, que estudiará la actividad onírica de un grupo de soñantes —no durmientes, ya aclararemos este punto más adelante— que pernoctarán en la sala de la galería del 4 de octubre al 4 de abril, en una experiencia de sueño colectivo. 

«El proyecto es una investigación sobre cuál es el estado del descanso y del sueño actualmente y por qué hay el incremento de estas patologías del sueño y qué significa eso como sociedad. Parto de ahí como investigación para proponer un hábito nuevo de regresar a ese espacio del sueño y hacerlo en colectivo para producir nuevos imaginarios, nuevas formas de ver el mundo, nuevas formas de articular. La propuesta es generar una tipología arquitectónica y metodológica que pueda ser apropiable por cualquier comunidad o cualquier grupo de personas para tener estas sesiones de dormir en colectivo como un hábito nuevo.»

«Al centro de la galería se encuentra el núcleo del Laboratorio en el que coexisten siete entornos asociadas a circunstancias en donde se ha dormido en colectivo. Alrededor se encuentran cinco puertas. Una conduce a un reloj nocturno (Clepsidra) que mide  a través de la caída del agua las fases del sueño; una más al espacio en donde se monitorean las fases del sueño; otra, a una habitación donde se presentan una serie de Reportes plásticos del sueño; las dos últimas conducen al baño y a la cocina.»


¿Por qué justo te interesa la práctica del sueño en colectivo? 

Porque creo que estamos en un momento histórico en donde la violencia está operando de una forma muy directa y siento que hay una falta de perspectiva de hacia dónde ir como colectividades y hay un régimen que realmente está dirigiendo tanto nuestras actividades como nuestras decisiones. Creo que la posibilidad del imaginario del sueño, y de hacerlo en colectivo, implica un reagenciamiento de cómo estamos haciendo cosas en el mundo. 

Históricamente el sueño en todas las culturas ha tenido un valor muy alto y el sistema actual realmente ha hecho una devaluación del sueño que creo que es importante retomar y también creo que es importante asumir que desde el sueño se produce un imaginario muy potente que se ha llevado al campo sólo de lo íntimo. Pero creo que poner en el centro de la discusión los sueños, empezar a hablar de ellos, empezar a procurar también ese espacio para descansar y dormir, es una propuesta radical para generar nuevos imaginarios como colectivos y nuevas formas de organización


¿Hay una idea subyacente del sueño como el último espacio, casi, de resistencia frente a la dictadura del capital y del eterno presente?

Creo que hay una propuesta de militancia desde el sueño, pero una militancia apropiable por cualquier persona. Creo que es algo que todos tenemos en común. Tal vez es de las últimas cosas que existen en común, esa posibilidad que, aunque es un privilegio dormir actualmente, todos dormimos realmente. Creo que es un lugar desde el cual nos podemos encontrar y a partir de ahí, reorganizar

También el sueño tiene algo muy interesante, pues al no estar dentro del régimen de lo visible, implica otras sensibilidades. Y esto es algo que me interesa mucho: poner atención en el sueño no de una forma que vaya a la interpretación del sueño, o a la traducción consciente de lo que pasa en el sueño, a las capacidades que tenemos en la vigilia, sino más bien la apertura a una nueva sensibilidad. Nosotros tenemos reacciones a estímulos, por ejemplo, nosotros vemos del rojo al violenta en nuestros ojos, pero lo que está abajo, el infrarrojo, sí lo percibimos, pero no tenemos herramientas como para hablar de eso. Hay algo muy interesante. Hay una física que sí existe, pero que ha sido relegada a la idea de lo metafísico. Creo que ese tipo de herramientas sensibles son herramientas que necesitamos en este momento como sociedad desarrollar para reaccionar a lo que está pasando. 


Hay también una idea perdida de este “derecho a la pereza” del que hablaba Lafargue, que podríamos entender como el derecho al descanso que ya está muy negado. 

Sí, está muy negado y hay una incersión de dispositivos. Por ejemplo, el celular y esta intención de estar todo el tiempo disponible implica micro despertares en la noche que realmente afectan muchísimo el REM (por sus siglas en inglés) y la producción de este imaginario. Hay una infiltración del sistema de producción que justamente lo que está haciendo es imposibilitar el sueño. Esto tiene una historia larguísima. Loz nazis, incluso, lo usaban como método de tortura y bueno, se ha usado como método de tortura en muchos momentos históricos, pero creo que estamos en un momento en que está llegando a unos extremos fuertísimos. 

La investigación la estoy trabajando con psicólogos, con arquitectos y con antropólogos. Los psicólogos son especialistas del sueño y dicen que hay un incremento de la cantidad de las patologías del sueño en la sociedad contemporánea que es un tema que yo creo que en diez años va a ser de muchísima atención. 

El proyecto, además de tener estos dispositivos y estas piezas, es una propuesta para poner atención en ese lugar del sueño y, tal vez, producir un nuevo hábito [el sueño colectivo], que sería el fin último del proyecto. 


De alguna forma sí es obvia la participación de psicólogos para analizar el sueño, lo que sucede en las etapas del sueño, pero aquí ¿qué tiene que ver la arquitectura? 

Me topé con este libro de Beatriz Preciado que se llama Pornotopía, que es un análisis de cómo se desarrolla toda la idea de Playboy y  de cómo la proyección de un estilo de vida se lleva a un espacio, y cómo ese espacio empieza a generar dinámicas. La arquitectura siempre posibilita prácticas. El hecho de estar desarrollando una tipología arquitectónica de un lugar para dormir juntos, posibilita siempre abrir una nueva práctica. Por ejemplo, la llegada de la televisión es tan fuerte que configura un espacio doméstico que es la sala de tv, que se vuelve un espacio de sociabilidad de una familia. Me interesa la dimensión arquitectónica en el sentido de poder producir una tipología de un lugar para dormir en colectivo. 

Este es un primer experimento arquitectónico, la idea es hacer varios. Ir teniendo la información necesaria para poder construir un sitio físico. La idea del proyecto al final es construir el Templo [del sueño] como una organización, como una parainstitución que pueda recibir a grupos de personas para dormir. 

Ya tenemos información, por ejemplo, sabemos que la leche de las vacas facilita el REM, entonces este lugar implicaría que hubiera vacas. Y estamos desarrollando una dieta del sueño. Hay ciertos alimentos que permiten esto. Esto es muy interesante porque realmente al proponer este tipo de actividades en la vigilia, lo que también está pasando es que hay un cambio de hábito y hay un proceso de sanación. En ese sentido, me interesa mucho el cómo pensar una tipología de un lugar para dormir juntos. 


¿En algún momento, al tener ya el Templo del sueño, una dieta para acompañar ese proceso colectivo, entendido como un proceso de sanación, no devendría como en una especie de turismo médico? 

Realmente esto puede devenir en muchísimas cosas. La propuesta como tal no es dormir en el templo o dormir en la estructura. La propuesta es practicar esto. Justo todos los documentos que estamos desarrollando y las tipologías son apropiables, y pueden suceder en cualquier entorno. Puede devenir en muchas cosas. A mí no me interesa esa dimensión turística, pero sí me interesa un lugar donde puede haber procesos de sanación o de creatividad a partir de la práctica del sueño y que puede ser utilizado para distintos fines por distintas personas. 


A través de internet se convocó a personas para participar en el proyecto, ¿cuándo y cómo inicia?

Ya inició. Ya tuvimos la primera sesión, no de sueño sino del grupo y el jueves (6 de febrero) es la primera sesión de sueño. La máquina produce siete entornos diferentes que tienen distintos estímulos que afectan el sueño, hay tres grupos de tres personas que vienen en distintas noches y viven los siete entornos. Al final, vamos a tener nueve hipnogramas y nueve reportes del sueño de cada entorno. Hay un caso de estudio que tiene que ver con dormir en el exterior, con los sonidos nocturnos de la calle y qué implica eso a nivel del sueño. Ver si hay una serie de imaginarios que se están generando y si hay una posibilidad de esa mutualidad del sueño al estar en el mismo entorno y cuál es la afección entre estas personas. Justamente la idea es, en este primer momento, tener toda esa información para poder generar una segunda estructura que permita también producir una cosa más de diseño hacia ciertos lugares. Nunca va a estar la gente durmiendo cuando la galería esté abierta. También la gente tiene la posibilidad de mantener sus reportes anónimos o con otra identidad. Hay una importancia de volver público el sueño. 

Hay muchas personas involucradas, porque la idea no es una cosa apropiada de derechos de autor sino una propuesta apropiable. 

¿Por qué o de dónde surge el interés de llevar al sueño a la galería? 

Ahorita la exposición está en una galería, pero puede estar en cualquier lugar. Me interesa la dimensión creativa del sueño. No me interesa la imagen del durmiente como tal, pero sí me interesa la práctica intencionada del dormir como una posibilidad de creación, de otro tipo de imaginación que sí veo vinculada al arte, pero más a la cultura en un sentido mucho más amplio.