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La producción mexicana que fue filmada como documental, explota el miedo y la nostalgia; llegó a salas de cine este fin de semana
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Ciudad de México (N22/Julio López).- En más de una ocasión la película La posesión de Altair estuvo al borde del fracaso. Un proyecto que desde el inicio tuvo complicaciones técnicas y narrativas. Filmada en 8mm, la historia se narra como si fuera un documental y está ambientada en los años setenta.
Al respecto, su director, el cineasta Víctor Dryere, describió las altas y bajas experimentadas durante todo el proceso cuya edición se extendió un año y arrojó un filme de una hora de duración, resultado que no lo dejó satisfecho y por lo que se decidió a filmar escenas adicionales para “agregarle más terror” y que la película fuera “un poco más entendible”.
La posesión de Altair, situada en 1974, gira en torno a las grabaciones filmadas por una pareja de recién casados. Mismas cintas que llevan a descubrir su trágico final. Rolando Breme y Diana Bovio dan vida a los personajes.
Rolando Breme: “Diana y yo en muchas ocasiones traíamos la cámara, entonces teníamos que entender la mecánica de cómo funcionaba, en qué momento se acababa el rollo del encuadre, de la iluminación, entonces eso era enriquecer más esto de hacer una película porque no era nada más hacer una película normal por así decirlo, tenía sus particularidades.” Diana Bovio, por su parte, señala haber disfrutado mucho su participación en el filme, pese a que su personaje, Altair, “tiene momentos muy oscuros”.
Aunque aporta poco a este subgénero podemos decir que La posesión de Altaír logra su cometido: cuenta una historia entretenida que logra mantener la atención del espectador hasta el último momento.
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