Los ojos de las mujeres. Aforismos desde el umbral, libro póstumo de Eusebio Ruvalcaba es publicado por El tapiz del unicornio
Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- Desde hace cuatro años el escritor José Antonio Lugo creó la editorial El tapiz del unicornio. Por ese motivo se acercó a varios autores amigos suyos para pedirles un manuscrito y editarlo. Entre esos amigos estaba Eusebio Ruvalcaba, quien desafortunadamente falleció unas semanas después, el 7 de febrero de 2017. Tras tres años, sale a la luz el libro póstumo Los ojos de las mujeres. Aforismos desde el umbral. En su departamento, Lugo recibió N22 Digital para contarnos detalles de su amistad con Ruvalcaba y de la edición de este libro.
«Yo busqué a Eusebio, y con la generosidad que lo caracterizaba, rápidamente me envió un manuscrito por correo. Nos encontramos para darle las gracias, comimos, nos abrazamos, quedamos de vernos más seguido, nos dijimos que nos queríamos mucho y poco tiempo después sufrió el percance que desembocó en su partida física. De repente me encontré en una situación inédita: tener un manuscrito de un autor que acababa de desaparecer. Y fue necesario que su viuda Coral firmara los derechos para poder publicar el libro porque a Eusebio no le dio tiempo de firmar un contrato. Por eso nos tomó tiempo poder sacar el libro a la luz.»
En estos aforismos podemos encontrar muchos elementos que nos remiten a la vida misma de Ruvalcaba, tanto como a su obra. No es la primera vez que se han editado aforismo de él, sin embargo, me parecen éstos muy cercanos a una especie de declaración de principios.
Yo creo que este libro, que originalmente se iba a llamar Aforismos sobre mujeres y que ahora se llama Los ojos de las mujeres. Aforismos desde el umbral, reúne varios de los registros de Eusebio (Guadalajara, 1951-CDMX, 2017), creo que él es un autor de registros múltiples y contradictorios. Tenemos una voz que admira a las mujeres y las ve casi como diosas y, al mismo tiempo, también las ve demasiado carnales para una época como la que vivimos de lo políticamente correcto. Encontramos a un Eusebio que habla del enfrentamiento con la página en blanco, que reflexiona sobre el tema de la creatividad y de la dificultad de ser creativo. Tenemos un diálogo de Eusebio con el alcohol, que nos remite a una tradición de personajes como Bukowski, incluso es una tradición literaria. Está otro Eusebio, el que publicó libros sobre Beethoven y Brahms, de los cuales hay algún registro en este libro; y que nos habla de una sutileza y precisión para definir lo inefable.
Y también está ese narrador que quizá el mejor ejemplo es El hilito de sangre (1991), ese narrador que ve la vida desde una perspectiva casi única, muy babeleciana (sic) y al mismo tiempo existencialista, porque quiere beberse y comerse la vida. El libro nos da registros que, de alguna manera, se ramifican y se extienden a toda su obra.
Eres escritor y amigo de Eusebio Ruvalcaba, ¿qué significó ser, también, su editor?
Todos los que somos o pretendemos ser lectores, muy probablemente acabemos siendo escritores. El paso de escritor a ser editor, no es tan sencillo. Yo fui muy afortunado, me encontré a unos socios maravillosos, fundamos la editorial y a partir de ahí he tenido ese privilegio. Finalmente, ¿qué es un editor? Es el puente, un vínculo entre un autor y los lectores. Y eso es algo casi milagroso. Y con relación a la obra de Eusebio, editarlo es también un acto de amistad.
Cuando leíste el manuscrito, ¿cuál fue tu primera impresión?
Lo primero que uno descubre con placer, es ese ceño y registro de que leemos algo de Eusebio Ruvalcaba. Ese reconocimiento de un lector que ha seguido su obra, es un momento de felicidad. Y luego saber que lo tengo, implica un agradecimiento perpetuo. Pero en ese momento nace también una responsabilidad. Y ante su muerte, estaba obligado moralmente, por la amistad y el cariño, a sacar ese libro a la luz y que fuera atractivo para los lectores.
El libro tiene una presentación tuya y, a manera de prólogo, dos textos muy afectuosos: uno de Vicente Quirarte y el otro de Ignacio Trejo Fuentes. Del texto de Quirarte me llama la atención el vínculo tan íntimo entre Ruvalcaba y los Quirarte.
Vicente Quirarte escribió un libro sobre su propia madre y está dedicado a la mamá de Eusebio, porque Eusebio fue amanuense de don Martín Quirarte, el gran historiador autor de Visión panorámica de la Historia de México. Ese libro se presentará junto con Aforismos desde el umbral, por tanto, ese día van a estar presentes el papá y la mamá de Eusebio y Vicente, que era uno de sus grandes amigos. Será un homenaje y una celebración a Eusebio. La presentación de los libros será en la Fonoteca Nacional el 7 de febrero (tercer aniversario de su muerte). Ahí vamos a poder escuchar unas grabaciones del violinista Higinio Ruvalcaba, padre de Eusebio, quien fue fundamental en su vida por varias cosas. Primero, porque le enseñó lo que era ser un gran artista; segundo, porque en sus tímidos intentos para ser músico, él se dio cuenta y su papá también, de que su potencial creativo no iba por ahí. La gozosa incapacidad de no ser músico nos permitió tener a un gran escritor. Quizá no hubiera sido un músico de la talla de su padre y en cambio, tenemos a un escritor que sí es de la talla de su padre. Eusebio, como muy pocos, además de sus libros, en sí mismo supo conectar con los jóvenes de varias generaciones. De alguna manera todo mundo quería a Eusebio. Todo mundo queremos a Eusebio.
En estos aforismos están presente esa brutalidad y esa belleza que conducen al éxtasis y al dolor de la existencia. Se leen las contradicciones de la vida.
Eusebio buscaba la verdad y la verdad profunda, como dices, puede ser una búsqueda sincera por tocar eso. Pero, al mismo tiempo, si algo definía a Eusebio es que era un amante de la belleza y perseguía la belleza. Sabía apreciar la belleza, al arte como el estado más alto para alcanzar la cima más alta, y el alcanzarla produce un éxtasis. Pero al mismo tiempo, como espeleólogo, se asomaba a la sima y consigue otra forma de placer, pero un placer que nace de la oscuridad.
Algunas de las grandes obras literarias, pienso en Bataille, se han escrito para decir con palabras lo que sin la literatura no sería posible explorar, y menos sería posible recrear.
Eusebio tiene una labor de espeleólogo, y al mismo tiempo, la labor del alpinista que quiere llegar a la cima más alta para contemplar el paisaje excelso y regodearse con la belleza del mundo. Recorre lo mismo la sima, que la cima.