The Orb: «en el ambient las posibilidades son infinitas»

Los pioneros del género se integraron al programa de la edición 14 del festival de creatividad digital MUTEK, su líder, Alex Paterson habló acerca de sus influencias y las motivaciones de su trabajo

Ciudad de México (N22/Ana León).- En 1978 Brian Eno lanzó las bases de lo que se conocería como música ambient, un estilo de la música electrónica que por mucho tiempo fue considerado, despectivamente, como “música para ascensores” o llamada Muzak, debido a la corporación norteamericana que se especializaba en su distribución como música pensada para aumentar los índices de productividad de fábricas y empresas, esto treinta años antes que Eno. Sin embargo, cuando éste la incorporó a su trabajo señaló que ésta tenía que ser capaz de ajustarse a “varios niveles de atención auditiva, sin imponerse a ninguna: ha de poder ser ignorada como interesante”. Diez años más tarde, en 1988, la hipótesis de Eno, así como su producción musical –junto al trabajo de Ryuichi Sakamoto– se incorporaba como una de las influencias de The Orb, que es conocido por ser uno de los pioneros en el desarrollo del género conocido como ambient house. El grupo inglés que ha sufrido cambios de integrantes a través de todos estos años ha tenido como constante, además del ADN musical que los caracteriza, al músico Alex Paterson con quien charlamos en un hotel de la colonia Roma, en la Ciudad de México, en el marco de la edición 14 del festival MUTEK que se lleva a cabo estos días.

¿Qué consideras que puede ofrecer la música ambient y la electrónica en general, que siempre han estado en relación directa con la tecnología, a una sociedad sobreestimulada?

Ambient no es necesariamente tecnología, son sonidos y voces de situaciones cotidianas y eso no tiene límites porque los puedes grabar y repetir. Hay un infinito de posibilidades y de sonidos. No sé cómo decirlo, por ejemplo, tomamos un sonido de la calle, “del ambiente”, de ahí el nombre, y al samplearlo algunos de estos sonidos son irreconocibles, se convierten en otra cosa dentro del loop creado. Dejan de ser el sonido del espacio cotidiano.

La tecnología en la que estamos inmersos no es la misma que la que utilizamos en nuestro trabajo. La tecnología de la que echamos manos es sólo una herramienta que no nos condiciona como la que empleamos en la vida cotidiana. De donde yo vengo, el único límite es que la Tierra deje de respirar. Con todo se puede hacer un sampleo y hay tantas posibilidades que es irreal el sinnúmero de sonidos con los que podemos hacer música.

Están a punto de llegar a tres décadas desde su fundación (1988), en aquellos días, el género se asociaba a distopías futuristas como las de Philip K. Dick y J. G. Ballard, ¿emana alguna visión futurista de su música ahora? Si es así, ¿de qué tipo?

Es difícil esbozar visiones de futuro. Lo único que podemos hacer como The Orb es cambiar la manera en que nos perciben y, de esa forma, seguir vigentes, con sonidos frescos, nuevos. Un cambio significativo para el siguiente año es que incorporaremos cantantes. Aparte de Lee Scratch Perry, nunca hemos trabajado con cantantes.

¿Por qué decidieron incorporar cantantes?

Porque no queremo hacer lo mismo que todos, sonar como todos los demás. Siempre hemos sido pioneros. Ahora los pioneros estamos viendo a todas las bandas de hoy haciendo lo mismo que nosotros; haciéndolo mejor algunos, ¡e inclusive tomando todo el crédito! Algunos nos van a citar como sus influencias, otros probablemente no, como Aphex Twin, pero una vez lo pillé viendo todos mis vinilos, en el 88 u 89, llegó con el cabello larguísimo cuando estaba haciendo muchos eventos de ambient y unos años después se volvió famoso. He visto de todo.

Hoy en día en que la tecnología crea y desecha en un tiempo récord, ¿crees que aún es posible una revolución musical?

Es difícil. Una revolución musical sería no musical por definición, pero todo es posible. Las generaciones vienen y van. La revolución vendrá cuando sea el momento apropiado. Yo ya he hecho mi parte en la revolución de los ochentas, cuando la música house empezó a sonar y a nosotros nos dijeron que sólo eran sonidos repetitivos y sin sentido, además de que estaba, básicamente, prohibido –haciendo alusión a los raves clandestinos que se organizaban en las unidades familiares auspiciadas por el gobierno, de la clase obrera, en donde estaban prohibidos.

El músico y crítico inglés David Toop define a la música ambient “más como una forma de escuchar que de hacer música”; sin embargo, también dice que ésta es capaz de crear atmósferas relajantes tanto como perturbadoras, a The Orb ¿qué le interesa provocar en quien escucha?

Eso es algo que quien escucha debe descubrir. No es que yo los estimule, yo tengo mi propia emoción, lo que otros han llamado la música Orb, pero yo no soy consciente de eso porque soy yo tocando; sin embargo, veo eso en otros y entiendo a lo que se refieren. Yo no hago la música con el propósito de recrear un sonido particular o fantástico de The Orb o el sonido particular del grupo.

En un inicio, el ambient era más para jóvenes blancos de clase alta, con dinero. No para hombres de negocios, sino para personas que tenían tiempo de “contemplar” la música con una taza de té. Nosotros la llevamos a la clase obrera donde la gente puede relajarse al escucharla y “aliviar” su día. Si llevaban todo el día trabajando y un poco de ambient podía alivianar la jornada, eso lo queríamos hacer.

Durante los primeros años de los ochenta trabajaba en un club como DJ, en ese tiempo aprendí que hay muchos lugares en los que se puede disfrutar de la música ambient y que podemos sacarla de esos lugares y llevarla a otros donde tiene otros significados.  

En un festival como MUTEK donde música e imagen van de la mano ¿qué tipo de trabajo les interesa mostrar? ¿Cómo planean abordar al espectador mexicano? ¿Es totalmente abstracto o hay una narrativa?

Esta presentación viene del corazón. La semana pasada perdí a mi madre y esta será una forma de despedirme de ella. Así que tocaré para ella.

Imagen: Alex Paterson, MUTEK 2017.  © Antonio Ponce

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